miércoles

MARYSE RENAUD - A LA BÚSQUEDA DE UNA IDENTIDAD EN LA OBRA DE JUAN CARLOS ONETTI (6)


1ª edición: Editorial Proyección / Uruguay / 1993, en colaboración con la Universidad de Poitiers.

1ª edición virtual: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2020, con el apoyo de la Universidad de Poitiers.

Traducción del francés: Hugo Giovanetti Viola


UN IMPERATIVO ESTÉTICO Y MORAL: LA CREACIÓN DE LA NOVELA URBANA

MODERNIDAD Y TEMÁTICA URBANA (4)


Buenos Aires-Santa María: estos dos polos extremos del universo novelístico de Juan Carlos Onetti -que no excluyen sin embargo la existencia de otros ámbitos secundarios- posee cada cual su especificidad. Cronológicamente, son Montevideo y en Buenos Aires, las dos capitales más cosmopolitas del Río de la Plata, las que adquieren los primeros títulos de nobleza en la producción onettiana. Montevideo -señalémoslo al pasar- no goza de un estatuto específico dentro del universo narrativo del novelista. Cuando la capital uruguaya aparece explícitamente, como en El pozo, a través de la evocación de importantes arterias -la calle Eduardo Acevedo (20), por ejemplo, que lleva el nombre del célebre historiador uruguayo- o de barrios muy conocidos como Capurro (21), ella se diferencia apenas cualitativamente de Buenos Aires, sui hermana mayor antes que rival. Las dos son en efecto el producto de una misma historia incapaz de ocultar la partición bastante artificial del antiguo virreinato del Río de la Plata en distintas naciones.  Las dos constituyen el objeto de un mismo amor, de una idéntica solicitud. Esto no resulta nada sorprendente tratándose de la trashumante vida de Juan Carlos Onetti, repartida entre Montevideo -el lugar de su nacimiento- y Buenos Aires, donde se radicará durante largo tiempo, y menos aun de la misión que le asignará, a partir de los años treinta y en nombre de la autenticidad, a la literatura de su país (22). Además, cuando comienza la audaz empresa de la exhumación (o de la creación, tal como él lo pretende) de la identidad de sus contemporáneos, enterrada bajo un montón de literatura envejecida, y se dispone a radiografiar el mundo urbano, percibe ante todo, más allá de las diferencias de las dos principales ciudades del Río de la Plata, su comunidad cultural, su participación en la escena misma de la Ciudad. Esta búsqueda que, bastante paradójicamente, recuerda por su objetivo a la novela regionalista de los años 20 y su culminación más ambiciosa en la novela de “protesta social”, no constituye sin embargo su prolongación (23). Podríamos incluso afirmar que la obra de Juan Carlos Onetti está ubicada en las antípodas de esas dos corrientes literarias.


Notas

(20) El pozo, p. 31.

(21) Ibid. p. 10.

(22) La “cronología” publicada en Onetti nos provee al respecto de preciosa información. Juan Carlos Onetti, nacido en Montevideo el 1º de julio de 1909, realiza su primer viaje a Buenos Aires en 1930. Cuatro años más tarde vuelve a su país natal. Habiendo publicado ya en la Argentina, en el diario La Prensa, su primer cuento: Avenida de Mayo-Duagonal-Avenida de Mayo. Su segunda estadía, de una duración y alcance mucho más determinantes, se extiende desde 1941 a 1955. Esta etapa particularmente fecunda en la carrera del novelista, coincide con la época de sus grandes novelas urbanas.

(23) Creemos que la diferencia fundamental que separa a la novela regionalista y a la novela de “protesta social” de las obras publicadas en América Latina a partir de los años cuarenta debe rastrearse en la rápida evolución del contenido ideológico del momento. La década que va de 1910 a 1920 fue la de la Revolución Mexicana y la Revolución de Octubre. Ella engendra indiscutiblemente entre la intelectualidad latinoamericana un brote de esperanza, el nacimiento de la confianza en el destino histórico del continente. El “americanismo” de la producción novelística de la época da fe de ello. La literatura fue entonces concebida como el agente privilegiado, el medio por excelencia para estimular la toma de conciencia y la integración nacional. Los años 30 invitaron en cambio a la reflexión. La “gran crisis” del 29 sacudió -aunque con cierto retraso- a una América Latina cuyas vacilantes economías fueron sometidas a una dura prueba. Paralelamente se consolidaba el socialismo en la URSS, y el “realismo socialista” ganaba adeptos en Europa y América Latina. La novela se fijaba como objetivo el impulsar y favorecer la elucidación de los mecanismos reales de la sociedad. En Uruguay, por ejemplo, Enrique Amorim ocupa el primer plano de la escena literaria. Por el contrario, cuando Juan Carlos Onetti comienza a escribir, el panorama político se ha ensombrecido singularmente, tanto en el plano nacional como en el internacional, lo que explica la tonalidad amarga de algunas de sus obras, como lo expresa brillantemente Ángel Rama en su artículo titulado “Origen de un novelista y de una generación literaria”, fechado en mayo de 1963 y publicado conjuntamente con la segunda edición de El pozo.

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