viernes

40 / EL ÁNGEL QUE TE MIRA / último capítulo de la webnovela episódica [Milagros de una Puta]

para el antifaz estrellado de Virginia Miller

El prostíbulo más famoso del Este fue cerrado por su nuevo dueño muy poco tiempo después que murió Naná, y el Laboratorio de Artes que funcionaba en el sótano pudo multiplicar las locaciones y los talleres y en algunas piezas se quedaron viviendo ex-prostitutas transformadas en cuadros multimedia. La cotizadísima adolescente Shirley MacLaine Rodríguez había logrado frenar un allanamiento enfardador de pasta base organizado por el empresario progresista Enzo Comendatore ofreciéndosele gratis y sin prohibiciones higiénicas y terminó siendo internada urgentemente para hacerse una operación intestinal, pero el día que dejó el sanatorio se enteró que el mafioso acababa de entrar en un coma cardíaco irreversible y no pudo sonreír.
-El profeta disidente se creía que era eterno -le comentó Mariana Ventura a Lucía Herrera, una actriz y cantante ciega y renga que estaba memorizando el Preludio Nro 1 de Villa-Lobos frente a un ventanal ventoso: -Mucho Viagra, mijita.
Y de golpe escucharon aullar a Shirley en la cocina:
-Noooooooo. Noooooooo. Noooooooo. Noooooooo.
La legendaria negra de cabeza rapada salió corriendo y alcanzó a ver el final de la nota hecha en vivo desde la plaza para el informativo que conducía Uriel Murro.
-No te puedo creer que lo hayan descuartizado así. ¿Te das cuenta que hicieron más o menos lo mismo que con los gatitos?
-Tal cual. Y lo tiraron hace media hora envuelto en dos bolsas desde una 4 por 4. Justo frente a la Torre. Fueron los basureros los que se dieron cuenta que era un muchacho.
-¿Y se sabe quién es?
-El hijo del Juez Penal. Esto es un ajustecito de la mafia del profeta, que gracias a Dios y a la Virgen y a los santos ahora está reventando en el CTI.
-¿Y vos lo conocías?
-Fuimos compañeros de clase.
-Vení, pitufa. Apagá.
Ojos de Plata seguía memorizando a Villa-Lobos frente al ventanal abierto de par en par y Shirley se empezó a morder la melena chirriantemente:
-Le decíamos el hijo loco de la maestra porque no se dejaba besar por nadie. Tenía una fobia lábica. Y hace poco ocupó pero fue para avisarme que nos iban a enfardar. Vino a traicionar al padre para salvarme a mí. ¿Entendés? Y me dijo que en la terapia se dio cuenta que me adoraba desde antes de nacer. Y que desde que empezó a jugar al básquetbol a los seis años cada vez que la pelota iba en el aire pensaba: Si emboco es porque la celeste me quiere. Me decía la celeste.
-¿No podrías aflojarle un poco a la guitarra, Lucía? -se encocoró la negra.
-¿El muchacho medía como dos metros y tenía el pelo rubio pinchudo? -se frenó después de hacer un armónico triple Ojos de Plata.
-Sí. Y se llamaba Ángel. ¿Vos lo conocías?
-No. Pero está sentado en la ventana desde hace media hora y recién te tiró un beso. Ustedes no pueden verlo.


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