LA TOTALIDAD TEMPORAL DEL
HÉROE
(el problema del hombre interior o el alma) / 16
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“Un pensamiento expresado
es mentira”: el mundo real (abstraído de lo por venir y de lo planteado,
de lo aun no pronunciado) representa un sentido ya expresado, ya enunciado del
acontecimiento del ser, el mundo en su existir es la palabra dicha, enunciada.
La palabra dicha se avergüenza de sí misma en la luz del único sentido que
tenía que ser expresado (si no existe nada valorable aparte de este sentido
contrapuesto). Mientras la palabra no estaba enunciada, se podía creer y tener
esperanzas, porque adelante estaba una forzada plenitud del sentido; pero una
vez dicha la palabra, una vez que se atrape el sentido, todo desaparece. La
palabra ya pronunciada suena a lo irremediable en su carácter ya enunciado; la
palabra pronunciada es la carne mortal del sentido. El ser ya existente en el
pasado y en el presente representa tan sólo la carne mortal del sentido del
acontecimiento del ser por realizarse, del futuro absoluto; es irremediable
(fuera de un cumplimiento futuro). Pero el otro hombre se encuentra por
completo en este mundo, es su héroe, su vida se cumple de lleno en este mundo.
Es carne de la carne y hueso del hueso del mundo existente y no es fuera de
este mundo. A su alrededor y como su mundo, la existencia del ser encuentra su
afirmación por encima del sentido, como un cumplirse positivo. El alma está
fundida con la dación del mundo, a la que consagra con su presencia. El mundo
me muestra su faceta planteada y todavía no cumplida; es el horizonte de
mi conciencia avanzando: la luz del futuro descompone la estabilidad y el valor
intrínseco de la carne del pasado y del presente. El mundo se vuelve
positivamente significativo para mí en su plena dación tan sólo como el entorno
del otro. Todas las características y las definiciones del mundo en el arte
y en la filosofía estetizada se dirigen valorativamente al otro que es
su héroe. Este mundo, esta naturaleza, esta historia determinada, esta visión
del mundo históricamente condicionada, en tanto que afirmados positivamente
fuera del sentido, son el mundo, la naturaleza, la historia, la cultura del
otro hombre, recogidas y concluidas por la eterna memoria. Todas las
características y definiciones del ser existente que le confieren un movimiento
dramático, desde el ingenuo antropomorfismo del mito (cosmogonías, teogonías)
hasta los procedimientos del arte moderno y las categorías de la filosofía
intuitiva y estetizante -principio y fin, nacimiento y eliminación, ser y
llegar a ser, la vida, etc.-, están iluminadas, todas gracias a la luz valorativa
reflejada de la otredad. El nacimiento y muerte y todos los eslabones
intermedios de la vida representan la escala del enunciado valorativo acerca de
la existencia del ser. La carne mortal del mundo cobra un significado
valorativo sólo vivificada por el alma mortal del otro; pero se
desintegra en el espíritu (que no la vivifica sino que la juzga).
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