lunes

TRES: LA ESTATUA


Según la autora de Mujeres que corren con los lobos, las niñas son empujadas a casarse con el monstruo generalmente antes de los cinco años.

Dicen que, entre los animales, el depredador y su presa trenzan una misteriosa danza psíquica. Dicen que, cuando la presa establece con el depredador cierto tipo de servil contacto visual y experimenta un temblor que produce una leve ondulación de la piel sobre los músculos, reconoce su propia debilidad y accede a convertirse en su víctima.

En el caso de la asombrosa precocidad que demuestra Delmira Agustini para sumergirse en la búsqueda de una plenitud mística a través de la literatura y la música, por ejemplo, es su propia madre-pulpo la que la empuja a someterse a los ensueños adictivos que le propone el Barba Azul interior siempre que en sociedad se porte como una estatua.

¿Cómo no recordar tu Niña ahogada en el pozo, Federico?: Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes, / pero sufren mucho más por el agua que no desemboca. / Que no desemboca.

Porque la agonía, el sueño y el fermento del imperator pudieron enjoyar revolucionariamente al mundo desde un altillo sucio. Pero Julio era macho.

Ella tuvo que someterse a negociar de por vida mascarones lingüísticos para entenderse con los dueños de la decencia subterráneamente afiebrada de inefabilidad, y es triste y necesario reproducir este mensaje familiar de La Nena, una de sus personalidades estancadas en la jaulita del establishment:

La Nena sigue hoy muy mejorcita gracias a Dios. Ya recibió la cartita de Q. men tempanito. Ya falta poquito para vernos si D. tiere… A yo me parece que el 25 tarda mucho asimismo. Yo queo que los días se han volvido más lago. Falta hoy, mañana y ... despés? La Nena se qedó ayer tan mejorcita cuando sabió que Q. venía que en la tarde pudió salir un poquito a tomar el sol y a la noche comió poco: hacía cuatro días que estaba a leche solita. Digame mucho mañana si D. quiere que mene, que mene y que mene… Todavía me parece un sueño de yo. Le digo esto para que adivine y hoy pona eso en su carta, porque esta la recibirá el día del embarco. Cariños de todos y mena el 25. Mena noche, mi viejo terido. Saludos respetuosos y mimitos de Yo.

O este viboresco babeo de La Potota:

Polito: no olvides tu promesa, viejo. Pensá que tenés una hijita y que debes cuidarte para ella. No agregues nada a la carta. Ya me parece demasiado dura. Pensá bien Pototo. Tomá todas las precauciones para que no se sepa que es Pototo. Menena se mere de susto y Pototo tiene un barullo. Mena note Pototo. Tuya tuya, Pototita. (…) Pototo: recibí tolo. Tolo es pecioso. Tuya Potota.

Pero Darío le rezaba al Dios en el que a veces creía que creía y en el que a veces no creía que no creía y ella se sentía capaz de roer hasta en la roca una masculinidad salvaje digna de la Teresa que sirvió a Satanás hasta los cuarenta años y un día resolvió descalzarse y escalar el abismo estrellado del Carmelo.

-Eros: ¿acaso no sentiste nunca / Piedad de las estatuas? / Se dirían crisálidas de piedra / De yo no sé qué formidable raza / En una eterna espera inenarrable. / Los cráteres dormidos de sus bocas / Dan la ceniza negra del Silencio, / Mana de las columnas de sus hombros / La mortaja copiosa de la Calma, / Y fluye de sus órbitas la noche: / Víctimas del Futuro o del Misterio, / En capullos terribles y magníficos / Esperan a la Vida o a la Muerte.
(…) Piedad para los cuerpos revestidos / Del armiño solemne de la Calma, / y las frentes en luz que sobrellevan / Grandes lirios marmóreos de pureza, / Pesados y glaciales como témpanos; / Piedad para las manos enguantadas / De hielo, que no arrancan / Los frutos deleitosos de la Carne / Ni las flores fantásticas del alma; / Piedad para los ojos que aletean / Espirituales párpados: / Escamas del misterio, / Negros telones de visiones rosas… / ¡Nunca ven nada por mirar tan lejos! / Piedad para las pulcras cabelleras / -Místicas aureolas- / Peinadas como lagos / Que nunca airea el abanico negro / Negro y enorme de la tempestad; / Piedad para los ínclitos espíritus / Tallados en diamante, / Altos, claros, extáticos / Pararrayos de cúpulas morales; / Piedad para los labios como engarces / Celestes donde fulge / Invisible la perla de la Hostia; / -Labios que nunca fueron, / Que no apresaron nunca / Un vampiro de fuego / Con más sed y más hambre que un abismo.-

Y aunque estas lunas de Delmira van a seguir siendo capaces de peinarle la desesperación a cualquier tribu de cualquier planeta, el depredador sonríe y canta Primero yo por más fuerte con risa gardelera.

Y el cadáver de La Nena vuelve al sótano azul.



(click en la imagen para volver)



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