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ESPACIO Y TIEMPO EN LAS PATOLOGÍAS MENTALES (39) - HÉCTOR GARBARINO


1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996
1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019

IV. LO ARCAICO EN LA TEORÍA DEL SER

El simbolismo cósmico y el inconsciente del yo-Ser * (3)

Héctor Garbarino


El símbolo del sol (1)

Un símbolo que se observa con alguna frecuencia en los delirios esquizofrénicos es el símbolo del sol. (4)

Transcribiré fragmentos clínicos de un paciente de Geza Roheim (**********), un esquizofrénico de 25 años que “nos aseguró que tenía a su cargo la tarea de mantener al Sol en su lugar. Miraba al Sol a través de la ventana y con sus manos indicaba que estaba haciendo “una bola de carne”. Luego le insuflaba “flotabilidad” y la hacía elevarse oír los aires, explicando: “Es necesario mantenerla allí arriba con la fuerza de la voluntad. De lo contrario se viene abajo”. En los últimos tiempos se había visto obligado a fabricar un nuevo sol, pues según sus palabras “el sol estaba hecho trizas y sangrando”.

Es el aparato psíquico constituido que nos provee de un lugar en este mundo. Los esquizofrénicos, debido a la coexistencia del espacio cósmico y el espacio individual, sienten que no tienen lugar. Este paciente cuya esquizofrenia ha alcanzado un grado de disgregación mental mayor que el anterior, con desestructuración de su esquema corporal, al “hacer una bola de carne” mientras mira el sol, identifica su cuerpo con el Sol (5), de manera de recuperar su organización formal y con ella un cuerpo estructurado (6). Si con el tiempo vuelve a la disgregación debe “fabricar un nuevo sol”.

Vemos aquí como el paciente, narcisismo del Ser mediante, intenta restaurar el orden psíquico y corporal perdido, de modo que su identificación primaria con un símbolo cósmico es un intento de autocuración. (7)

Los autistas que aun no han formado su aparato psíquico, constituyen un material clínico privilegiado para la observación de los aspectos más arcaicos de la vida psíquica. Su psiquismo incipiente formando una unidad con el espacio exterior nos suministra las presentaciones simbólicas cósmicas mayor diafanidad. Lo humano y lo cósmico se unen como en ninguna otra patología, volviéndose en esencia la misma cosa. Nos remiten, por consiguiente, a nuestros orígenes cósmicos, nos muestran que sólo somos una partícula del cosmos.

Así una niña autista que se encontraba llorando dice: “llueve”. Es evidente que no se trata aquí de una metáfora poética, sino que la niña sentía que sus lágrimas y la lluvia eran la misma cosa. Todavía no ha constituido un aparato psíquico que la segregue del Universo.

Notas

(4) Freud (****) ya había señalado esta relación entre delirio y mitología en el caso Schereber “por la particular relación del enfermo con el Sol, que no puedo menos que declarar ‘un símbolo paterno’ sublimado”. Pero en la misma página líneas arriba dice: “…tengo derecho a confiar que cualquier lector instruido en el psicoanálisis ha de extraer del material comunicado más de lo que yo declaro de manera expresa, y no le resultará difícil tensar mejor los hilos de la trama y alcanzar conclusiones que yo apenas indico”.

(5) “La primera característica de los mitos es la identificación de los hombres, los dioses y el cosmos” (Giedion (********) que aquí adquiere el carácter de una identificación primaria cósmica.

(6) Jung (*********) ya había mostrado el carácter ordenador de los arquetipos.

(7) “El Sol es un símbolo de resurrección y de inmoratlidad” (**)

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