por Patricia R. Blanco
La escritora y
psiquiatra, de 84 años, firme defensora de los derechos de la mujer, lleva
décadas luchando contra el machismo y el extremismo religioso
Nawal al Saadawi (Kafr Tahl, Egipto, 1931) rehúsa retratarse retratarse con el
cartel de la institución que la invita. Cuando una asistente a las jornadas que
la cooperación española organizó el 9 y 10 de septiembre sobre igualdad de
género en el Norte de África y Oriente Próximo le pidió una fotografía, la
novelista, feminista y médico egipcia sugirió con una sonrisa un fondo
alternativo. “Mejor la pared de un pasillo que un cartel, no voy a hacer
propaganda a ningún Gobierno”, dijo en alto sin reparos, a pesar de que acababa
de participar en la inauguración del evento.
Al Saadawi está “en
contra de todos los Gobiernos”. Y lo afirma sin pudor frente a sus anfitriones.
Lo único que oculta son sus manos, en unos coquetos guantes blancos. “No estoy
segura de que me vuelvan a invitar, de hecho ni siquiera sé por qué me han
invitado”, afirma sin dejar de sonreír antes de comenzar la entrevista en la
sede de la AgenciaEspañola de Cooperación Internacional (AECID). Pero sus
credenciales como feminista en Egipto y en el mundo árabe hacen imprescindible
su presencia allá donde se traten los derechos de la mujer. Doctora y
psiquiatra, ha escrito más de medio centenar de libros entre novelas, cuentos y
obras de teatro, en los que aborda tanto los problemas de la mujer en el mundo,
desde la mutilación genital y la violencia machista a la prostitución, como los
efectos perniciosos del extremismo religioso. Su libro La mujer y el sexo, publicado en 1972, con duras
críticas a la extirpación del clítoris, que ella misma sufrió cuando tenía seis
años –“me mutilaron con una navaja de afeitar”– fue la causa de que perdiera su
trabajo como directora general de salud pública en Egipto.
No ha sido la única
consecuencia “de haber hablado siempre alto”. En 1981, bajo el Gobierno de
Anwar el Sadat, pasó varios meses en prisión por criticar al régimen, aunque
aprovechó su estancia para escribir sus memorias en un rollo de papel higiénico
con un lápiz de contrabando. Ha “sufrido el exilio durante diez años”, a causa
de las amenazas de grupos extremistas islámicos. Ahora, bajo el Gobierno de Abdelfatá
Al Sisi, trabaja en Egipto para que los jóvenes sean “cada vez más
radicales”.
¿No hay ningún
Gobierno en el mundo que le guste?
No. Estoy en contra
de todos los Gobiernos, porque sólo apoyan a las mujeres que trabajan para
ellos. Por eso me sorprende que me haya invitado el Gobierno español.
¿Ni siquiera si los
dirige una mujer?
No, ni siquiera,
porque yo no distingo entre hombres y mujeres. Lo más importante es la mente.
Mire a Hillary Clinton [aspirante a
la candidatura del Partido Demócrata en las próximas elecciones de Estados
Unidos]. Ella está en contra de las mujeres y sólo usa el tema de la mujer para
ganar las elecciones. Sin embargo, lo único que quiere en realidad es dinero y
poder. Para ser feminista no es suficiente con ser una mujer, porque Clinton es
mujer pero también es a la vez capitalista, patriarcal y religiosa, que son las
causas por las que las mujeres están oprimidas en el mundo. Yo no divido a las
personas por sus órganos genitales sino por lo que hay en su cabeza.
¿Cree que las
mujeres que llegan a puestos de poder político son machistas?
Exacto. No tiene
más que mirar a Margaret Thatcher [ex primera ministra de Reino Unido]. Cuando
Thatcher estaba en el poder, yo estuve en Reino Unido y las mujeres en aquel
país estaban en contra de Thatcher porque perdieron muchos derechos durante su
Gobierno.
¿Qué es entonces el
feminismo para usted?
El feminismo es
liberar la mente del sistema patriarcal, de la religión y del capitalismo, que
son las principales amenazas para la mujer. Aunque no sólo son amenazas para la
liberación de la mujer sino también para los pobres. Yo no separo entre la
opresión de clase y la opresión patriarcal. Para mí, están relacionadas y
siempre van juntas de la mano. De hecho, para mí una mujer es independiente
cuando se alimenta por sí misma.
¿Hay algún lugar
libre de estas amenazas?
No, la opresión de
la mujer es universal, no sólo afecta a los países pobres. Se da por ejemplo en
todas las religiones: en el cristianismo, en el judaísmo, en el islam o en el
budismo la mujer es siempre inferior. Como ve, no me gustan las divisiones,
tampoco separo entre Oriente y Occidente o entre Norte y Sur, porque todos
vivimos en un solo mundo.
Usted participó en
las manifestaciones de la revolución de Egipto de enero de2011. ¿Cómo vive bajo el régimen de Abdelfatá al Sisi?
En Egipto hubo dos
revoluciones. En enero de 2011, la gente se levantó contra el régimen de
[Hosni] Mubarak y la dominación de Estados Unidos, que siempre ha intentado que
Egipto dependa comercialmente de ellos. Washington impulsó a los Hermanos
Musulmanes hasta el poder. Así que la segunda revolución, en junio de 2013,
surgió en contra de los Hermanos Musulmanes y consiguió expulsarlos del
Gobierno. Y Abdelfatá al Sisi fue positivo porque apoyó al pueblo en su lucha
contra los islamistas, ya que el pueblo egipcio no podía ser libre bajo el
régimen teocrático de los Hermanos Musulmanes. No obstante, yo siempre he
estado en contra de todos los Gobiernos, también de los de Egipto.
Los observadores
internacionales consideraron, sin embargo, las elecciones dejunio de 2012, que llevaron a Mohamed Morsi al poder, como las
primeras elecciones libres en Egipto.
Esa es una gran
mentira. No fueron elecciones libres, dependieron del dinero que muchos
Gobiernos dieron a Morsi. Los países europeos y Estados Unidos propagaron
mentiras sobre Egipto. También los medios de comunicación, que siempre están
mintiendo y ofrecen una mala imagen de los pobres, porque son propiedad de los
Gobiernos y de los millonarios.
Pero usted... ¿vive
ahora libre en Egipto?
Me dejan trabajar
con libertad porque ahora Al Sisi necesita mujeres como yo. De lo contrario, ya
me habrían mandado a la cárcel.
¿Cree que hoy en
día su libro La mujer y el sexo produciría
reacciones similares en Egipto?
Sí, porque hoy en
día mis libros siguen causando fuertes reacciones.
¿Está escribiendo?
Yo ahora tengo 84
años y no sé hasta cuándo voy a vivir. Tampoco me importa. Sólo tenemos una vida
y tenemos que hacer lo mejor que podamos con ella. Pero incluso aunque muera,
mis libros van a estar ahí, mi mente va a seguir viva en mis libros. Aunque soy
médico, me siento fundamentalmente novelista. Yo cada vez soy más radical y mi
sueño ahora es enseñar a la gente joven, que los jóvenes egipcios hagan una
verdadera revolución.
(EL PAÍS / 27-9-2015)
(EL PAÍS / 27-9-2015)
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