martes

ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (71) - MIJAIL. BAJTIN

 3/1) El héroe lítico y el autor. (1)

 

La objetivación lírica del hombre interior puede llegar a ser autoobjetivación. Aquí también el héroe y el autor se acercan, pero existe mayor número de momentos transgredientes a disposición del autor, y estos tienen un carácter más importante. En el capitulo anterior nos hemos convencido de que el ritmo transgrede fundamentalmente el alma viviente. Desde adentro, la vida interior carece de ritmo y se podría decir que tampoco es lírica. Una forma lírica se aporta desde el exterior y no expresa la actitud del alma hacia sí misma sino la actitud valorativa del otro con respecto a ella. Por eso la extraposición valorativa del autor en la lírica es tan fundamental y tan intensa; el autor debe aprovechar hasta el final su privilegio de estar fuera del héroe. No obstante, la proximidad entre el héroe y el autor en la lírica no es menos evidente que en la biografía. Pero si en la biografía, como lo hemos visto, el mundo de los otros, de los héroes de mi vida,, me asimilaba en tanto que autor, y el autor no tiene nada que oponer a su héroe fuerte y autoritario aparte de la concordia (el autor parece ser más pobre que su personaje), en la lírica tiene lugar un fenómeno contrario: el héroe no tiene casi nada que oponer al autor; el autor parece penetrarlo completamente dejándole en su profundidad tan sólo una posibilidad potencial de independencia. El triunfo del autor sobre el héroe es demasiado completo, el héroe está absolutamente debilitado (este triunfo es aun más pleno en la música: se trata de una forma casi pura de otredad detrás de la cual casi no se percibe la oposición netamente vital de un personaje posible). Todo lo interior en el héroe casi totalmente está dirigido hacia el exterior, hacia el autor y está elaborado por este. Casi todos los momentos objetuales y semánticos en la vivencia del héroe que podrían resistir a la plenitud de la conclusión estética están ausentes en la lírica, y por eso se logra tan fácilmente la autocoincidencia del héroe, su identificación consigo mismo (incluso en la lírica filosófica el sentido y el objeto son totalmente inmanentes a la vivencia, están concentrados en ella y por lo tanto no ofrecen lugar a una no coincidencia consigo mismo y a la salida hacia el acontecimiento abierto del ser; se trata de un pensamiento vivenciado que cree tan sólo en su propia existencia y que no adivina ni ve nada fuera de sí mismo). ¿Qué es lo que le da al autor un poder tan completo sobre el héroe? ¿Qué es lo que hace al héroe tan débil internamente (se podría decir, no serio)? ¿Por qué el aislamiento de la vivencia en el acontecimiento del ser se vuelve tan completo? En otras palabras: ¿qué es lo que le da al autor y a su postura valorativa en la creación tanta autoridad para con un héroe lírico que se vuelva posible una autoobjetivación lírica (una coincidencia personal del héroe y del autor fuera de los límites de la obra)? (Podría parecer que en la lírica no existen dos unidades sino tan sólo una; los círculos del autor y del héroe se fundieron y coincidieron sus centros.) Este carácter autoritario está fundamentado por dos momentos.

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