42 / Allí sólo hay una nebulosa blancuzca que los envuelve.
Ni arriba, ni abajo, ni izquierda, ni derecha.
Ni suelo donde pisar.
Asustados, quieren volver, pero la pared se ha hecho sólida de nuevo.
Avanzan como ciegos.
Desorientados.
El ámbito se aclara y los circunda un contorno azul.
Es el equilibrio.
La calma total.
El sentimiento de lo perfecto es tan potente que invade su intimidad.
Aparecen criaturas aladas de indescriptible hermosura.
Les entregan mensajes de paz, amor y luz.
Los ángeles los invitan a formar una ronda y a bailar en el aire.
Nahala comprende que tendrá que reunir al clan y explicar lo que vendrá para que se alisten a superar la prueba.
Todo se esfuma.
Se escucha el canto unísono de los magos y el repicar de las maderas.
Las vibraciones aumentan.
Son proyectados al otro lado del muro.
Abren los ojos y ven a Mortry que los espera.
Están cansados.
El sabio impone sus manos en sus cabezas y el agotamiento se va.
Lo que acaban de vivir fue maravilloso.
Se retiran a sus celdas para reponerse.
Dentro de aquella dimensión el tiempo transcurre de muy distinta forma.
Pocos minutos ahí fueron horas acá.
Es que está amaneciendo.
43 / Al atardecer del segundo día Mortry los instala delante de la segunda puerta.
Les dice:
-Permanezcan serenos. No le den lugar al miedo y nada malo podrá sucederles.
El ceremonial se repite y los atrapa un túnel de líneas lumínicas.
No desean avanzar y no obstante son empujados con velocidad tal, que temen perder el sentido.
Se toman de las manos.
Por efecto de tal vertiginosidad, las rayas parecen juntarse adelante, achicando más y más el sitio y negándoles en apariencia la posibilidad de acceder al lugar donde sea que van.
A sus costados, pasan los astros en rápida sucesión.
Nacen nuevas galaxias de las explosiones del universo, tan cercanas que los amedrentan: seguramente, arderán junto a los elementos en combustión.
Hay colores que no saben definir porque nunca los han visto.
Súbitamente caen.
En el vacío, sus gritos de pánico no se oyen pero sus mentes reciben la voz amiga de Mortry:
“¡Recuerden! ¡Recuerden! ¡No darle paso al miedo!”.
Al sosegarse pueden respirar la energía del cosmos en el no aire.
La caída cesa.
Se posan con suavidad en un suelo verdinegro y blanco.
Es un terreno arado en el que han brotado las primeras simientes.
Un estruendo desconocido los hace dar vuelta y ven un monstruo que repta como una lombriz.
Se les viene encima y no tienen tiempo de apartarse.
La mole pasa a través de ellos con un frío de acero sin causarles daño.
¡¡¡HAY UN HOMBRE ADENTRO COMO SI EL ANIMAL LO HUBIERA DEVORADO!!!
Pero va sonriendo y cantando...
Un leve viento los eleva y la sensación de volar es deliciosa.
Ven un poblado de casas extrañas de bonitos tejados rojos.
Niños que juegan con perros semejantes al Señor Blatt.
Una linda muchacha los llama para que entren a comer.
Prosiguen planeando y dejan el campo soleado.
Arriban a una ciudad extensa que se extiende en el horizonte; los edificios son tan altos que parecen arañar el cielo.
Las gentes les recuerdan a los diligentes gnomos.
Caminan apuradas por vías de tonos ceniza, y vehículos parecidos al monstruo circulan por veredas compactas como las rocas.
El anochecer les muestra los luminosos de una capital del futuro.
Sienten escalofríos en la espalda y el túnel los transporta.
Lamentan abandonar la ilusión de liviandad y ese firmamento glauco donde comienzan a asomarse las estrellas.
Se alejan tanto, tanto, que no saben si podrán retornar.
Aterrizan en el mundo del pasado.
Admiran las bestias ya extinguidas y sus luchas por sobrevivir, agradeciendo que ya no existan, porque, ¿cómo defenderse de eso?
La vegetación es exuberante.
Los emociona; en su realidad, poseen las mismas especies pero mucho más pequeñas.
En la orilla cenagosa de un río recogen guijarros blancos que conservan la fuerza primitiva de los cataclismos que los tallaron.
Al palparlos, es como si esa energía pudiera hacerlos invulnerables.
El túnel regresa para llevárselos.
Lo último que mira Nahala es un hermoso bruto corpulento y alto, de colmillos y trompa muy largos.
Amasa barro con sus patas poderosas disfrutando la frescura; con la trompa se echa potentes chorros de agua sobre el lomo gris y después entra en la corriente para continuar su deleite.
La idea del lodo amasado se fija en sus recuerdos.
Todos extraen enseñanzas de este viaje porque de lo contrario no se justificaría el haberlo hecho.
Son devueltos instantáneamente a la morada de los magos.
Buscan los guijarros blancos para mostrárselos y han desaparecido.
Se miran incrédulos.
-Deben aprender que del mundo del pasado y del espiritual no se puede traer nada, como tampoco llevar nada.
Mortry los consuela con una sonrisa reparadora.
domingo
22/ El Caldero de la Bruja [Anna Rhogio] - La novela WEB de magia y hechicería para niños
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario