jueves

26/ El Caldero de la Bruja [Anna Rhogio] - La novela WEB de magia y hechicería para niños

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50 / La primavera le da paso al verano.
Parecería que ninguna sombra amenazara la aldea, pero los habitantes están muy tristes y perturbados.
Laal intenta animar a sus amigos reviviendo antiguos juegos e idea una liza entre los fuertes campesinos.
Como los días se alargan, permiten los ejercicios después del trabajo y entrenan en la playa.
Allí cargan redondas y pesadas piedras y las arrojan lo más lejos posible de una línea trazada en la arena.
Lanzan largos troncos robustos, tratando de superar las marcas de sus oponentes.
Al concluir las prácticas están tan agotados que se duermen sin mucho cavilar.
Pero las mujeres no se dedican a estos deportes y se sienten preocupadas e insomnes a medida que el tiempo pasa.
Se reúnen alrededor de las fogatas, alejadas de las cabañas y piden a las hechiceras embrujos con los que poder recuperar el ánimo.
Saben que así no detendrán la invasión, pero se consuelan reforzando la esperanza de que nadie morirá.
-¡Oh, divinos seres que moran en los cuatro elementos! -convoca Salma. -¡Necesitamos las energías del universo para rechazar el mal! ¡El poderío del fuego inextinguible! ¡La tumultuosa firmeza de las olas! ¡La violenta impetuosidad del sismo! ¡La turbulencia del huracán!
-¡Oh, genios de la Madre Naturaleza! -prosigue Nahala. -¡Rogamos vuestra amable protección! ¡Porque somos débiles en nuestros cuerpos físicos! ¡Pequeños como una gota en el océano! ¡Como el terrón que levanta la cuchilla del arado! ¡Como un mínimo suspiro del viento! ¡Y como un rescoldo que se apaga!
Las demás repiten las sencillas plegarias.
A su conjuro aparecen las hadas menores, los duendes, las sílfides, las ninfas y los elfos.
Es un rutilante séquito de personajes extraños y bellos que se amparan y protegen la creación.
Las aldeanas no dan crédito a lo que pueden mirar y en esta ocasión tan peculiar ocurren hechos milagrosos.
Ya en sí, la noche es toda un milagro.
El dios Humo del incienso aroma el lugar y las voces se aquietan.
Entonces se oye claramente esa otra voz diferente, inconfundible, profunda:
-Uuuuuuuuuuuuuuu...
Nahala les enseña a distinguirla:
-¡Silencio! -susurra. -Esa es la divinidad nocturna: el Ruido de la Noche. Nos protege de manera permanente, sólo que no solemos escucharlo. ¡Para eso hay que adiestrar muy bien las orejas!
Las mujeres están maravilladas de lo que aprenden cuando la magia y los ensalmos rondan.
Las llamas colorean sus caras, sus ropas y sus cabellos.
La humareda las rodea.
Siguiendo un impulso, bailan alrededor del fuego.
Un hombre alto, de insólita hermosura, vestido con pieles blancas, las observa escondido en el follaje.
Murmura entre dientes, sonriendo con ironía:
-¡Hato de brujas!

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