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ALBERT HOFMANN - LSD: CÓMO DESCUBRÍ EL ÁCIDO Y QUÉ PASÓ DESPUÉS EN EL MUNDO (15)

 La aplicación de LSD en psiquiatría (1)

 

La primera investigación sistemática del LSD en el ser humano fue realizada por el Dr. Med. Werner A. Stoll, un hijo del profesor Arthur Stoll, en la clínica psiquiátrica de la universidad de Zurich y publicada en 1947 en el Schweizer Archiv für Neurologie und Psychiatrie (Archivo Suizo de Neurología y Psiquiatría) bajo el título de “La dietilamida del ácido lisérgico”, un phantasticum del grupo del cornezuelo de centerno”.

 

La prueba se realizó tanto con personas sanas cuanto con esquizofrénicas. Las dosis eran mucho menores que en mi autoensayo con 0,25 mg. de tartatro de LSD; se emplearon sólo 0,02-0,13 mg, Los sentimientos durante la embriaguez de LSD fueron aquí predominantemente eufóricos, mientras que en mí, a consecuencia de la sobredosis, se habían caracterizado por graves síntomas secundarios y temor al desenlace incierto.

 

En esta publicación fundamental ya se describían científicamente todos los síntomas de la embriaguez lisérgica y se caracterizaba la nueva sustancia activa como un phantasticum. La cuestión de la acción terapéutica del LSD quedaba en suspenso. Se destacaba, en cambio, la elevadísima eficacia del LSD, que se mueve en dimensiones como las que se suponen para unas sustancias -traza que están presentes en el organismo y son las causantes de determinadas enfermedades mentales. Dada la enorme eficacia del LSD, esta primera publicación ya tomaba en consideración, asimismo, la posibilidad de aplicarlo como instrumento de investigación psiquiátrica.

 

El primer autoensayo de un psiquiatra (1)

 

En su publicación, W. A. Stoll dio también una amplia descripción de su propia experiencia con LSD. Como se trata de la primera publicación del autoensayo de un psiquiatra, y muestra muchos rasgos característicos de la embriaguez del LSD, conviene reproducirla aquí, un poco abreviada. Le agradezco a su autor el permitir la reproducción de su informe.

 

A las 8.00 horas ingerí 60 (0,06 miligramos) de LSD. Unos 20 minutos más tarde se presentaron los primeros síntomas: pesadez en los miembros, suaves indicios atáxicos. Comenzó una fase subjetivamente muy desagradable de malestar generalizado, paralela a la hipotensión objetivamente medida…

 

Luego se presentó cierta euforia, que sin embargo me parecía menor que en un ensayo anterior. Aumentó la ataxia; caminé con largos pasos “navegando” por la habitación. Me sentí un poco mejor pero preferí acostarme.

 

Después de dejar la habitación a oscuras (experimento de oscuridad), se presentó -en medida creciente- una experiencia desconocida de inimaginable intensidad. Se caracterizaba por una increíble variedad de alucinaciones ópticas, que surgían y desparecían muy rápidamente, para dar paso a formaciones nuevas. Era un alzarse, circular, burbujear, chisporrotear, llover, cruzarse y entrelazarse en un torrente incesante.

 

El movimiento parecía fluir hacia mí predominantemente desde el centro o la esquina inferior izquierda de la imagen. Cuando se dibujaba una forma en el centro, simultáneamente el resto del campo visual estaba lleno de un sinnúmero de esas imágenes. Todas eran coloridas, predominaban el rojo brillante, el amarillo y el verde.

 

Nunca lograba detenerme en una imagen. Cuando el director del ensayo remarcaba mi vasta fantasía, la riqueza de mis indicaciones, no podía menos que sonreírme compasivamente. Sabía que podía fijar sólo una fracción de las imágenes, y mucho menos darles un nombre. Tenía que obligarme a describir. La caza de colores y formas, para los que conceptos como fuegos artificiales o calidoscopio eran pobres y nunca suficientes, despertó en mí la creciente necesidad de profundizar en este mundo extraño y fascinante; la superabundancia me llevaba a dejar actuar esta riqueza inimaginable sobre mí sin más ni más.

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