martes

ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (66) - MIJAIL. BAJTIN

 AUTOR Y PERSONAJE EN LA ACTIVIDAD ESTÉTICA (30)

 

EL HÉROE COMO TOTALIDAD DE SENTIDO

Acto, confesión, autobiografía, héroe lírico, biografía, situación, carácter, tipo, personaje, hagiografía. (9)

 

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Pasemos al tercer momento del valor biográfico: la aceptación positiva del fabulismo de la vida por el héroe. Es deseo de vivir el fabulismo de la vida, precisamente el fabulismo y no un argumento definido y acabado; vivenciar el determinismo del ser en las situaciones de la vida, su cambio, su variedad, pero no el cambio que determine y concluya al héroe, sino un fabulismo que nada concluya y que lo deje abierto a todo. Esta fabulística alegría de vivir no se iguala, desde luego, a la vitalidad puramente biológica; una simple concupiscencia, una necesidad, una atracción biológica sólo pueden originar la facticidad del acto, pero no su valoración (y aun menos su constitución). Cuando un proceso vital se valora y cobra sentido, nos enfrentamos al fabulismo como serie valorativamente afirmada de logros vitales, de dación del contenido del devenir vital. En este plano valorativo de la conciencia, también la lucha vital (la autoconservación biológica y la adaptación del organismo) en determinadas condiciones del mundo valorativamente sostenido llega a ser un valor de aventura (está casi totalmente purificada de significados objetivos; se trata de un juego con la vida pura como factor fabulístico, liberado de toda responsabilidad en el acontecimiento único y unitario del ser). El individualismo del aventurero es inmediato e ingenuo, un valor de aventura presupone un mundo afirmado de los otros en el que está arraigado el héroe de este tipo; si se le priva de este suelo de la atmósfera valorativa de la otredad (de esta tierra, de este sol, de esa gente), también moriría el valor de la aventura, no tendría con qué respirar; el enfoque crítico es imposible en la aventura; el sentido la desintegraría; si no, la aventura adquiriría un matiz de desesperación retorcida. En el mundo de Dios, sobre la tierra de Dios y bajo el cielo de Dios, donde transcurre la vida, el valor de la aventura es igualmente imposible. El fabulismo valorativo de la vida tiene un carácter inconsciente de oxímoron: alegría y sufrimiento, verdad y mentira, bien y mal están fundidos indisolublemente en la unidad de la corriente del ingenuo fabulismo de la vida, porque el acto determina no el contexto semántico que forzosamente se contrapone al yo-para-mí, sino al otro que se posesiona de mí, el acontecimiento valorativo del ser le da otredad en mí (por supuesto, no se trata de una fuerza de la naturaleza espontánea absolutamente indiferente del valor, sino de la naturaleza en el hombre, valorativamente afirmada y constituida; en este sentido el bien se valora precisamente como bien, y el mal como mal, la alegría como alegría y el sufrimiento como sufrimiento, pero se equilibran precisamente por el peso valorativo del contenido de la dación de la vida, del mismo ser-otredad humano en mí; de allí que su sentido no llega a ser forzado ni desesperado, no se convierte en fuerza decisiva que determine la vida, puesto que en su base no está la conciencia de la unicidad de su lugar en el acontecimiento único y unitario del ser frente al futuro semántico).

 

Este fabulismo valorativo que organiza la vida y la aventura-acto del héroe también organiza la narración acerca de su vida que es una fábula infinita y falta de sentido con forma de aventura: el interés por la fábula y por la aventura de un autor-lector ingenuo no transgrede el interés vital de un héroe ingenuo.

 

Estos son los tres momentos principales de un valor biográfico de aventura heroica. Por supuesto, un momento u otro pueden prevalecer en una forma determinada y concreta, pero los tres momentos están presentes en la biografía de primer tipo. Esta es una forma que es más próxima al sueño sobre la vida. Pero el soñador (como el héroe de Las noches blancas) es un héroe biográfico que perdió su ingenuidad y empezó a reflexionar.

 

Al héroe biográfico de primer tipo le son propias las escalas específicas de valores, las virtudes biográficas: valentía, honor, magnanimidad, prodigalidad, etc. Es una moral ingenua y concentrada que llega a ser dación: las virtudes de superación del ser neutral y espontáneo de la naturaleza (de la autoconservación biológica, etc.) por el mismo ser, pero afirmado valorativamente (del ser de la otredad), del ser de la cultura, del ser de la historia (la huella del sentido en el ser, la huella del valor en el mundo de los otros; el crecimiento orgánico del sentido en el ser).

 

La vida en la biografía de primer tipo es una especie de danza de ritmo lento (la lírica es danza de ritmo rápido); aquí todo lo interior y todo lo exterior tienden a coincidir en la conciencia valorativa del otro, lo interno tiende a exteriorizarse, y lo externo a interiorizarse. La concepción filosófica surgida con base en los motivos esenciales del primer tipo de biografía corresponde a la filosofía estetizante de Nietzsche; en parte también a la concepción de Jacobi, aunque en esta última aparece un momento religioso: la fe; la actual filosofía de la vida se fundamenta en la aportación de los valores biográficos de primer tipo.

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