60 / Temani, el misterioso personaje que se viste con pieles blancas, los visita con frecuencia y tiene interesantes conversaciones con los aldeanos.
Nunca les reveló de dónde venía.
-¿Por qué fuiste enviado para prevenirnos cuando la primera invasión?
-Los dioses evitan, siempre que se puede y el destino es favorable, las maldades y los crímenes, Larne; hay muchos heraldos en el mundo.
-¿Y por qué nos abandonaste la segunda vez?
-Debían probar que sus nuevos aprendizajes les serían útiles para salir victoriosos... ¿Hay un reproche en tu hablar? Estuve ahí para soltar tus ligaduras...
Los hijos de Laal y los de Druss encuentran una camada de lobeznos gimiendo junto a la loba muerta.
Se disponen a criarlos como Nahala había criado al Señor Blatt.
Ella les dice:
-Cuando somos niños, hay un instante divino en el que se hermanan cachorros de hombres y cachorros de lobos porque entre ellos no existe el temor y el odio ni las diferencias. La inocencia es la virtud que reina en sus espíritus. Cuídenlos con amor.
Sólo le falta resolver lo del caldero para sentirse satisfecha; Vlassa y Druss no le trajeron el secreto al llegar.
Mussi no le permite olvidarlo.
Una madrugada despierta sin que nada la haya perturbado.
Se levanta y vigila el sueño de su familia.
Todo está en calma.
Blatt duerme echado en la puerta de la cabaña que permanece abierta.
Se asoma al caluroso verano, mira los astros y aspira la brisa salobre.
El Ruido de la Noche, ese otro dios que no conoce demasiado, deja oír sus cantares sedantes de bajo acento.
-Gracias. Sé que eres tú.
Regresa a la cama.
Cierra los párpados para dormir y allí está: el animal fabuloso que amasaba lodo con las patas en la orilla de un río.
Ese es el punto de partida.
Al día siguiente y después de muchos intentos, logra la consistencia exacta para poder trabajar el barro y darle forma.
El aire y el sol lo secan pero al ponerle agua se deshace.
-Veamos... -razona. -Tengo la tierra, el agua, el aire y el sol... No es suficiente porque... ¡¡¡ME FALTA BAJAR EL FUEGO DEL PADRE SOL!!! ¡Está claro! ¡Ahora sí! ¡No sé cómo no me di cuenta antes!!! ¡¡¡LA BODA DE LOS CUATRO ELEMENTOS!!!
Prepara una hoguera.
Pone el caldero en las llamas.
Lo ve cambiar del ocre al rojo vivo.
Al rojo blanco.
Cuando no quedan brasas, se vuelve opaco y marrón.
Espera a que se enfríe.
Lo toma en las manos.
Lo golpea con una piedrecita.
Hace un sonido metálico.
Lo llena de agua y la retiene.
Parece entonar un himno a la vida como la Madre Tierra al ser regada por la lluvia después de la sed.
¡¡¡HE AQUÍ SU CREACIÓN!!!
Lo pasea entre su gente triunfante y con los brazos en alto para entregarlo, radiante de dicha, a la comunidad.
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