jueves

1809: ARTIGAS y la barbarie ilustrada y el alma cimarrona (10) - Hugo Giovanetti Viola


(LO QUE EL MATERIALISMO NEURÓTICO QUISO ESCONDERNOS SOBRE NUESTRA GRANDEZA)

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Isabelino Pena y Josef fueron los últimos en llegar a la merienda del otro día, cuando Artigas visitó la Chácara del Nuevo Mundo. El comedor de la casa principal está amueblado con sencillez suntuosa, y lo que más llama la atención son las acuarelas que pintó Besnes e Hirigoyen in situ a principios de año. Celeste matea con Artigas y Fray Guillermo mientras Lanzarote sale a llevarle carne fresca a Baruch, que ronca entre el gallinerío alborotado del parral.

-Os aseguro que la barragana de Label nunca se mereció el sainete donde la obligaron a actuar, como a tantas de nosotras -se encrespó la muchacha ofreciéndole un cigarro al futuro protector de los más infelices. -Ni el sainete ni el infierno. Y mucho menos merece la horca.

-Los que van a conocer la horca son los servilones que no soportaron la existencia de nuestra libertad -se sirve una copita de gloriado el portugo, preparando erecciones rejuvenecedoras. -No sabéis cuánto me place que aprobéis nuestra humilde chácara, tocayo.

-Os traje mi respuesta a los paisanos bonaerenses -incrustó la nariz de águila Artigas en la interpenetración rojiza del atardecer y los candelabros. -Merced que usted me hace con la mensajería.

-¿Cómo encontró a Rafaela?

-Yo ya llevo dos años sin encontrar a mi verdadera Rafaela -prende la targanina el hombre desguazado que carga secretamente un esqueleto con vocación de eternidad. -Y esta noche hay que volver a Polanco a lidiar con los regalos de la Providencia.

-A mí la acuarela que más me gusta es la del negro con la garza en la cabeza -le comentó de golpe el botija a Fray Guillermo.

-Es mágica -sonríe el franciscano que cada vez que está al lado de Celeste parece recostado sobre las azucenas de la Gran Dimensión.

Entonces el detective sacó una bolsita cascabeleante de abajo del poncho y la puso en la mesa ofreciendo unos dientes muy tristes:

-Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño. Este es el mundo, amigo, agonía, agonía. ¿Qué voy a hacer? ¿Ordenar los paisajes? ¿Ordenar los amores que luego son fotografías, que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre? San Ignacio de Loyola asesinó un pequeño conejo y todavía sus labios gimen por las torres de las iglesias. No, no, no, no; yo denuncio.

Ahora se oyen nada más que las gallinas y me siento en Maracaná, aunque nadie se dé cuenta.

-Serenaos, maestre -se ajustó el parche Lanzarote, fingiendo diversión.

-Maestre tu madrina, portugo -me paro levantando el índice de la mano derecha, que no me tiembla en absoluto. -Escuchad mi denuncia.

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El día anterior habían viajado con Artigas a la Chácara del Nuevo Mundo en carruajes de viso escoltados por los mandingas y Lanzarote hizo pasar revista al futuro General de su feudo cimarrón y la humildísima masa dispuesta a dar la vida por el pan y las rosas y la libertad y la igualdad y la fraternidad y la paz sin osarios infames y después del asado Isabelino Pena te invitó a recorrer los canteros primaverales con las caras y las manos embadurnadas de ungüento para repeler el abejerío y entonces le contaste tus siete años de vida con los detalles más prohibidos y más maravillosos: el viejo te iba agarrando un hombro igual que a un hijo y cuando volvieron a las casas se recostaron en el palomar y no te asombró escucharlo decir que a Artigas todavía le faltaba encajarse una costilla celeste para ser un Hombre Nuevo y fundar otro lugar en el mundo destinado a la purificación y a la grandeza de cada mujer y cada hombre y cada flor y cada perro y cada arroyo y cada mariposa sin que los mandamases de mierda les vendieran reinos vergonzosos te prometió escribir tu historia en su próxima vida y eso no lo entendiste: Yo vengo del 2005 explicó y en el futuro me hablaron de Celeste y del portugo y la pulpera de Maldonado y no tuve más remedio que averiguar cuál era la verdad de esa leyenda y entender con mi propia cabeza que Artigas era crístico y antes que preguntaras desarrolló: En este mismo siglo se va a descubrir que los hombres somos una transformación de los otros animales y especialmente del mono y en el siglo XX que Jesús de Nazaret y todos los santos de todas las religiones y todas las culturas fueron la anunciación de otra clase de criatura terrestre y pensaste Eso está bien: y de golpe Isabelino Pena se puso color limón y murmuró Por casualidad no sabés cómo se entra a este osario y contestaste El mandinga del punche tiene la llave en la cocina al lado de la Virgen y es el único que puede tocarla y el detective te hizo una guiñada y se rio con los dientes color estuario Entonces le tendrías que dar un concierto largo en el patio y yo se la agarro prestada una horita nomás y aceptaste y sentiste como si tuvieras puestos los cojones de los Comuneros de Castilla y de tu padre y de Fray Guillermo y de Pepe Cordeón.

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Isabelino Pena recapituló:

-Es casi seguro que los crímenes del doctor Label y los Twins hayan sido ejecutados por el mismo homicida. Y la martiniqueña está encerrada hace una semana, esperando sentencia. Ella no pudo ser.

-Deteneos un momento -se mete un pulgar debajo de la cinta del parche el portugo.

-No me detengo un chápiro. Y además es muy probable que las autopsias que no se practicaron hubiesen revelado que fue muerte por garras y no por bala o macana o cuchillo. ¿Será que los yaguaretés amaestrados son muy celosos?

-No os permito -pegó un salto Lanzarote hacia las armas que colgaban al lado de las acuarelas.

-Quieto todo el mundo, carajo -ni se molesta en pararse Artigas. -Favor a la justicia. Prosiga, señor Pena.

-Perdón, ahora me llamo Isabelino de la Felicidad. Y los crímenes de los tres monstruos que se ponían cachondos con el gloriado me importan un pito. Lo que me importa es el gloriado, señores. Acá tengo una bolsita de huesos que recogí hace un rato en el palomar infame. Son falanges de santos supuestamente amorcillados y amputados en el hospital de la paradisíaca Chácara del Nuevo Mundo.

Frey Guillermo miró a Artigas y Celeste a Josef, que se agarraba el pecho.

-Los revolucionarios materialistas se cagan olímpicamente en Dios y los mandamientos aunque finjan ser católicos o deístas o panteístas -me doy cuenta que le explotó el corazón al botija sintiéndome amparado como nunca por la guía-espada del Espíritu. -Pero estos héroes tan modernos saben como cualquiera que los santos existen y que en esta península lo más santo que se puede encontrar es un esclavo con el corazón limpio. Y lo único que les importa a estos críos eternos es no envejecer nunca porque eligieron no enamorarse del cosmos ni de la muerte. En Maldonado oyeron decir que la pulpera había sido una mujer crística y alguien les explicó que la mejor prueba era la garza rosada que se paraba todos los días a acompañarla en el Marco de los Reyes.

-No entiendo -se agitó Artigas.

-Esas garzas son cómo ángeles de la guarda visibles -le explica Fray Guillermo con envejecida humildad. -Pasó en todas las épocas.

-Bueno -señalo al portugo, que está a punto de actuar. -Primero prepararon un caldo antirreumático y afrodisíaco amputándole los dedos a la tía de Celeste cuando todavía estaba viva. El pulpero de Punta Gorda es testigo presencial. Y después se reencontraron con el hermano buonarrotista y armaron esta patraña del microbio del amorcillamiento y dejaron que las garzas les señalaran quiénes eran los santos y repelús: a fabricar el elixir y seguir mintiéndole a la humanidad que hay quórum y somos dioses, camaradas. Los humildes nos donan los huesos y nosotros les pagamos con el asilo de Santa María.

-Baruch -chasqueó los dedos Lanzarote.

Pero cuando el yaguareté se abalanza lastimando el piso el futuro General parece hacer un clic energético y se para y lo frena con los ojos igual que a un gatito.

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Artigas se llevó preso a Lanzarote y Celeste y el viejo te acostaron enseguida aunque Fray Guillermo prefirió quedarse con Aurora Bendita en el oratorio y esta vez supiste que iba a ser la última y te pareció bien y le pediste a la muchacha que no hiciera más nada y recién al final del túnel del gran nácar donde ibas acordándote de todo murmuraste El Alma Cimarrona existe y cuando estuve loco se paró en la ventana de mi cuarto: después Celeste te cerró los ojos sin rezar ni llorar y el detective le dijo que acababa de confirmar que los espejos y los locos podían verla cuando se transformaba interiormente o exteriormente en un esqueleto de loba con alas de águila y le curaba los ataques a Josef o visitaba la ventana de Rafaela para relampaguearle en el horror o mataba herejes degenerados en un baldío o en la playa porque era el ánima de una tierra destinada a la purificación y ella bajó las chuzas tijereteadas y volvió a preguntar si valía la pena viajar al siglo veinte: Mejor al veintiuno se entusiasmó el viejito Porque se está acabando la esperanza en cualquier reino que no seamos capaces de construir con la enamorada y obligatoria PAX-LUX nuestra de cada vida y de golpe empezaron a sangrarle las muñecas y el pescuezo y ella pidió permiso y le chupó gota por gota y al final se relamió las turgencias de ceibo y sentenció Vos también podés irte en paz y después que Isabelino de la Felicidad la escuchó escaparse por una puerta del corredor paró la oreja hacia otras pisadas-chispazos que raspaban los ladrillos y sonrió despidiéndose de su aventura decimonónica y aceptó que era el yaguareté vengador que venía a descuartizarlo y que otro hombre como Artigas capaz de petrificar al diablo del poder con una irradiación de vitral en esta suave patria todavía no tuvimos.

2006

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