54 / Transcurrieron dos inviernos.
Los magos los hospedaron hasta que entre todos hicieron renacer la aldea de las cenizas, recuperaron los campos de labranza y los animales que se habían vuelto montaraces.
Olvidaron el miedo y la vida continuó.
Y esta primavera Laal determina que aunque tenga que maniatar y raptar a Nahala, no esperará más para unirse a ella.
La hechicera lo considera justo y prepara la celebración tal cual la veía en su mente cuando su madre le relataba la boda de Kristalia y Koennell.
Tendrá que redactar de nuevo las preciosas leyendas y la historia real, perdidas en el incendio.
Ahora cuelga guirnaldas de los pinos porque mañana coincidirán la festividad de la Madre Luna y su enlace con Laal.
Ve venir por el camino a dos pequeñitos que caminan delante de un hombre y una mujer.
No puede creer que sean ellos.
Grita.
Corre.
-¡Oh! ¡Qué alegría inmensa e inesperada! ¡Después de tantas zozobras, tenerlos acá! ¡Vlassa! ¡Druss!
Se abrazan con emoción.
El niño y la niña los miran con sus ojos grises llenos de extrañeza.
Vlassa los presenta:
-Él es Ifri. Ella es Igri.
-¡Eres un hombretote guapísimo! ¡Ven acá! ¡Dame tu mano! ¡Y tú, princesa, déjame que te aúpe!
Rememora la aurora brumosa cuando Vlassa decidió partir detrás de Druss y lo que sucedió después.
Nahala es fuerte.
Nada aficionada a las lágrimas.
Pero ahora llora de felicidad...
-¡¡¡Vlassa!!! ¿¿¿Estás esperando otro bebé??? -la palpa con sumo afecto. -¡Mmmmmm! Es otro varón. Llámalo Woffally.
-Bien. Déjanos descansar y te lo contaré todo...
-Mañana, Laal y yo nos uniremos...
-¡Fantástico! -exclama Druss que permanecía mudo ante al parloteo ininterrumpido de las dos. -¿Dónde está mi amigo?
-Con la majada. Vendrá en el ocaso. ¡Qué sorpresa tendrá al verlos!
Más que sorprendido, Laal queda perplejo y cuando reacciona invita al juglar a bajar a la playa para poder conversar a sus anchas.
Mientras tanto, las damas se congregan alrededor del fuego para escuchar a Vlassa:
-Al avistar la aldea de pescadores nos quedamos para que nuestro hijo naciera allí, cerca del mar, a plena luz, rodeado de viento y entre gentes sencillas y bondadosas. No sospechábamos que eran dos. Por las noches comencé a oír tu voz en mis pensamientos, hermana; resolvimos regresar al estar seguros de que las criaturas eran fuertes y sanas como para hacer el viaje.
Nahala no puede dejar de mirarlos.
Acaso está soñando con sus propios hijos.
No se parecen demasiado pero tienen una marcada afinidad entre sí.
Sus juegos son tranquilos y se comunican en silencio ya que no hablan mucho todavía.
Vlassa narra las cosas extrañas que conoció y cómo la ayudó en el alumbramiento la esposa de un pescador que le recordaba a Salma y que de seguro poseía sus mismas artes.
En cuanto nacieron los llevaron a la orilla del océano para que conocieran las olas verdes y el cielo azul.
Mojaron sus labios con espuma salada y les mostraron el sol.
El aire limpio secó sus llantos y la tierra tibia acunó sus ensueños.
Fue el bautismo de los cuatro elementos.
Laal y Druss se sientan con las señoras para intercambiar recuerdos.
-Veo que el pueblo no es el mismo...
-¡Ah, sí! -contesta el señor de las cucharas. -Ya sabrás lo de la invasión...
Y siguieron hablando el resto de la noche.
lunes
30/ El Caldero de la Bruja [Anna Rhogio] - La novela WEB de magia y hechicería para niños
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