viernes

7 / EL CORAZÓN EN LA MANO [Milagros de una Puta]


La ex-prostituta negra y de nalgas montañosas se llevó por delante a los Barra para meterse en el cuarto de Shirley y cuando la insultaron los estaqueó desembolsando una 38:
-Rajen a ratonearse adonde Satanás perdió el condón porque le culeo un tercer ojo a cualquiera y alego defensa propia y salgo antes que termine el entierro.
Después cerró la puerta y encontró a Shirley tirada entre los almohadones y los peluches con los brazos abiertos y se sirvió un Havana Club:
-Tenés que apurar a Paco para que te arregle la claraboya. Está entrando un chijete.
-Me la van a romper cada vez que la arregle. Estos pibes son pirañas.
Entonces Mariana Ventura prendió la estufa eléctrica y se sentó en la cama:
-Hay muy poca gente que sabe lo que pasaba entre Leonardo Regusci y yo cuando vivíamos juntos. Y todavía se ríen cada vez que les explico que jamás fue mi macho. Desnudate, pitufa.
La chiquilina con cara de Virgen le robó un trago a la negra rapada y trató de sonreír:
-Vos sabés que si hay que cojer con minas en las fiestitas está todo bien. Aunque nunca va a ser lo mío.
-Y vos también sabés que a mí lo único que me gusta es la verga.
-¿Y a qué estamos jugando?
-Tranqui -apoyó el vaso en la alfombra Mariana mientras se sacaba la minifalda de charol negro. -¿Ese show del strip-casamiento con Jesús lo inventaste recién cuando entraste al Laboratorio?
-Yo pienso que lo debo haber empezado a hacer en la barriga de mi madre -se agarró la cara Shirley. -Por si se les ocurría matarme antes de tiempo.
-Bueno, te desnudás ya o me voy. Y tirá a la mierda esos peluches de una vez, carajo. No estamos jugando.
Y después que la chiquilina menos escultural que floral se sacó el body lentísimamente la mujer-ballena murmuró:
-Ahora te ponés cucharita y dejás que te frote desde el hombro al talón.
-Eso sí que me gusta.
-Claro: y lo que no nos gusta es que nos revienten a pedradas las vírgenes que pintamos en las claraboyas. Pero no podemos seguir llorando toda la vida.
-¿Hoy no salió bien el show?
-Sí. Pero se veía que estabas hecha carne picada y me dio un miedo horrible. Por eso no me aguanté y subí a hacerte la caricia que inventó Leonardo para que yo dejara de odiar a Dios y pudiera dormir.
-Te dio miedo de qué.
-De que pudieras pensar que cuando nos sentimos cadáveres Dios se muere con nosotros. Él está siempre. ¿Okey? Y ahora vas a tener un orgasmito precioso y dormimos tranquilas. Un fabricante de milagros nunca está solo. ¿Okey?
-Ya está. ¿No sacarías el acolchado del placard, mano santa?



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