martes

CLARISSA PINKOLA ESTÉS - DESATANDO A LA MUJER FUERTE (48)


MUCHOS TIPOS DE PRISIONES:
LA MUJER QUE QUEDA AL ÚLTIMO
“NUESTRA SEÑORA
DETRÁS DEL MURO”

Cómo la herida generacional de ser despojados de
la Madre provoca que generaciones subsiguientes
vivan agachadas como si aun los estuvieran
aplastando cuando ahora son, de hecho, libres (9)

Para colmo de males… pero déjennos ver, realmente ver (1)


No conocemos el final de la historia del mural de Nuestra Señora en la Capillita Sixtina de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en el norte de Denver. No conocemos aun el fin, pero sí otra página de la historia. Desde que se construyó el muro, alguien tristemente desfiguró el mural de Nuestra Señora de Guadalupe en la prisión del clóset. Sólo un par de personas parecían tener llaves de la puerta del clóset donde ahora vive Nuestra Señora con el Santo Juan Diego. Alguien entró y con aerosol pintó sobre ella: “¡Ya Basta!” y “¡No Más!”. Quizás los que quieren que la pared oculte a Nuestra Señora estén pensando: “Sí, es correcto. Váyanse, todos los que quieren la restauración del mural de Nuestra Señora. Ya estamos cansados de ustedes”. Lo más desconcertante es por qué la parroquia y la arquidiócesis impidieron que la policía investigara quién llevó a cabo este acto de vandalismo. La parroquia dice que la Iglesia no procederá en contra. La gente a quien le importa simplemente no entiende por qué.

Sin embargo, mucha gente sigue sintiendo aun con más fuerza que antes que no puede perder este hermoso mural en la memoria de sus corazones, pues además de su Madre y su Hijo Divino, el mural de la Santa Madre representa a sus parientes, sus amados padres, abuelos y bisabuelos que construyeron este lugar con las monedas que les ofrecieron, los billetes arrugados que sacaron de sus pequeños monederos, los honrados diezmos de sus sueldos sindicales semanales, el dinero que ganaron arduamente con el trabajo de sus huesos y su sangre y que aportaron con verdadero amor. El mural representa a la Madre como testigo de los matrimonios entre los tiernos jóvenes, los bautizos de diminutos infantes que agitan los brazos, el último adiós a un difunto bienamado en las misas de réquiem.

Así la Santa Madre estuvo en todos los banquetes de nuestras bodas, como lo hizo en tiempos lejanos. Ella fue testigo todas las veces que se bendijo a los pequeños en su fe como hace muchísimo. Ella fue La Madre que nos sostuvo con ternura durante el sepelio de nuestros seres amados, muchos de los cuales se iban antes de haber tenido demasiada oportunidad de vivir. Siempre estuvo ahí, vibrante, grande y amorosa, pues es nuestra familiare, nuestra pariente. Siempre presente con tal vitalidad. Siempre fiel a nosotros y nosotros a Ella.

Y todo esto está en los átomos mismo del hermoso mural. Y todo esto está en las piedras mismas y de esta iglesia. Toda la valiente sangre de la gente que resistió se encuentra en este espacio sagrado… pues este lugar santo que alberga al mural se construyó a mano, se pintó a mano y se mantuvo con el corazón de la gente que ama. Y el mural de Nuestra Señora ha estado vivo por décadas, mucho antes de que alguien pensara en cubrir la Capillita Sixtina de Nuestra Señora de Guadalupe.

Sin importar cuántos giros haya dado esta “remodelación”, como exparroquiana, todavía creo que este tema no tiene que ser “lo tomas o lo dejas” de ningún cura ni prelado. Hay otro camino. Se llama “El Camino”, del que nos habló El Cristo Rey. “El Camino” no excluye al arte sagrado ni a la gente sensible, ni a su Madre, ni a sus hijos que la aman justo como era. Incluye a todas las almas. Incluye a los líderes que curan y ayudan. Y es por este resultado, este tipo de restauración, incluso más que por el mural en sí, que rezo… todos pueden unirse en esta oración de restauración de todos nosotros, y para todos nosotros, creo yo.

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