¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh
toque delicado.
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, vida en muerte
la has trocado.
DECLARACIÓN (11)
17
/ ¡Oh, pues, tú, toque delicado, Verbo Hijo de Dios,
que por la delicadez de tu ser divino penetras sutilmente la sustancia de mi
alma, y, tocándola delicadamente, en ti la absorbes toda en divinos modos de
deleites y suavidades nunca oídas en la tierra de Canaán, ni vistas en Temán!
(Bar. 3,22), ¡Oh, pues, mucho, y en grande manera mucho delicado toque del
Verbo, para mí tanto más, cuanto, habiendo trastornado los montes y quebrantado
las piedras en el monte Horeb con la sombra de tu poder y fuerza que iba
delante, te diste más suave y fuertemente a sentir al profeta en silbo de
aire delgado! (3 Reg. 19,11-12). ¡Oh aire delgado!: como eres aire delgado
y delicado, di, ¿cómo tocas delgada y delicadamente, Verbo, Hijo De Dios,
siendo tan terrible y poderoso? ¡Oh, dichosa el alma a quien tocares delgada y
delicadamente, siendo tan terrible y poderoso! Di esto al mundo, mas no lo
quieras decir al mundo, porque no sabe de aire delgado y no te recibirá, porque
no te puede recibir ni te puede ver (Io. 14,17); sino aquellos, Dios mío y vida
mía, verán y sentirán tu toque delgado, que, enajenándose del mundo, se
pusieren en delgado, conviniendo delgado con delgado, y así te puedan sentir y
gozar; a los cuales tanto más delgadamente tocas, cuanto, por estar ya adelgazada
y pulida y purificada la sustancia de tu alma, enajenada de toca criatura y de
todo rastro y de todo toque de ella, estás tú escondido mirando muy de asiento
en ella. Y en eso los escondes a ellos en el escondrijo de tu rostro, que
es el Verbo, de la conturbación de los hombres (Ps. 30,21).
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