SEGUNDA ENTREGA
Un esquema gráfico puede ilustrar en forma elocuente este juego correlacionado de libertades y responsabilidades crecientes:
VERTICALISMO, HORIZONTALISMO Y OBLICUISMO PEDAGÓGICOS
• La pedagogía participativa no cuestiona la autoridad del educador, sino su inclinación a deslizarse al “autoritarismo”.
ESQUEMA DE LA ABDICACIÓN DEL
PODER DEL EDUCADOR
La Regla de Oro de Martín Buber:
“Nunca más poder del necesario; nunca menos libertad de la posible”
El triángulo dentro del rectángulo muestra gráficamente el proceso de crecimiento continuo de la autonomía del niño, del adolescente y del joven de ambos sexos, En la base del rectángulo (que coincide con el vértice del triángulo) estamos en el momento del nacimiento. En este momento y en los primeros meses, la capacidad de decisión del niño es totalmente nula, dependiendo para todo de los mayores que lo rodean. Todos los aspectos de su vida son controlados por los padres y los adultos que los sustituyen o cumplen sus funciones. Es el momento de la autonomía cero y de la heteronomía 100 del nuevo ser.
PODER DEL EDUCADOR
La Regla de Oro de Martín Buber:
“Nunca más poder del necesario; nunca menos libertad de la posible”
El triángulo dentro del rectángulo muestra gráficamente el proceso de crecimiento continuo de la autonomía del niño, del adolescente y del joven de ambos sexos, En la base del rectángulo (que coincide con el vértice del triángulo) estamos en el momento del nacimiento. En este momento y en los primeros meses, la capacidad de decisión del niño es totalmente nula, dependiendo para todo de los mayores que lo rodean. Todos los aspectos de su vida son controlados por los padres y los adultos que los sustituyen o cumplen sus funciones. Es el momento de la autonomía cero y de la heteronomía 100 del nuevo ser.
Pero no bien empiezan a transcurrir los días, los meses y los años, las cosas empiezan, también, a cambiar. Los lados del triángulo, que comienzan a abrirse paulatinamente, señalan con toda claridad, cómo se inicia y cómo comienza a crecer progresivamente la autonomía del niño. Quizá el mejor y más elocuente ejemplo de esta mayor autonomía lo marque el control de los esfínteres, el comer solo y, más tarde, el vestirse por la cuenta.
A medida que ascendemos por la escala vertical de las edades, el triángulo abarca cada vez más espacio hasta alcanzarse la completa autonomía del joven, momento en que los adultos, cumplida su tarea educativa, abdican (o, mejor dicho, deberían abdicar) voluntariamente de su autoridad para habilitar el ingreso del jovencito o la jovencita en la etapa madura de su autogobierno.
Es obvio que el esquema muestra abstractamente un proceso ideal que, en los hechos, admite infinitas variaciones concretas de caso en caso.
Ahora bien: lo malo no son los ajustes particulares que exija su aplicación al caso personalísimo que constituye cada familia. Lo malo es la distorsión y casi diríamos la perversión que sufre el esquema cuando nos instalamos en modelos educativos extremos como lo son el viejo autoritarismo patriarcal o el nuevo permisivismo ilimitado.
Ambos extremos “perversos” los ilustraríamos de la siguiente manera:
LOS EXTREMOS “PERVERSOS”
JUVENTUD
ADOLESCENCIA
INFANCIA
Mirando y reflexionando sobre el significado de estos esquemas, se nos hace evidente que estamos asistiendo a la desgraciada situación de que, cuando la familia tradicional se queda sin tirano, también se ha quedado sin timón. En efecto: por temor a “mandar”, los adultos hemos renunciado a nuestra tarea imprescindible de “dirigir”, de “encauzar”. El resultado no podía ser otro que el que estamos registrando: el desorden, la confusión y la desorientación generalizados.
JUVENTUD
ADOLESCENCIA
INFANCIA
Mirando y reflexionando sobre el significado de estos esquemas, se nos hace evidente que estamos asistiendo a la desgraciada situación de que, cuando la familia tradicional se queda sin tirano, también se ha quedado sin timón. En efecto: por temor a “mandar”, los adultos hemos renunciado a nuestra tarea imprescindible de “dirigir”, de “encauzar”. El resultado no podía ser otro que el que estamos registrando: el desorden, la confusión y la desorientación generalizados.
La democracia no es y no debe ser la “igualdad de derechos” en todas y en cualquier circunstancia, SINO LA IGUALDAD DE DERECHOS EN IGUALDAD DE RESPONSABILIDADES. La libertad de cada miembro de la familia debiera ir creciendo proporcionalmente al crecimiento de sus responsabilidades para con el grupo familiar que integran. Es evidente que el crecimiento desmesurado de las libertades sin que se asuman las responsabilidades correspondientes y correlativas se transforma, necesariamente, en “licencia” y en “libertinaje”.
(continúa próximo miércoles)
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