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ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (39) - MIJAIL. BAJTIN


7 / 1) La totalidad espacial del héroe y de su mundo en la creación artística verbal. Teoría del horizonte y del entorno. ¿En qué medida la creación verbal tiene que ver con la forma espacial del héroe y de su mundo? El hecho de que la creación verbal tenga que ver con la apariencia del héroe y con un mundo espacial, en que se desenvuelve el acontecimiento de su vida, no está sujeto, por supuesto, a la duda. Pero sí existe la duda de si la creación verbal tenga que ver con la forma espacial como forma artística, y generalmente este problema se resuelve negativamente. Para una solución correcta es necesario tomar en cuenta el papel doble de la forma estética. Como ya hemos señalado, la forma estética puede ser forma empírica externa o interna o, expresándolo de otro modo, forma del objeto estético, es decir, de un mundo que se construye sobre la base de una obra artística dada pero que no coincide con él, y forma de la misma obra artística, o sea, su forma material. Por supuesto, no se puede afirmar sobre la base de esta distinción un carácter idéntico de los objetos estéticos de diferentes artes: pintura, poesía, música, etc., y encontrar la diferencia sólo en los medios de realización, de estructuración de ese objeto estético, reduciendo la diversidad de las artes a un momento puramente técnico. No, la forma material que condiciona el hecho de ser una obra determinada, obra pictórica, poética o musical, determina también la correspondiente estructura del objeto estético haciéndolo un poco unilateral, acentuando uno u otro aspecto suyo. No obstante, el objeto estético es siempre polifacético, es concreto como la realidad ético-cognoscitiva (un mundo vivenciado) que se justifica artísticamente y se concluye en este objeto, y este mundo es el más concreto y polifacético en la creación verbal (y, menos que nada, en la música). La creación verbal no construye una forma espacial externa, puesto que no opera con el material espacial, como lo hacen la pintura, la plástica, el dibujo; su material, la palabra (la forma espacial de la disposición del texto: estrofas, capítulos, complejas figuras de la poesía escolástica, etc., tiene una importancia mínima). Es por excelencia un material no espacial); sin embargo, el objeto estético representado por la palabra no consiste únicamente en palabras, a pesar de que contiene muchas cosas puramente verbales, y este objeto de una visión estética tiene una forma espacial interna con un significado artístico, representada también mediante las palabras de la obra (mientras que en la pintura esta forma se representa con colores, en el dibujo con líneas, de lo cual tampoco se deriva que el objeto estético correspondiente consista sólo en líneas o colores; precisamente se trata de crear mediante líneas o colores un objeto concreto).

Así, pues, la existencia de una forma espacial dentro de un objeto estético, y expresada mediante la palabra, no está sujeta a duda. Otra cuestión es el cómo se realiza esta forma espacial interna; si debe reproducirse en una dimensión puramente visual clara y completa, o si solamente se realiza su equivalente emocional y volitivo, un tono sensitivo correspondiente, un matiz emocional; una representación visual puede ser intermitente, momentánea o incluso estar ausente por completo al ser sustituida por la palabra. (El tono emocional y volitivo, a pesar de estar vinculado a la palabra, tiene una fijación a la imagen fónica entonada, pero, por supuesto, no se refiere a la palabra sino al objeto expresado por esta, aunque el objeto no se realizase en la conciencia en forma de imagen visual; un tono emocional sólo se comprende a través del objeto, a pesar de que se desarrolle junto con el sonido de la palabra.) La elaboración detallada del problema planteado de este modo rebasa los límites de la presente investigación, su lugar está en la estética de la creación verbal. Para nuestro problema son suficientes las indicaciones más breves sobre la cuestión. La forma espacial interna jamás se realiza con toda conclusión y plenitud visual (lo mismo pasa, por cierto, con la forma temporal con toda su plenitud fónica); incluso en las artes figurativas, la plenitud y conclusión visual sólo son propios de la forma material externa de la obra, y las cualidades de esta última se trasponen a la forma interna (la imagen visual de la forma interna es muy subjetiva, incluso en las artes figurativas). La forma visual interna se vivencia emocional y volitivamente de un modo como si pareciera concluida y perfeccionada, pero esta perfección y conclusión nunca llegan a ser una imagen efectivamente realizada. Por supuesto, el grado de realización de la forma interna de una imagen visual es diferente en diversos géneros de la creación verbal y en las obras diferentes.

En la epopeya este grado es el más alto (por ejemplo, la descripción de la apariencia del héroe en la novela necesariamente debe ser evocada visualmente, a pesar de que la imagen obtenida de un material verbal resulte ser diferente y visualmente subjetiva en diversos lectores), y en la lírica es el más bajo, sobre todo en la lírica romántica: en esta, a menudo el grado elevado de la visualización -costumbre desarrollada por la lectura de la novela- destruye el efecto estético; pero siempre existe un equivalente emocional y volitivo de la apariencia del objeto, siempre está presente una voluntad emocional de una apariencia posible aunque no visualizable que la crea como valor artístico. Por eso debe ser reconocido y comprendido el valor plástico-pictórico de la creación artística verbal.

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