lunes

23 / EL PROFETA DISIDENTE [Milagros de una Puta]


Shirley entró al camarín del pub y encontró las rosas que le había mandado el empresario mafioso y deshizo el florero a patadas. Y a los cinco minutos Enzo Comendatore se anunció percutiendo imperativamente sobre el compensado del sucucho y ella gritó:
-Está abierto.
-Espero que mis memorias te gusten más que mis regalos -se sentó sin pedir permiso el hombre ya viejo y de rostro rojísimo y redondo mientras extendía un libraco titulado El profeta disidente.
-No sabía que también se dedicaba a escribir.
-Tuteame, por favor. Es una recopilación de mi cariño por los combatientes que cayeron soñando con la utopía. Y espero tu clemencia, porque vi la entrevista que te hicieron en la televisión y parece que tuvieras cuarenta años en lugar de veinte. Y me imagino que no debés haber terminado ni el liceo.
-Tengo dieciocho, terminé el liceo y llevo nueve meses haciendo todos los talleres del Laboratorio de Artes que fundaron Leonardo Regusci y Zen.
-Ah, el famoso Jesús de Punta del Este -señaló un póster el hombre de pelo y barba-candado grises, y leyó altisonantemente el graffiti que lo coronaba: -El consumismo salvaje es capaz de incendiarnos la fe para vender tristeza. Suena bien, aunque parece de la época de la modernidad sólida. ¿No leíste a Zygmunt Bauman?
-Todavía no me dijiste qué te pareció mi casamiento con Dios.
-Me puso más en palo que si lo hubiera hecho Shirley MacLaine. Y reconozco que llamarle performance a un strip-tease condimentado con Beethoven implica una interesante asimilación del acambalachamiento lipovetskyano. Bueno, pero además te vine a contratar para que me lo hagas en el yate. Solitos, por supuesto.
Entonces Shirley buscó en el espejo el sótano sicótico que le congelaba los lentes al mandamás y se tapó el escote:
-¿Por qué no leés a algún autor que te explique que el Espíritu Santo no se vende, hienita? Acá no nos importan los paraísos con cielorraso que prometen ustedes.
-¿Y tu culo sin performance cuánto vale?
-Yo trabajo en el primer piso con tarifa de quilombo, siempre que acepte al cliente.
-¿Y a mí no me aceptás?
-Mirá: el otro día vino tu hijo el gay a tomar leche invisible y le di de las dos tetas y casi no le cobro. Pero a vos no te agarraría ni para que me tragues los pedos.
Y mientras Enzo Comendatore se levantaba con la cara color grafión la muchacha abrió El profeta disidente y le hundió una uñaza tarantular:
-Yo sabía que en cualquier línea que vichara iba a encontrar basura. Al compañero colgado le rodaron desde los ojos dos lágrimas capaces de estrujar el corazón de un pueblo. ¿Por qué no usás la retórica y la obviedad para ganar ochenta palos verdes como Dan Brown, por lo menos? Y ahora andate porque te las rebano con un cacho de florero y después ni siquiera van a poder tratarte de boludo.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+