miércoles

LA PAREJA “DESPAREJA”


UNA CONVERSACIÓN ESCLARECEDORA
ENTRE ARNALDO GOMENSORO Y ELVIRA LUTZ


(CUARTA ENTREGA)

¿DESTRUCCIÓN O RE-PLANTEO?


Elvira: Creo que cuando tú reconocías que no sólo descubríamos que los sistemas de ideas y de valores de las parejas en conflicto resultaban radicalmente contradictorios, sino, lo que es más importante, que siempre lo habían sido, les puede haber quedado a quienes nos escuchan un resabor de amargo pesimismo. Porque, de ser así, estaríamos estableciendo, de hecho, que los conflictos serían de casi imposible solución y que, en consecuencia, los intentos de terapia de pareja estarían condenados, por anticipado, a un seguro fracaso.
Evidentemente se trata de una conclusión claramente pesimista pero que, lamentablemente, se ve confirmada por las más diversas estadísticas que acusan un crescendo ininterrumpido de separaciones y divorcios (un sondeo realizado hace alrededor de diez años entre estudiantes de Enseñanza Secundaria establecía que entre siete y ocho de cada diez alumnos tenían padres divorciados o separados).

Arnaldo: Yo creo que, por otra parte, esta realidad la puede confirmar cualquiera de nosotros si nos hacemos cargo de que, hoy por hoy, es casi imposible participar en cualquier reunión o encuentro social donde no proliferen los divorciados y las divorciadas o los casados o juntados en vínculos de pareja sucesivos, generalmente con hijos de diferentes uniones.

Elvira: A mí me parece que aquí lo que se impone no es lamentar que esto suceda, sino cuestionar los falsos supuestos desde los que, generalmente, se evalúan estas situaciones. Recordemos, a propósito, aquel pensamiento que establecía que “en materia de amor, erotismo y sexualidad, el camino del infierno esta empedrado de falsos supuestos”.
Por ejemplo, es erróneo y es falso creer que la solución a una larga conflictiva de pareja se puede lograr mediante “un arreglo terapéutico” que haga durar el matrimonio un poco más. Como también es falso y es erróneo considerar que toda separación y todo divorcio constituyen necesariamente un fracaso. Los que seguramente constituyen un rotundo fracaso son los “malos divorcios” (que, lamentablemente, constituyen la mayoría), pudiéndose y debiéndose considerar como un verdadero “éxito” que la consulta desemboque en un “buen divorcio”, asumido madura, honesta y respetuosamente por parte de ambos “ex-amantes”.

Arnaldo: Y aquí cabe que volvamos a insistir en que se impone empezar a ser suficientemente realistas y empezar a reconocer la-realidad-tal-cual-es y no como-desearíamos-que-fuera. Como bien lo canta Zitarrosa, yo no te puedo entregar / un corazón apagado / cuando falla el del costado / no hay nada que conversar. Lo que no quiere decir que al amor de ayer lo tenga que sustituir, como desgraciadamente sucede, el resentimiento, las culpabilizaciones recíprocas e, incluso, el odio de hoy, de mañana y de pasado mañana.

Elvira: Sí, lamentablemente, son justamente estos sentimientos irracionales y las actitudes y las conductas que determinan los que hacen de la mayor parte de las separaciones y de los divorcios experiencias innecesariamente destructivas para los directamente implicados en ellas y, sobre todo, para los hijos.

Arnaldo: Es también por eso que las pretendidas “terapias matrimoniales” suelen tener tan poco éxito. Lo evidente es que un matrimonio o una pareja conflictivos no se curan como una indigestión, una gripe o un reumatismo. En relación con el asesoramiento a parejas “desparejas”, se ha instalado un equívoco lamentable al denominarlo “terapia matrimonial” o “terapia de pareja”. Lo único cierto es que aquí no cabe ninguna “terapia” por la sencilla razón de que aquí no existe ninguna “patología”, ninguna enfermedad propiamente dicha. Ninguno de los integrantes de una pareja que consulta de puede considerar, en relación con la conflictiva que los perturba, un enfermo de nada. Se trata, lisa y llanamente, de personas sanas que confrontan problemas, conflictos y desacuerdos que, simplemente, habrá que ayudar a enfrentar y a resolver.

Elvira: A propósito de lo que estás planteando, creo oportuno recordar el pensamiento del filósofo uruguayo Carlos Vaz Ferreira que nosotros hemos adoptado como el axioma sobre el que se debería afirmar todo asesoramiento matrimonial o de pareja. Dice así: No existen problemas insolubles; sólo existen problemas mal planteados y mal enfrentados.
De donde sacamos la conclusión elemental: las personas tienen que realizar un análisis crítico de sus problemas y organizar un inteligente y práctico “re-enfrentamiento”.

Arnaldo: Sí. Y si se hacen consultas por “problemas” y no “enfermedades”, es una aberración y una falta de respeto pretender transformar a las personas en “pacientes” y tratarlas como “enfermas”, en lugar de orientarlas y de asesorarlas para que puedan realizar un “re-planteo” crítico y auto-crítico, como lo hemos desarrollado por extenso en algunos de nuestros trabajos. Lo que está pasando con la mal llamada “terapia de pareja” no constituye sino un caso más de la creciente medicalización de la vida. En efecto: parece que a la mayoría nos resulta más cómodo, ante cualquier dificultad, considerarnos “enfermos” y pensar que necesitamos un terapeuta que nos cure, en lugar de asumir la responsabilidad de enfrentar crítica y autónomamente nuestros problemas existenciales y procurarles soluciones creativas.

Elvira: Yo resumiría nuestra concepción al respecto repitiendo la consigna de ser intransigentemente realistas. Es necesario aceptar, con todas sus consecuencias, que la separación y el divorcio han venido para quedarse. Hoy por hoy, las promesas de “amor para siempre” o “hasta que la muerte nos separe” ya no se pueden considerar ni siquiera como una ingenua ilusión, sino que adquieren el significado de una farsa culpable. Como lo dice Nietzsche, “siempre vi que los mal avenidos se hallaban sedientos de la peor venganza: se vengan en todo el mundo de no poder andar separadamente. Por eso quiero que los que son de buena fe digan: nosotros nos amamos. ¡Procuremos guardarnos afecto! O bien: ¿Sería un error nuestra promesa...? Es una cosa grave ser siempre dos.”

EL RE-PLANTEO: O CAMBIO O RECAUCHUTO

Arnaldo: Volvamos a recordar la afirmación de Vaz Ferreira: No existen problemas insolubles; sólo existen problemas mal planteados y mal enfrentados.
Intentemos, pues, como primer paso, un “re-planteo” de la problemática que confrontan los matrimonios y las parejas en crisis. Recién después de un correcto re-planteo del problema estaremos en condiciones de intentar un “re-enfrentamiento” inteligente y constructivo.
Es decir, la propuesta que les hacemos a las parejas que intentan salir de la crisis es que hagan un alto en el empecinado esfuerzo por cambiar al otro o a la otra esgrimiendo los repetidos e inútiles reproches, acusaciones y exigencias; que hagan un alto en el destructivo camino de las discusiones interminables y que se sienten, serenamente, a reflexionar.

Elvira: Aclarándoles, naturalmente, que “re-flexionar” quiere decir no sólo pensar críticamente, sino, sobre todo, re-pensar, crítica y auto-críticamente, nuestros propios pensamientos.
Es decir: nosotros les insistimos en la necesidad de reconocer que estamos desorientados, que estamos confundidos. Y que, en consecuencia, lo primero será re-ubicarnos en la realidad en que estamos viviendo e intentar re-orientarnos en ella, volver a encontrar el camino perdido. Y, como pasos prácticos para lograr esa re-ubicación, les sugerimos que intenten responder honradamente, sin hacerse trampas al solitario, tres preguntas elementales:

¿dónde estamos parados?
¿hacia dónde queremos ir?
¿cómo llegar?


Arnaldo: Tratando de hacer gráfico tu planteo, los invitamos a que, en primer lugar, dibujen un nuevo mapa de lo que constituye su actual y verdadera relación de pareja; en segundo lugar, a que diseñen una nueva brújula que defina nítidamente sus actuales objetivos y sus actuales expectativas y, recién entonces, y en tercer lugar, a que intenten precisar el camino a seguir, juntos o separados.

Elvira: Sí, podemos decir lo mismo en términos más académicos. Por ejemplo, les diríamos que lo que les proponemos es que intenten precisar un correcto diagnóstico de la-realidad-tal-cual-es; que, en base al mismo, definan un pronóstico de futuro viable y, ahora sí, se involucren en un tratamiento que les devuelva, como pareja y como personas, la salud y la plenitud perdidas.

Arnaldo: A los efectos de que esta propuesta quede suficientemente clara, nosotros solemos recurrir a una comparación muy poco académica pero que, aunque en primera instancia pueda parecer hasta grosera, resulta por demás elocuente. La desarrollamos haciéndoles notar que, con los matrimonios y con las parejas suele pasar lo mismo que pasa con las cubiertas de los automóviles. Todos los automovilistas saben que las cubiertas, aun las de mejor calidad y las mejor cuidadas, terminan después de mucho rodar, gastándose. La constatación de ese desgaste se manifiesta en la cantidad creciente de pinchaduras y en la creciente necesidad de recurrir al gomero para que las repare (pensemos en la cantidad de “pinchaduras” matrimoniales que se expresan en las discusiones, las peleas, los resentimientos, los reproches y las amenazas que salpican de amargura el itinerario de las parejas desgastadas).
Ahora bien: si el automovilista no se da por aludido con esta secuencia de “pannes en el camino”, el gomero se encarga de traerlo a la realidad: “Diga, amigo, ¿qué piensa hacer con estas cubiertas? La respuesta admite sólo tres alternativas: o no hace nada, y se corre el riesgo de un reventón de impredecibles consecuencias o se recauchuta o se cambia. Y punto. Los muy indecisos o los que se encuentran en una muy mala situación económica se resignan, a veces, a “seguir rodando hasta que las cubiertas aguanten”. La mayoría opta por el recauchutaje, que resulta la solución más barata. Pero aquí también lo más barato, a veces, resulta lo más caro. Por eso el gomero suele advertir: “Bueno sí, pero vamos a ver si el casco aguanta”. Lo revisa concienzudamente y sentencia : “Sí, aguanta, se puede recauchutar”, o “No, este casco no da para más. No hay más remedio que cambiar”.

Elvira: Creo que estás dando una versión sobradamente concreta y bien ilustrativa de lo que yo caracterizaba como “diagnóstico”, “pronóstico” y “tratamiento”. Y una versión bien gráfica de la disyuntiva que enfrentan las parejas en crisis y ante la cual se ven forzados a decidir qué camino habrán de seguir.
Y en relación con ese propósito, les hacemos notar que, cuando se casaron o se juntaron, lo hicieron porque estaban convencidos de “querer lo mismo”. Hoy descubren que sus “quereres” se han vuelto incompatibles. Sería de desear que, ahora que tienen que enfrentar la disyuntiva de cuál de los caminos seguir cuando el camino se bifurca, la reflexión crítica y auto crítica los llevara a volver a querer lo mismo.

Arnaldo: Sí, lo valioso sería que, en este momento en que tienen que seguir sus vidas juntos o separados, fueran capaces de alcanzar un consenso aún en el disenso. Es decir: el ideal de un manejo inteligente, honesto y maduro de la crisis es que les permitiría reconocer que el vínculo no da para más y aceptar, con dolor pero con serenidad y respeto, la separación o el divorcio. O, que sí, que da para más y, entonces, emprender entusiastamente (no, pues, resignadamente) las tareas que exige un “recauchutaje” y una reconstrucción.

Elvira: Yo quisiera hacer notar que una larga experiencia nos dice que, a la gran mayoría de las parejas, el “recauchutaje” no resulta nada fácil. Re-novar una relación muy desgastada, reciclarla creativamente, exige de ambos miembros de la pareja ser capaces de ponerse a sí mismos en cuestión y superar sus egocentrismos exacerbados. Sin embargo, el que resulte difícil no quiere decir que resulte imposible. Lo que no cabe aquí es pretender rescatar el pasado. Como dice Giddens, “sólo cancelando el pasado, podremos colonizar el futuro”.




(continúa próximo miercoles)

5 comentarios:

Roch dijo...

Roch was here, pero volverá para otro par de leídas más.
Me llevo la frase del final.
El tema de superar los egocentrismos exacerbados y empezar de cero cancelando el pasado, aunque para los memoriosos por naturaleza pueda resultar por demás complicado.

zen dijo...

ROCH: Dele...sabe que la espero.
Un abrazo.

Roch dijo...

Gran verdad: parece que a la mayoría nos resulta más cómodo, ante cualquier dificultad, considerarnos “enfermos” y pensar que necesitamos un terapeuta que nos cure, en lugar de asumir la responsabilidad de enfrentar crítica y autónomamente nuestros problemas existenciales y procurarles soluciones creativas.

zen dijo...

ROCH: Si...es posible.
Como siempre, creo que debe haber un equilibrio, verdad?

Un abrazo

Unknown dijo...

Interesante conversación, hay que considerar que a pesar de que se pasa a un nuevo comienzo, quedan muchas cosas enterradas en la mente y no está nada mal buscar apoyo psicológico durante la separación o al finalizarla, para tener un verdadero nuevo comienzo.

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