lunes

12 / 1 MAROSA DI GIORGIO [Capitanes del Vuelo]


TRES: LA GUERRA

Tengo siempre, como cosa permanente, una inquietud que me lleva a registrar todo lo que pasa, declaró Marosa Di Giorgio en 1997, entrevistada en Brecha por María Ester Gilio: Siempre ansiosa -no me sale otra palabra- siempre esperando que eso transcurra. Siento que estoy constantemente más acelerada que los aconteceres. Hay dentro de mí un tic tac permanente, un alerta constante.

Y es en dos textos compilados en 1991, que parece marcarse la irrupción de saltos tensionales relampagueantemente dialécticos con desafíos históricos que transfiguraron a la Mujer Salvaje en una Guardiana Hermafrodita de una tierra depredada y obligada a la construcción de una nueva ética liberadora capaz de seguir uroborizando la lucha prometida en la fundante Torre de los Panoramas.

1) De súbito, estalló la guerra. Se abrió como una bomba de azúcar / arriba de las calas. Primero, creíamos que era juego; / después vimos que la cosa era siniestra. El aire quedó / ligeramente envenenado. Se desprendían los murciélagos / desde sus escondites, sus cuevas ocultas caídas a los platos, / como rosas, como ratones que volvieran del infinito, / todavía, con las alas. / Por protegerlos de algún modo, ennumerábamos los seres y las cosas: “Las lechugas, los reptiles comestibles, las tacitas…”. / Pero, ya los arados se habían vuelto aviones; cada uno, tenía / calavera y tenía alas, y ronroneaba cerca de las nubes, al alcance / de las manos pasaron los batallones al galope, al paso. Se prolongó / la aurora quieta, y al mediodía, el sol se partió, uno fue hacia el este, / el otro hacia el oeste. Como si el abuelo y la abuela se divorciaran. / De esto ya hace mucho, aquella vez, cuando estalló la guerra arriba de las calas.

2) Anoche, volvió, otra vez, La Sombra; aunque ya habían pasado / cien años, bien la reconocimos. Pasó el jardín violeta, / el dormitorio, la cocina; rodeó las dulceras, los platos blancos / como huesos, las dulceras con olor a rosa. / Tomó al dormitorio, interrumpió el amor, los abrazos, los que / estaban despiertos quedaron con los ojos fijos, soñaban, / igual la vieron. / El espejo donde se miró o no se miró, cayó trizado. Parecía / que quería matar a alguno. Pero, salió al jardín. Giraba, cavaba, / en el mismo sitio, como si debajo estuviese enterrado un muerto. / La pobre vaca, que pastaba cerca de las violetas, se enloqueció / gemía como una mujer o como un lobo. Pero, La Sombra se fue volando, / se fue hacia el sur. Volverá dentro de un siglo.

Estos dos textos marcan claramente el derrumbe, según el autor de Psicología profunda y nueva ética, de la eficacia de una antigua ética colectiva que propende al desarrollo de una personalidad aparente y obligada a reprimir en el sótano de la Sombra todas las partes de la personalidad que se oponen a los valores legislados por una élite aplastadora de la completud creativa en cuerpo y alma.

Ya sabés: cuando te venga el insomnio escribí todo lo que se te ocurra pero en público portate como una nena bien, Delmirita.

Pero Marosa obedecía a una Voz que la obligaba a escarbar onettianamente entre los cadáveres pavorosos de las antiguas ambiciones, las formas repulsivas de los sueños que se fueron gastando bajo la presión distraída y constante de tantos miles de pies inevitables.

Y la revelación de la “Voz” en cada ser humano
, nos advierte Erich Neumann, presupone un hombre cuya individualidad es tan vigorosa que puede emanciparse de lo colectivo y sus valores. Toda persona éticamente creadora es herética, en cuanto pone la revelación de la “Voz” contra la de la conciencia moral como representante de la ética colectiva.

Todo nuevo “paso revelado” (…) se pone contra la conciencia moral como representante de la antigua ética colectiva. Por ello es inevitable que la revelación ética en el individuo creador preceda al movimiento colectivo y represente un nivel ético superior, y a menudo muy superior, al nivel colectivo normal. Esta antinomia es insoluble. Por el acto de institución, el individuo precursor dará a lo colectivo una ley que, en el curso de la historia, marcará la orientación de su desarrollo, pero para la cual, de hecho, no se encuentra plenamente preparado aún.

Me acuerdo que una vez felicité a Marosa por un premio internacional que acababan de darle y me fulminó con los colmillos manchados por la sangre de carmín que apiadaba tanto a Manzi en el filo del alba:

Sí, pero nunca voy a ser famosa como Isabel Allende.

Y contamos los pesitos y nos dio para zamparnos la tercera botella de un Cabernet debute.


CUATRO: LA BODA

En La liebre de marzo hay un texto que retrata insuperablemente lo que en la disección hermenéutica del mito universal de El patito feo se define como el exilio del hijo singular.

Había nacido con zapatos. Rojos, fino, de taco alto / que fueron la desesperación de todos los que vivimos juntos / en aquel tiempo. / Y en la cara tenía varias dentaduras, y lentes como / el fuego. / Al pasar, por la tarde, parecía el ángel de la decoración con / pie punzó. / Mas, en realidad, amó la luz solar. Comía guindas, llevándose / una a cada boca. / Y sentía temor y amor hacia el Maestro Tigre que llegaba / en la noche a buscar doncellas. / Y nunca la eligió.

Ahora la Mujer Salvaje transfigurada en Guardiana Hermafrodita de la patria triste se tenía que casar con su contrafigura interior -el otro que vale tanto como uno- para perpetuar la lucha prometida por el imperator.

¿Te has preguntado alguna vez cómo te las arreglaste para acabar en una familia tan rara como la tuya?, se le pregunta al Zigoto Equivocado en Mujeres que corren con los lobos: Si has vivido tu existencia como una forastera, (…) si eres una solitaria y vives al borde de la corriente principal, tú has sufrido. Y, sin embargo, también llega un momento en que hay que alejarse remando de todas esas cosas, conocer otra posición estratégica, emigrar a la tierra que nos corresponde.

Deja ya de sufrir y de intentar averiguar dónde fallaste. El misterio del porqué naciste como hija de quienquiera que sea ha terminado, finis, se acabó. Descansa un momento en la proa y refréscate con el viento que sopla desde tu patria.


(…) Tu familia cree que eres una extraterrestre. Tú tienes plumas y ellos tienen escamas. La idea que tú tienes de la diversión son los bosques, los espacios agrestes, la vida interior, la majestuosa belleza de la creación.

(…) Por eso tú bailas el claqué por los pasillos a pesar de pertenecer a una familia de adictos a la televisión.

(…) Tú solo quieres amor. Ellos sólo quieren paz.

(…) De este modo, el Zigoto Equivocado ofrece su lealtad no a su familia sino a su Yo interior.

Y en Los papeles salvajes, que se publican en 1991, encontramos compilado esta especie de manifiesto de mutación:

Árbol de magnolias, / te conocí el día primero de mi infancia, / a lo lejos te confundes con la abuela, de cerca, eres el aparador / de donde ella sacaba el almíbar y las tazas. / De ti bajaron los ladrones; / Melchor, Gaspar y Baltasar; / de ti bajaban los pastores y los gatos; / los pastores, enamorados como gatos, / los gatos, serios como hombres, con sus bigotes y sus ojos de enamorados / Esclava negra sosteniendo criaturitas, inmóviles, nacaradas. / Virgen María de velo negro, / de velo blanco, allá en el patio. Eres la abuela, eres mamá, eres Marosa, todo eres, con tu / eterna / juventud, tu vejez eterna, / niña de comunión, niña de novia, / niña de muerte. / De ti sacaban las estrellas como tazas, / las tazas como estrellas. / Estuvo oculto en tus ramos el libro del Destino. / Te has quedado lejos, te has ido lejos. / Pero, voy retrocediendo hacia ti, / voy avanzando hacia ti. / Te veré en el cielo. / No puede ser la eternidad sin ti.

Y atención a este mensaje de Pinkola Estés dedicado a cualquier criatura y cualquier comunidad:

Hay todavía que tener en cuenta otra cuestión. Los Zigotos Equivocados aprenden a ser unos supervivientes. Es duro pasarse años entre aquellos que no pueden ayudarnos a florecer. El hecho de que alguien pueda decir que es un superviviente ya es una hazaña. Para muchas personas, el poder reside en su mismo nombre. Sin embargo, en el proceso de individuación llega un momento en que la amenaza o el trauma ya pertenecen significativamente al pasado. Es el momento de pasar de la fase de la supervivencia a la de la curación y el crecimiento.

(…) Sin embargo, ahora que los malos tiempos han quedado atrás, el crecimiento significa exponernos a situaciones propicias para el nacimiento de vigorosas y abundantes flores y hojas. Eso es lo que nos estaba destinado.

(…) Creo que a las mujeres les es más útil una ofrenda a la niña que fueron antaño, algo así como un testamento a favor de la niña heroica.

(…) Comprender la herida y recordarla nos permite crecer.

(…) Los estrechos de miras dicen que los inconformistas son una lacra de la sociedad.

(…) Si alguna vez te han llamado insolente, incorregible, descarada, astuta, revolucionaria, indisciplinada, rebelde, vas por buen camino



(click en la imagen para volver)

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+