jueves

Zarpes desde Catalunya [Luis Silva Schultze]


Más sobre la ciencia:
hágase acreedor a un precioso apartamernto en Punta del Este

Decíamos en la crónica anterior que ciencia y religión tendrían que actuar independientemente. Pero cuando la religión invade el campo científico, en la confrontación inevitable que conlleva, la ciencia, aunque evidentemente ha aumentado su poder desde que llevaron a Giordano Bruno a la prisión y a la hoguera en el mismo Vaticano, tiene todas las de perder. Efectivamente, el científico trabaja en el anonimato, en silencio, sin intereses materiales, con objetividad y sin los focos deslumbrantes ni los parlantes atronadores de la farándula frívola que ha subido al tablado del mundo. Porque el hecho de pensar, dudar, investigar, descubrir, se ha convertido prácticamente en una tarea clandestina y lo más estúpido toma categoría de divertido. Pero además, y como bien dice el escritor Javier Marías, “a una gran parte de la población mundial, la verdad ha dejado de importarle, y ya es incapaz de distinguir la verdad de la mentira, o, más exactamente, la verdad de la ficción”. Y la ciencia, que nace de un ¿por qué?, sólo acepta la verdad demostrada con sus leyes universales y trabaja sólo en el mundo que puede visitar personalmente, o a través de sus vehículos espaciales que ella misma construye, o fotografiar con sus sondas, o detectar nuevos mundos gracias a la observación de variaciones térmicas y lumínicas. La tentación de presentar para un mañana, un planeta “feliz” llamado paraíso (y hoy no hacemos nada en éste tan injusto), o la tentación de amenazar con una terrible galaxia de nombre infierno, no es lo suyo. Quizás lo haya, ya veremos, pero por ahora, la ciencia estudia para mejorar y preservar la humanidad con lo que hay, esta vida, nada más ni nada menos. Los miles de millones de personas que no vivimos en zonas subdesarrolladas, compartimos con la ciencia y sus inventos todos los momentos de nuestra vida (cada vez más larga y no por los milagros). Sin embargo, los grandes capitales que vienen de visitar los laboratorios científicos, son los grandes reyes magos de los regalos y de la fama, si tenemos dinero para comprar claro, y de la ciencia no se acuerda nadie tapada tras la droga publicitaria. Nombre un científico actual y se hace acreedor a un precioso apartamento en Punta del Este.


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