CANCIÓN SEGUNDA (8)
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh
toque delicado.
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, vida en muerte
la has trocado.
DECLARACIÓN (16)
28
/ ¡Oh almas que os queréis andar seguras y
consoladas en las cosas del espíritu!; si supié(se)des cuánto os conviene
padecer sufriendo para vfenir a esa seguridad y consuelo, y cómo sin esto no se
puede venir a lo que el alma desea, sino anres volver atrás, en ninguna manera
buscaríades consuelo ni de Dios de ni de las criaturas, mas antes llevaríades
la cruz, y, puestos en ella, querríades beber allí la hiel y vinagre puro, y la
habríades a grande dicha, viendo cómo, muriendo así al mundo y a vosotros
mismos, viviríades a Dios en deleites de espíritu y, si sufriendo con paciencia
y fidelidad lo poco exterior, mereceríades que pusiese Dios los ojos en
vosotros para purgaros y limpiaros más adentro por algunos trabajos más de
dentro, para daros bienes más de dentro. Porque muchos servicios han de haber
hecho a Dios y mucha paciencia y constancia han de haber tenido por Él, y muy
aceptos han de haber sido delante de Él en su vida y obras a los que Él hace
tan señalada merced de tentarlos más adentro, para aventajarlos en dones y
merecimientos, como lo hizo en el santo Tobías, a quien dijo San Rafael que, por
haber sido acepto a Dios, le había hecho aquella merced de enviarle la
tentación que le probase más (12,13); y así, todo lo que le quedó de
vida después de aquella tentación, lo tuvo en gozo, como dice la
Escritura divina (ibíd, 14,4). Ni más ni menos vemos en el santo Job que, en
aceptando que aceptó Dios sus obras delante de los espíritus buenos y malos,
luego le hizo merced de enviarle aquellos trabajos para engrandecerlo después
(mucho más, como lo hizo multiplicando) sus bienes en lo espiritual y temporal
(1 y 2; 42;12).
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