martes

SAN JUAN DE LA CRUZ - LLAMA DE AMOR VIVA (169)

 ¡Oh lámparas de fuego,

en cuyos resplandores

las profundas cavernas del sentido

que estaba oscuro y ciego,

con extraños primores

calor y luz dan junto a su Querido!

 

DECLARACIÓN

 

37 / No es posible que esta altísima sabiduría y lenguaje de Dios, cual es la contemplación, se pueda recibir menos que en espíritu callado y desarrimado de sabores y noticias discursivas, porque así lo dice Isaías por estas palabras, diciendo: ¿A quién enseñará ciencia y a quién hará oír Dios su audición? Y él responde: A los destetados de la leche, esto es, de los gustos, y a los desarrimados de los pechos (28,9), esto es, de las noticias y aprehensiones pariculares.

 

38 / Quita, ¡oh alma espiritual!, las motas y pelos, las nieblas, y limpia el ojo, y luciráte el sol, y verás claro. Pon el alma en paz, sacándola y libertándola del yugo y servidumbre de la flaca operación de su capacidad, que es el cautiverio de Egipto (donde todo es poco más que juntar pajas para cocer tierra), y guíala, ¡Oh maestro espiritual!, a la tierra de promisión que mana leche y miel; y mira que para esa libertad y ociosidad santa de hijos de Dios llámala Dios al desierto, en el cual ande vestida de fiesta y con joyas de oro y plata ataviada, habiendo ya dejado a Egipto, dejándolos vacíos de sus riquezas (Ex, 12,35), que es la parte sensitiva, y no sólo eso, sino ahogados los gitanos (ibíd., 14-27-28) en la mar de la contemplación, donde el gitano del sentido, no hallando pie ni arrimo, se ahoga y deja libre al hijo de Dios, que es el espíritu salidos de los límites y servidumbre de la operación de los sentidos, que es su poco entender, su bajo sentir, su pobre amar y gustar, para que Dios le dé el suave maná (ibíd., 16,14), cuyo sabor, aunque tiene todos los sabores y gustos, en que tú quieres traer trabajando el alma, con todo eso, por ser tan delicado que se deshacen en la boca no se sentirá si con otro gusto o con otra cosa se juntare. Pues, cuando el alma va llegando a este estado, procura desarrimarla de todas las codicias de jugos, sabores, gustos y meditaciones espirituales, y no la desquietes con cuidados y solicitud alguna de arriba y menos de abajo, poniéndola en toda enjenación y soledad posible; porque, cuanto más esto se alcanzare y cuanto más presto llegarre a esta ociosa tranquilidad, tanto más abundantemente se le va infundiendo el espíritu de la divina sabiduría, que es amoroso, tranquilo, solitario, pacífico, suave y embriagador del espíritu, en el cual se siente llagado y robado tiernamente y blandamente, sin saber dre quién,ni de dónde ni cómo. La causa es porque se comunicó sin su operación propia.

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