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ESPACIO Y TIEMPO EN LAS PATOLOGÍAS MENTALES (33) - HÉCTOR GARBARINO


1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996
1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019

Discusión (5)



H. Garbarino: “No, me pareció que está bien ordenado, Silvia, y agradezco la intervención, el comentario.


“Un primer punto es el aspecto del clivaje; a mí me parece que en el aspecto del clivaje lo mismo con respecto a la identificación proyectiva de Melanie Kelin, que es tan útil en tantos pacientes psicóticos, me parece que apunta a un yo que se ha constituido y que se cliva. En cambio, el derrumbe del yo en muchos pacientes es de tal grado que no permite que hay un resto de yo capaz de defenderse adecuadamente, por ejemplo, mediante la identificación proyectiva. En la identificación proyectiva es el Yo que proyecta en un objeto, es decir que supone una distinción Yo no-Yo, supone una distinción sujeto-objeto. En cambio parece que en estos pacientes, cuando se instalan en el espacio bidimensional, ahí ya no hay diferenciación sujeto-objeto. Entonces lo que se produce más que nada es una continuidad con el objeto, no una proyección, es una continuidad.


“Hay un autor, Racamier (1), que a mí me interesó, un francés que habló sobre esquizofrenia, que hablaba no de proyección, hablaba de eyección y que a mí me pareció que era muy oportuna esta idea. Ahora, usted plantea, si una vez que se ha desarrollado esa instancia, cómo queda esa otra instancia del Ser. Nosotros suponemos que queda como lo hemos dicho, como subsumida, y como sometida y que todos nosotros podemos favorecernos con algunos aspectos de esta instancia, cuando el yo lo permite. Se puede pensar, que si hay algo que ha estado en nosotros, siempre existe la posibilidad de recrearlo. Pero claro, no a la manera de lo que hace el psicótico, que se instala en otro mundo.


"En cuanto a la regresión, creo que Freud expresó en unas líneas, junto con Ferenczi, esta idea de que la psicosis y la regresión pueden ir más lejos del tiempo vivido. Nosotros creemos que la regresión en estos pacientes va más allá del tiempo vivido y alcanza este tiempo, que es el tiempo cuando aun no se ha constituido el yo, que es el tiempo del Ser. Ese tiempo, que es un no tiempo porque la instancia del Ser supone una energía narcisista, así lo entendimos nosotros, energía narcisista que está volcada sobre el mundo exterior por el derrumbe del Yo y allí se entrelaza con las energías cósmicas. Creo que estos pacientes integran mucho mejor que nosotros el mundo cósmico.


“Ya Freud había señalado que nosotros segregamos al Cosmos, lo cual es absolutamente cierto. En tanto tenemos un aparato constituido, bien estructurado y limitado por la piel, segregamos el Cosmos. En cambio estos pacientes lo vuelven a integrar.


“Nosotros creemos también que el cosmos ha estado mucho mejor integrado en los primeros meses de vida y a eso se vuelve.


“Quiero decir que en esta instancia, estamos con un aparato psíquico abierto, con otro espacio, otro tiempo, otro narcisismo. Las energías que operan en este aparato no son las energías pulsionales de que habló Freud, son energías narcisistas; no son precisamente las energías sexuales las que operan.


“En cuanto al mito estoy de acuerdo con Silvia. Yo me he preguntado hasta dónde hay un conocimiento del mito, hasta dónde hay una re-creación del mito en estos pacientes. Este punto siempre ha planteado; por ejemplo Jung ha sido de la idea de que es un inconsciente colectivo heredado donde se dan esas imágenes míticas, arcaicas, que es una instancia con la cual nacemos.


“Usted habló de las fantasías originarias. Sí, creemos que nacemos con la predisposición, como ocurre con las proto-fantasías originarias, a establecer estos elementos psíquicos, a incorporar elementos cósmicos, y estos se desarrollan en tanto no se ha constituido bien el aparato.


“Nosotros hablamos de las presentaciones del yo-Ser para diferenciarnos de las representaciones yoicas. En esta situación no se trata de representaciones. Me gustaría referirme, por ejemplo, al árbol cósmico de este paciente. Es evidente que el árbol en los sueños, en las neurosis, no tiene nada que ver con el cosmos y en cambio, por ser vertical lo referimos muy comúnmente al pene erecto, con un simbolismo sexual. En estos casos, no son simbolismos sexuales; el árbol representa otro tipo de simbolismo. Cuando el paciente psicótico me habló del árbol, no habría entendido nada si le digo que tiene que ver con el pene. Cuando habló del árbol hablaba como de alguien muy próximo a él. Es que a este nivel debemos entender que el árbol es familiar nuestro. Que hay una comunidad de origen entre nosotros y el árbol. Es sabido que las moléculas son las mismas. Proteínas y ácidos nucleicos están en unos y en otros. Somos más familiares del árbol de lo que creemos, nos guste o no nos guste. Y tanto el árbol como nosotros al final estamos constituidos de átomos. Quiere decir que hay una comunidad de origen entre nosotros y el árbol. De esto es de lo que están hablando actualmente los cosmólogos y los físicos y que nosotros debemos incorporar para renovar la teoría psicoanalítica con estos pacientes graves que se abren al cosmos.


“Me gustaría aclarar algo a lo que se refirió Manuel, en relación al pegado, a la fantasía del pegado que tenía este paciente. También me gustaría decir algo que también dijo Manuel, y es que es un excelente paciente, como hecho a la medida para mí. Se entabló un vínculo muy fluido entre él y yo, apenas le hablé de que yo entendía que él estuviese en otros mundos y en otras realidades.


“Este paciente estaba tan convencido del pegado y que el pegado había sido en realidad, una niña pegada, que creyó que la novia que tenía había sido la pegada de cuando él era chico. Y cometió el error de decírselo a la novia. Ahí terminó la relación, obviamente. Después el paciente, una vez que hubo mejorado, muy humorísticamente me dijo: ‘Qué lástima, si yo hubiera sabido en lugar de decírselo a mi novia se lo hubiera venido a contar a usted’. Con lo cual muestra que era un paciente que tenía una parte del yo sana que ayudaba a trabajar con él. Ayudaba mucho a trabajar con él y era sumamente inteligente y me enseñó a mí muchas cosas.


“Pero para seguir con lo de la pegada de que hablaba Manuel: Nosotros veíamos la pegada como una evolución del andrógino. Es decir, primero el paciente se ubicó en el andrógino; decía que era hombre y mujer a la vez, cosa que comúnmente dicen los psicóticos graves. Schreber decía lo mismo, que era hombre y mujer a la vez y eso tenía su función, como digo en el trabajo. Es interesante lo que ocurrió cuando le referí el mito de Aristófanes. Le dije que yo entendía esa situación y que probablemente el ser humano, por lo menos en forma mítica, hubo un tiempo en que hombre y mujer estuvieron juntos, fusionados y que luego se separaron y por eso es que se atraen, porque tienen nostalgia de la parte perdida. El paciente quedó mucho más tranquilo con respecto a su androginia, y me dijo: ‘Ah, pero entonces yo estoy también en el tiempo de los orígenes’.


“Yo creo que esta es la función que tenemos que tener nosotros con estos pacientes. Es decir, hacerles entender que nosotros compartimos y entendemos lo que les pasa y que con respecto a lo que les pasa; hay otros, por ejemplo, poetas o mitólogos que han sostenido lo mismo. Así los pacientes se sienten mucho menos alienados, mucho menos locos. Entonces me parece que de la androginia pasó al pegado, después desprendió su parte femenina, y la ubicó atrás, nuca con nuca, como él decía y finalmente la desprendió de atrás e hizo el mellizo. Nosotros lo veíamos como una evolución de su patología. Puede ser así o no, pero lo veíamos así.”


Notas


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