Idea Vilariño pasó toda su vida despidiéndose.
No creyó nunca en este pobre mundo.
Y le escribió una saga de poemas de amor a su dios, Juan Carlos Onetti, que van a durar más que las estrellas.
Él le dedicó la novela Los adioses, que era la que más quería.
Anoche vi una película donde Idea testimonia con ajada dulzura su desesperación por haber adorado a un hombre que para ella murió antes de morir.
Hace pocos años tuve que ir a verla a su casa para recoger un manuscrito y ella me pidió que le alcanzara la foto de una galaxia que había en la biblioteca y le puso un dedo encima y me pidió que le mostrara dónde estaba mi Dios.
No era un chiste.
Pero tampoco es triste que hoy, entre tanto luto protocolar, sea Idea la más capacitada para mostrármelo a mí.
Porque los que viven para adorar desinteresadamente y aprenden a no traicionar su adoración duran más que las estrellas.
Chau, hermano, fueron las dos últimas palabras que le escuché decir a Juan Carlos Onetti en un teléfono.
Será por eso que voy a terminar esta paginita diciendo: Chau, hermana.
No creyó nunca en este pobre mundo.
Y le escribió una saga de poemas de amor a su dios, Juan Carlos Onetti, que van a durar más que las estrellas.
Él le dedicó la novela Los adioses, que era la que más quería.
Anoche vi una película donde Idea testimonia con ajada dulzura su desesperación por haber adorado a un hombre que para ella murió antes de morir.
Hace pocos años tuve que ir a verla a su casa para recoger un manuscrito y ella me pidió que le alcanzara la foto de una galaxia que había en la biblioteca y le puso un dedo encima y me pidió que le mostrara dónde estaba mi Dios.
No era un chiste.
Pero tampoco es triste que hoy, entre tanto luto protocolar, sea Idea la más capacitada para mostrármelo a mí.
Porque los que viven para adorar desinteresadamente y aprenden a no traicionar su adoración duran más que las estrellas.
Chau, hermano, fueron las dos últimas palabras que le escuché decir a Juan Carlos Onetti en un teléfono.
Será por eso que voy a terminar esta paginita diciendo: Chau, hermana.
H.G.V.
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