Shirley taconeó chirriantemente por el corredor donde todavía no tronaba la cumbia villera y al llegar a la barra encontró a Enzo Comendatore conversando con Paco.
-¿Así que les corriste a todos los maridos? -ignoró a la chiquilina el empresario mafioso que estaba emperrado en comprar la Casa de Naná.
-Hace años -hizo chorrear dos medidas de Johnnie el cantinero-actor que le imitaba el peinado y la manera de hablar a Zitarrosa: -Si ellos meten el hocico el trabajo no rinde. Me compré un 38 y chau maridos.
-¿Y el Laboratorio de Artes les deja mucha guita?
-Eso fue una bendición que fundaron Leonardo Regusci y Zen el año pasado y no se hace por guita. Además ya se autogestiona.
En ese momento entraron unos franeleros muy jediondos y Shirley volvió a su cuarto mientras Paco prendía la música ambiental y algunas otras muchachas emergían fosforeciendo en las puertas del corredor.
-Parecen todas leonas -revolvió el hielo con el dedo Comendatore.
-Lo de la luz negra se le ocurrió a Naná. Te da la sensación de que estuvieran más tostadas que las pitucas y si las junás de día son cadáveres de Larsen. Aquí no les ves los rollos blanco-teta ni la celulitis ni las várices.
-Pero la Shirley no precisa luz negra.
-Uh. Esa es Gardel, botija.
-¿Y los plancha compran las tizas aquí mismo?
Entonces el hombre muy engominado se abrió el saco para rascarse y hacer relampaguear la trompa del 38 que asomaba por la canana:
-Te aviso que si querés distribución estás meando afuerra del tarro.
-Tranquilo, Don Johnson.
-Yo estoy tranquilazo. A ver qué se le ocurre a la pitufa. Escuchá. Siempre los encajeta con un show distinto.
-Esta noche se regalan piquitos -anunció de golpe la chiquilina despampanantemente desprotegida por un body bermellón: -Pero tienen que hacer fila como en la escuela y arrodillarse frente a Nuestra Señora y dejarse acariciar la nuca.
Los plancha se alinearon con asombrosa mansedumbre para esperar el toque turgente y acorazonado, y algunos se masturbaban a través de los bolsillos rotos hasta que la mancha-pétalo del rouge les vencía la barbarie ipso facto.
-¿Les gustó la performance? -volvió a la barra Shirley con un tranco tristón: -Y los acaricié a todos sintiendo que eran Jesús. Fue como una hetimasía de La pietà.
-Perdoname la ignorancia -chupó un hielo el mafioso que ahora también le sacaba jugo al dolor ajeno en mamotretos novelescos sentimentalizados por la jubilación del socialismo y la resistencia antidictatorial: -¿Qué carajo quiere decir hetimasía?
-Es una falsa apariencia de la divinidad. ¿Nunca oíste hablar de los gatitos que masacraron frente a la Torre? Bueno, aquel amasijo era una transfiguración de la cruz. Che, escribidor: ¿vos no habrás nacido un día que Dios estuvo enfermo?
-¿Así que les corriste a todos los maridos? -ignoró a la chiquilina el empresario mafioso que estaba emperrado en comprar la Casa de Naná.
-Hace años -hizo chorrear dos medidas de Johnnie el cantinero-actor que le imitaba el peinado y la manera de hablar a Zitarrosa: -Si ellos meten el hocico el trabajo no rinde. Me compré un 38 y chau maridos.
-¿Y el Laboratorio de Artes les deja mucha guita?
-Eso fue una bendición que fundaron Leonardo Regusci y Zen el año pasado y no se hace por guita. Además ya se autogestiona.
En ese momento entraron unos franeleros muy jediondos y Shirley volvió a su cuarto mientras Paco prendía la música ambiental y algunas otras muchachas emergían fosforeciendo en las puertas del corredor.
-Parecen todas leonas -revolvió el hielo con el dedo Comendatore.
-Lo de la luz negra se le ocurrió a Naná. Te da la sensación de que estuvieran más tostadas que las pitucas y si las junás de día son cadáveres de Larsen. Aquí no les ves los rollos blanco-teta ni la celulitis ni las várices.
-Pero la Shirley no precisa luz negra.
-Uh. Esa es Gardel, botija.
-¿Y los plancha compran las tizas aquí mismo?
Entonces el hombre muy engominado se abrió el saco para rascarse y hacer relampaguear la trompa del 38 que asomaba por la canana:
-Te aviso que si querés distribución estás meando afuerra del tarro.
-Tranquilo, Don Johnson.
-Yo estoy tranquilazo. A ver qué se le ocurre a la pitufa. Escuchá. Siempre los encajeta con un show distinto.
-Esta noche se regalan piquitos -anunció de golpe la chiquilina despampanantemente desprotegida por un body bermellón: -Pero tienen que hacer fila como en la escuela y arrodillarse frente a Nuestra Señora y dejarse acariciar la nuca.
Los plancha se alinearon con asombrosa mansedumbre para esperar el toque turgente y acorazonado, y algunos se masturbaban a través de los bolsillos rotos hasta que la mancha-pétalo del rouge les vencía la barbarie ipso facto.
-¿Les gustó la performance? -volvió a la barra Shirley con un tranco tristón: -Y los acaricié a todos sintiendo que eran Jesús. Fue como una hetimasía de La pietà.
-Perdoname la ignorancia -chupó un hielo el mafioso que ahora también le sacaba jugo al dolor ajeno en mamotretos novelescos sentimentalizados por la jubilación del socialismo y la resistencia antidictatorial: -¿Qué carajo quiere decir hetimasía?
-Es una falsa apariencia de la divinidad. ¿Nunca oíste hablar de los gatitos que masacraron frente a la Torre? Bueno, aquel amasijo era una transfiguración de la cruz. Che, escribidor: ¿vos no habrás nacido un día que Dios estuvo enfermo?
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