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BELÉN RUEDA “SUEÑO CON PODER SER ACTRIZ HASTA EL FINAL”

 

 por Amalia Enríquez

 

Sigue conservando esa belleza tan característica en las musas de Alfred Hitchcock. Alguien la describió, hace tiempo, como "una fuerza de la naturaleza" y, si estuviera en Hollywood, ya la definirían como "la Venus rubia". Aunque empezó haciendo sus pinitos en la danza, su bautismo de fama le llegó en la pequeña pantalla. Sin embargo, ha sido el cine quien le ha abierto las puertas "de par en par" para que triunfe a lo grande. Lo suyo es tenernos en tensión y, en "No dormirás", mete miedo del que no te deja conciliar el sueño...

 

Volvemos a las andadas, al miedo, aunque sea psicológico…

 

Sí y a mí me encanta. Me gusta que el espectador esté en tensión. 'No dormirás' hace pensar bastante y tiene dos enseñanzas importantes. Una es que, llegar hasta un extremo mental que te puede afectar anímica y físicamente, no es necesario. Otra es que, cuando alguien tiene unas determinadas carencias o inseguridades, no siempre el fin justifica los medios.

 

¿Eres miedosa?

 

Cuando hice 'El orfanato' no había visto ni 'El resplandor' ni ninguna película de miedo. En ese momento es cuando empecé a verlas porque, cuando vas a rodar algo así, hay un código que es conveniente que sepas. Yo soy muy miedica, pero me he dado cuenta de que uno puede curarse los miedos.

 

¿Cómo los gestionas tú?

 

El miedo te llega o te atenaza porque desconoces lo que hay al otro lado de la puerta. Hay que abrirla y la sensación es terrorífica mientras la estás abriendo pero, cuando descubres lo que hay al otro lado, viene la calma. Hay que tener valor para abrir la puerta, porque no puedes estar teniendo pánico toda la vida.

 

Pero hay que saber hacerlo…

 

Hay momentos en la vida en los que te sientes más segura y vences esos miedos que son, sin duda alguna, inseguridades. El sentirte segura te da la fuerza para cruzar las puertas.

 

¿Nunca has tenido un cierto "yuyu" al rodar una escena?

 

Sí, sí... Y me pueden pasar dos cosas. Una es que, según acabe de rodarla, necesite unos diez minutos de desconexión, solo para mí. Y otra que, como entre en un sitio malo, que yo le llamo, no puedo parar de llorar o de tener angustia. Hay una escena en 'Mar adentro', en la que me estoy despidiendo de Ramón Sampedro y le estoy diciendo "lo vamos a hacer, vamos a morir juntos", en la que entré en bucle. Era una escena muy emocional y yo acababa de pasar por una situación personal muy dolorosa y profunda. Entré en una espiral de la que me costó mucho salir.

 

¿Merece la pena pasar por esa tesitura?

 

A veces sí porque acaba siendo algo depurativo. 'Mar adentro' me ayudó muchísimo emocionalmente. Leí bastante sobre la muerte y las diferentes teorías de varios autores, alguna de ellas bastante poética y natural, algo a lo que no estamos acostumbrados. Para llegar a la curación tienes que pasar por esos estados vitales.

 

¿Qué te quita el sueño?

 

La enfermedad y la injusticia. Eso me aterra más que la muerte, que no me da ningún miedo. Pienso que es una faena para los que se quedan, eso sí. Lo que de verdad me aterra es una enfermedad que llega a un punto en el que no puedes decidir hacia dónde quieres ir, porque no me gusta ser una carga para nadie.

 

¿Qué te asusta o intimida al volver la vista atrás?

 

En principio no me asusta nada porque ya ha pasado. Si hay algo de miedo es en lo que puede venir. Algo que me aprendido en todo este tiempo, sobre todo cuando he estado rodando en África, es que hay que disfrutar el presente y no pensar en mañana.

 

¿Cuál es ese primer recuerdo que te viene a la cabeza del pasado?

 

El día que me llamaron para hacer 'Mar adentro'. Estaba en Menorca y no me lo podía creer.

 

¿Algún sueño sin realizar?

 

Seguir trabajando en esta profesión. Sueño con poder ser actriz hasta el final, al margen de que tengo ahí un runrún que me lleva a soñar con dirigir y producir.

 

¿Qué te hace reír/sonreír sin remisión?

 

Cuando estoy con los que más quiero, con mi familia.

 

¿El mejor regalo que te ha dado la vida?

 

Mis hijas.

 

Ese momento en el que has dicho ¿qué he hecho yo para merecer esto?

 

Ha habido etapas en mi vida en las que la desgracia se ha cebado en muy poco tiempo. Hubo momentos en los que tuve la sensación que no iba a salir de ahí. El bucle que hablábamos antes. Igual que lo hay en positivo, existe en negativo. Y, en ese, hay momentos que no ves la luz al final del túnel.

 

¿Existe un super poder que te gustaría tener?

 

Sí, el de poder trasladarme en cero coma de un lugar a otro. Podría decirte el ser invisible, que te permite observar sin ser visto, pero eso no me gusta porque no soy nada cotilla. Lo que me fascinaría es poder estar en dos lados a la vez.

 

¿El momento más embarazoso en el que te hayas encontrado?

 

Cuando me dieron el Goya como actriz revelación, no me lo esperaba para nada y estaba tan nerviosa que, cuando di las gracias, me olvidé de dárselas a Amenábar ¿Te lo puedes creer? Te lo juro por mi vida. Me quise morir y, cuando me dieron el Fotograma de plata, lo primero que dije fue "Alejandro, gracias."

 

¿Recuerdas la última vez que has llorado?

 

Sí...y fue de tristeza. No la vamos a recordar.

 

¿Qué libro te cambió la perspectiva vital?

 

El amanecer.

 

¿La palabra que más dices?

 

Fenomenal (risas).

 

¿A quién invitarías a la cena de tus sueños?

 

A mi novio.

 

¿Lo peor de la fama?

 

La poca privacidad.

 

Imagínate que mañana se acaba todo ¿qué te quedaría por hacer o qué es eso que no querrías dejar de realizar?

 

Cuando piensas que mañana termina el mundo, yo me juntaría con la gente que quiero las veinticuatro horas. Aunque tuviera de margen una semana, eso es lo que haría.


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