miércoles

ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (60) - MIJAIL. BAJTIN

AUTOR Y PERSONAJE EN LA ACTIVIDAD ESTÉTICA (22)



EL HÉROE COMO TOTALIDAD DE SENTIDO
Acto, confesión, autobiografía, héroe lírico, biografía, situación, carácter, tipo, personaje, hagiografía.



La arquitectónica de la visión artística no sólo ordena los momentos espaciales y temporales, sino también los del significado; la forma no sólo puede ser espacial y temporal, sino semántica. Hasta ahora, hemos analizado las condiciones en que el espacio y el tiempo del hombre con su vida se vuelven estéticamente significativos; pero también la orientación semántica del héroe en su existencia adquiere una importancia estética: se trata del lugar interior que ocupa en el único acontecimiento del ser, de su postura valorativa dentro del ser, es una posición que se aísla del acontecimiento y se concluye artísticamente; la selección de los momentos semánticos determinados del acontecer define también la selección de los momentos transgredientes que les corresponden en la conclusión, lo cual se expresa en la diversidad de las formas de la totalidad semántica del héroe. Los analizaremos en el presente capítulo. Hay que anotar que las totalidades espacial, temporal y semántica no existen por separado: así como en el arte el cuerpo siempre está animado por el alma no (no importa si se trata de un alma muerta, en la representación de un difunto), tampoco el alma puede ser percibida fuera de la postura semántico-valorativa que adopta, fuera de su especificación como carácter, tipo, situación, etcétera.


1) Acto y confesión (1) En la vida, el hombre se establece desde su interior en el mundo de un modo activo, su vida consciente en todo momento es un avance: yo actúo por medio de un hecho, palabra, pensamiento, sentimiento; y vivo y llego a ser acto. Sin embargo, no me expreso ni me defino directamente por el acto; mediante un acto yo denoto un objeto o un sentido, pero no a mí mismo como algo determinado y determinable; sólo el objeto y el sentido se oponen al acto. En el acto, el momento del reflejo propio de una personalidad en avance está ausente; ese momento aparece en un contexto significante objetivo: en un mundo de propósitos estrictamente prácticos (cotidianos, de valores sociales y políticos, de significados cognoscitivos -el acto del conocimiento-, -de valores estéticos -el acto de creación artística o de la percepción-, y, finalmente, en el área de la moral -en el mundo de los valores estrictamente éticos, en la actitud directa hacia el bien y el mal). Estos mundos objetuales determinan valorativamente el acto por completo a través del mismo actor. Para la misma conciencia en el proceso de avance, su acto no necesita un héroe (o sea, de una personalidad determinada) sino tan sólo propósitos y valores que la rijan y la llenen de sentido. Como tal, mi conciencia en el proceso de avance se plantea las siguientes preguntas; por qué, para qué, cómo, es correcto o no, hace o no hace falta, se debe o no se debe hacer, está bien o mal hecho; pero jamás se pregunta: quién soy, qué soy, cómo soy. Mi determinismo (yo soy así) para mí no forma parte de la motivación misma del acto; no existe el determinismo de la personalidad del actor en el contexto que llena de sentido el acto para el actor mismo (en el neoclasicismo, el acto siempre es motivado por el determinismo del carácter del héroe; el héroe no sólo actúa porque así se deba y haga falta hacer sino también porque él mismo es así; es decir, el acto se determina tanto por la situación como por el carácter -por supuesto, no para el mismo actor, sino para el auto-contemplador extrapuesto. Esto tiene lugar en cualquier obra artística que tenga como propósito la creación de un carácter o un tipo). La ausencia del determinismo en la personalidad  (de un “yo soy así”) en el contexto motivador del acto no puede despertar duda alguna cuando no se trate de los actos de la creación cultural: así, cuando yo actúo conociendo, el acto de mi pensamiento se determina y se motiva por significaciones objetuales hacia las que este pensador se dirige; por supuesto, yo puedo explicar el éxito por mi talento, los errores, por la falta del último, y en general puedo atenerme a semejantes definiciones de mi persona las cuales, sin embargo, no forman parte del contexto motivador del acto como sus determinantes; la que los conoce no es la conciencia en avance cognoscitivo. El acto de creación artística también tiene que ver sólo con las significaciones objetuales a las que va dirigida la actividad artística, y si un artista tiende a plasmar su individualidad en la creación, la individualidad no se le da como un acto determinante sino que se plantea en el objeto, representa un valor que todavía está por realizarse, la individualidad no es portadora del acto sino su objeto y sólo en este forma parte del contexto motivador de la creación. Está claro que en un acto social, político o estrictamente técnico se encuentra en la misma situación.

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