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A LA BÚSQUEDA DE UNA IDENTIDAD EN LA OBRA DE JUAN CARLOS ONETTI (37) - MARYSE RENAUD

  

1ª edición: Editorial Proyección / Uruguay / 1993, en colaboración con la Universidad de Poitiers.

1ª edición virtual: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2020, con el apoyo de la Universidad de Poitiers.

 Traducción del francés: Hugo Giovanetti Viola

 

HISTORIA Y FICCIÓN

 

III. LA AUSENCIA DEL PADRE (3)

 

A la figura paterna, en efecto, pocas veces ausente en las obras de Juan Carlos Onetti, se les atribuye sin embargo, en la mayor parte de ellas, un papel secundario. A menudo el padre no posee un status verdaderamente autónomo y se confunde entre los trazos poco complacientes con que suele ser presentado el mundo de los adultos. Esto sucede especialmente en los cuentos de juventud. En El pozo, por ejemplo, la existencia del padre del narrador está apenas pautada por un apunte que no contribuye en absoluto a realzarlo. Como toda la gente de su edad, el padre de Eladio Linacero se transforma en un simple decorado de las tradicionales fiestas de fin de año, lo que lo aparta un poco más aun de un hijo sumergido apasionadamente en su soledad:

 

Era un fin de año y había mucha gente en casa. Recuerdo el champán, que mi padre estrenaba un traje nuevo y que yo estaba triste o rabioso, sin saber por qué, como siempre que hacían reuniones y barullo. Después de la comida los muchachos bajaron al jardín. (Me da gracia ver que escribí bajaron y no bajamos). Ya entonces nada tenía que ver con ninguno. (58)

 

En Los niños en el bosque, el padre se verá igualmente relegado a un papel secundario. Sin llegar a suscitar repulsión, su figura será eclipsada, en el marco de un estrecho y mezquino trasfondo familiar, por la presencia más generosa y dinámica de una madre y una hermana cuyos defectos no deja, sin embargo, de recalcar:

 

A los tipos de la esquina puedo odiarlos. Papá, mami, Clarita. Si el viejo fuera pistolero, Mami alcahueta, por lo menos, y la Clara saliera a pasear, despacito, todos los días a una hora como ésta. Si pudiera odiarlos, y no me tuvieran preso y mudo porque son tan buenos y me quieren. Si pudiera dejarles una carta sucia y enconada. En una carta dejaba toda la suciedad y el rencor, en la mesita de Mami, tapada la mitad del sobre con las flores de la carpera verde (59).

 

En muy pocas ocasiones, la presencia del padre aparece en un primer plano. Pero como sucede en Tiempo de abrazar, El álbum, Juntacadáveres o Dejemos hablar al viento, surgirá caracterizado como un censor que se opone a la libre expresión y a los deseos considerados disparatados y hasta peligrosos de la juventud: Jason, Jorge Malabia y Seoane chocan con un padre no desprovisto de cualidades aunque decidido a ejercer plenamente su ingrata misión educativa, que incluye el ponerlos en guardia contra las trampas del amor:

 

Contempló atentamente la cara vieja y bondadosa que miraba ahora el humo del cigarrillo.

-Me pareció preferible acá en lugar de hacerlo en casa. Estaremos más cómodos. Y está de más que le diga que Virginia no sabe nada de esto. Que yo lo he llamado.

Tuvo un impulso de indignación. Fuera lo que fuera, el resto de su charla…

Todo armonizado con la oficina limpia y ordenada, el flamante traje azul, la voz doctoral, los correctos ademanes.

Yo sé que el paso que voy a dar es delicado. Extremadamente delicado. Y no se me escapa que usted podría interpretarlo en un sentido desfavorable. Pero ya le he dicho… El preámbulo lo mortificaba como un cepo. Contra sí mismo debía de indignarse. Ya el estar escuchando sosegadamente era una hipocresía. Hacer creer que encontraba natural, dentro del orden, una situación ridícula y absurda. Era el padre de Virginia. Perfecto. Sabía tanto de ella como de danzas sagradas; pero como era el padre… (…) Bueno, Jason. Somos padres y podemos charlar claramente. Quiero decirle esto. Desde que Virginia lo conoció a usted no es la misma. A usted puedo decírselo. Era una criatura encantadora. Dulce y tierna. Y la única hija, Jason, usted comprende… Bueno, ahora… se le han metido no sé cuántas locuras en la cabeza. Independencia, libertad… No sé. Si las cosas no hubieran llegado a un punto… Pero es necesario terminar con esto (60)

 

Notas

 

(58) El pozo, p. 10.

(59) Los niños en el bosque, en Tiempo de abrazar, p. 133.

(60) Tiempo de abrazar, pp. 234-235.

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