1ª edición WEB: Axxón / 1992
2ª edición WEB:
elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019
EPÍLOGO
DOS (5)
-Solamente faltaría
establecer el problema llamado Orgasmo Terrestre -prosiguió Cinco, mirando su
placa-. Debemos eliminar totalmente los vestigios de nuestro concepto de amor y
orgasmo. Los observadores tendrán que copular tantas veces con tantos humanos,
que si usamos partes de nuestra concepción y estructura, podrían destruirse en
días. En esto los técnicos tendrán que poner mucho cuidado. No deberá suceder
lo de Procardus, y eso exigirá un manejo de genes muy sutil.
-Es fundamental lo que
dice -afirmó Veintiuno-. Les recuerdo lo que está en la mente de los agentes
humanos. Están detrás de cualquier anomalía que ocurra, pues saben que es lo
único que podría detectarnos. Deben estar calculando que ahora cambiaremos el
aspecto de los observadores. Solamente tendrán oportunidad de capturar
anomalías extrañas, y las registrarán cuidadosamente en sus computadoras en
toda la Tierra, y con más astucia en los lugares de decisiones.
-Ciertamente -dijeron el
Quince, el Dieciséis, el Cuatro y el Uno, a la vez.
-Hay acuerdo en hacer
hincapié en este punto.
-También podemos limitar
el poder del enamoramiento -agregó Cinco, fijándose en su placa-. Es una idea
de Trece. Yo la apruebo. El llamado enamoramiento terrestre los deja totalmente
trastornados, le entrecruza los cables emocionales, y cuando ocurre y la exageración
toma vuelo, muy pronto todo se destruye. Los observadores deben usar el Oro y
el Coito, deben vagar por los lugares de decisiones, y no estar abocados a
copular y juntar Oro sin ningún objetivo. En este aspecto solamente deberán
diferir totalmente de los humanos; sólo así servirán.
Los colores de varios
Ciphers resplandecieron en este momento, aunque Cinco, que lo advirtió, no pudo
discernir por qué. Cinco observó, con placer, que Trece ya estaba erguido en su
butaca, y su verde estaba pasando a la claridad manifiesta.
-Aprobado -afirmó
Veintiuno digitando su placa.
-Aprobados estos puntos,
quedaría el asunto de ratificar la estrategia desplegada hasta ahora. Pero, me
gustaría que esta parte fuera expuesta por otro miembro. Me siento algo
cansado.
-De acuerdo -convino
Veintiuno-. Se vota por la placa.
Fue elegido el Trece, que
en ese instante titilaba ya con un tono verde radiante. Miró la placa y dijo:
-Quisiera mencionar una
dote que consta en mis estudios, y que sugiero agregar a todos los
observadores. No es una cosa superficial que los técnicos puedan agregar por su
cuenta. Se trata del concepto terrestre usado para enfrentar la verdad. Sé que
el asunto del Oro y el asunto del Coito son fundamentales, pero el concepto de
la verdad es algo de carácter misterioso, tanto como la creencia insostenible
de que existe un dios para cada uno de ellos, en especial, para privilegiarlos
en secreto.
-Desgraciada creencia mal
entendida que se debe, en parte, a nuestros errores. Habría que reconocerlo
-opinó Quince.
-Pero eso estaba en su
naturaleza antes de que el Códex nos designara en la Zona. Nuestros errores
fueron mínimos, en mi opinión. Me sostengo en el hecho de que siguen creyendo
en un dios individual, y, sin embargo, no han visto milagros jamás. Salvo que
se consideren acá los milagros de lo que llaman “suerte”. Opino, entonces, que
es una modalidad natural, propia de ellos.
-Podría ser el resultado
de una mezcla. Tienen esa naturaleza, y, tal vez, con algunas señales los
ayudamos a ahondarla.
-Estos puntos de vista no
requieren un análisis ahora -dijo Trece-. Lo del pueblo elegido y otras sinrazones
en otros lugares distantes son cosa del pasado, como se aprobó ya. Me referí
antes a la virtud o habilidad que han desarrollado y que usan en todos sus
manejos con la naturalidad de la respiración, y desde tiempos inmemoriales para
ellos… Es un concepto extraño para nosotros y será difícil programarlo, por su
versatilidad. Se trata de ese fenómeno de comprender una verdad y obrar de una
manera opuesta a ella sistemáticamente, ocultándola para obtener un beneficio
determinado. La mayoría de las veces, sin razón aparente para nuestro
entendimiento. Pues luego que perpetran el hecho no son más felices. Ese es el
fenómeno que deberíamos estudiar y tratar de entender. Sin duda, es un
pretérito arte inexplicable para nuestro concepto de la existencia. Sugiero que
hagamos hincapié en esto, y los observadores tendrán un gran instrumento para
sobrevivir. Tal vez, el mayor. Como ejemplo, puedo volver al asunto de las
creencias. Creen en algo, pero hacen lo contrario de lo que los preceptos de la
creencia aconsejan hacer. Creen en dios, pero no cumplen sus preceptos. Esto es
dramático, porque por sus actos parece que no creen, aunque afirman que creen.
Pero, el hecho es que creen realmente, porque en su intimidad tienen un vínculo
imaginario, sincero y profundo, en lo que concierne a lo que necesitan que dios
les dé particularmente… Pero, aunque no lo comprendamos, no podemos dudar de la
sinceridad de esa creencia no seguida, cuando, por ejemplo, donan fortunas a
las organizaciones de sus dioses allí. Es un intríngulis que tal vez se
resuelva con un programa relacionado con el azar. ¿Qué opinan de este fenómeno?
-Los técnicos lo
resolverán de acuerdo a los millones de observaciones y los padrones
resultantes.
-Es una cuestión
fundamental para el carácter de un observador. De lo contrario, si les resta
algo de nosotros, ocurrirá lo que le ocurrió a Procardus. No soportó la
diferencia y su psique estalló. No soportó la vida terrestre y buscó esa forma
de escape por medio de la introducción del pedúnculo. Cuando huyó a Marte, ya
su suicidio era inminente. Se desgarraba rápidamente el velo… El acople con la
hembra es inexplicable para nuestra mente, pero es muy posible que ella lo haya
enganchado psíquicamente. Desconocemos en la práctica el poder de eso. Tal vez,
para él fue como volver al vientre por el orificio. Como salvarse a través del
espasmo…
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