por Samantta Hernández Escobar
En esta novela el escritor inglés le dio vida a Alex, un chico
extremadamente violento y antisocial que amaba la música clásica tanto como él,
y lo colocó al centro de su distopía.
En
tiempos en los que la historia se escribía al ritmo de The Animals, The
Beatles o The Rolling Stones, Anthony Burgess, originario de
Harpurhey en el centro de Manchester, escuchaba música clásica. Nació el 25 de
febrero de 1917 y estuvo ligado a la música desde sus
primeros días. Su madre, Elizabeth Burgess, era cantante y bailarina en el
music hall de Glasgow y Manchester. Mientras que su padre, Joseph Wilson,
tocaba el piano en varias salas de música.
Anthony, quien compuso su primera sinfonía a los 18 años, estudió
Literatura Inglesa en la Universidad de Manchester y luego de titularse en
1940, colaboró con las organizaciones Royal Army Medical Corps y Army
Educational Corps durante seis años. Durante su servicio conoció a su primera
esposa, Lynne Jones, y fue director musical de la banda del ejército. Poco
tiempo después se mudó a Malasia, lugar que lo obligó a adentrarse en la
escritura casi por necesidad.
Un día, mientras trabajaba, se desvaneció. El balance médico apuntó que
se trataba de un tumor cerebral y él, resistiéndose a dejar desamparada a su
esposa, decidió que se dedicaría a escribir tantas novelas como le fueran
posibles para garantizarle ingresos por derechos de autor. Fue así que arrancó
su prolífica producción literaria, aunque jamás se apartó de la música. Para
finales de 1962, Anthony Burgess ya había publicado siete novelas, entre
ellas Time for a Tiger (1956), The Doctor Sick (1960), The
Worm and the Ring (1960) y Clockwork Orange (La
naranja mecánica) en 1962, su libro más famoso.
A su regreso a Inglaterra en 1961, Burgess notó que los jóvenes del
momento llevaban una vida radicalmente distinta a la que a él le tocó. La música
pop y el rock eran base fundamental de los movimientos sociales y las modas de
la época. Fue en ese momento que empezó a escribir La naranja
mecánica. El escritor se dio a la tarea de construir un personaje que
amara la música clásica tanto como él y ese fue Alex, un chico violento y
antisocial, líder de los “Drugos”, una banda de cuatro adolescentes
desenfrenados que protagonizarían su distopía.
Muy al estilo de George Orwell, Aldous Huxley y Yevgeny
Zamyatin, en esta novela Burgess enfrentó al individuo con el Estado a través
de los Drugos, quienes sumergidos en un ambiente de excesos, se divierten a
través de la violencia sin sentido. El autor contrapone un ambiente de
decadencia con una atmósfera sofisticada, de la mano de composiciones clásicas,
como las sinfonías de Beethoven.
En la historia, Alex y su pandilla violan, golpean y roban. Son una
radiografía del lado oscuro de la sociedad. Sin embargo, el Estado que intenta
corregirlos ejerce una violencia mucho mayor. Sucede que en una de sus hazañas,
el liderazgo de Alex es cuestionado por su grupo, hasta llegar a la traición.
Una vez detenido, los funcionarios del Estado usan la música clásica para
torturarlo.
En un choque de violencia y estímulos maravillosos, Alex es sometido a
un experimento donde lo exponen a una interminable serie imágenes de violencia extrema,
al tiempo en que las sinfonías suenan.
Si La Naranja Mecánica es la novela más reconocida de
Anthony Burgess, es gracias a que en 1971 el director estadounidense Stanley Kubrick le hizo una versión fílmica que alcanzó un
éxito tremendo, tanto entre la crítica como con la audiencia. Eventualmente el
escritor declaró que para él, esa novela estaba lejos de ser su mejor trabajo y
que el bullicio que generó, terminó por abrumarlo.
(GATOPARDO / 26-2-2020)
(GATOPARDO / 26-2-2020)
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