sábado

JOSEPH CAMPBELL EL HÉROE DE LAS MIL CARAS (98)


5 / LA POSESIÓN DE LOS DOS MUNDOS (2)

Lo siguiente está tomado del “Canto del Señor” hindú, el Bhagavad Gita (29). El Señor, el bello joven Krishna, es una encarnación de Vishnú, el Dios Universal; el príncipe Arjuna es su discípulo y amigo.

Arjuna dijo: “Oh, Señor, si crees que soy capaz de contemplarlo, entonces, oh maestro de yoguis, revélame tu Ser inmutable.” El Señor dijo: “Contempla mis formas por cientos y por miles, múltiples y divinas, maravillas que nadie ha visto antes. Mira aquí hoy el universo entero, lo que se mueve y lo que no se mueve y todo aquello que desees ver, todo concentrado en mi cuerpo. Pero con esos ojos no puedes verme. Te doy un ojo divino; contempla ahora mi soberana fuerza yoga.”

Habiendo hablado así, el gran Señor del Yoga reveló a Arjuna su suprema forma como Vishnú, Señor del Universo con muchos ojos y caras presentando muchas vistas portentosas, adornado con muchos ornamentos celestiales, armado con muchas divinas armas levantadas; llevando celestiales guirnaldas y vestiduras, ungido con divinos perfumes, omnimaravilloso, esplendente, sin límites y con rostros en todos sus lados. Si la irradiación de mil soles fuera a alumbrar al mismo tiempo el cielo, aquello sería como el esplendor del Poderoso. En la persona del Dios de los dioses, Arjuna contempló el universo entero, con sus múltiples divisiones reunidas en uno. Entonces, sobrecogido de asombro, con los cabellos de punta, Arjuna inclinó la cabeza ante el Señor, juntó las palmas de las manos a modo de saludo y se dirigió a Él:

“En Tu cuerpo, oh Señor, contemplo todos los dioses y todas las diferentes clases de seres: al Señor Brahma, sentado en el loto, a todos los patriarcas y a las serpientes celestiales. Te contemplo con miríadas ‘de brazos y vientres, con miríadas de rostros y ojos; te contemplo infinito en tu forma por todos lados, pero no veo ni Tu fin ni Tu medio ni Tu principio, ¡Oh, Señor del Universo, oh, Forma Universal! Te contemplo brillando por todas partes como una masa de irradiación, con Tu diadema, Tu maza, y Tu disco relampagueando como el fuego ardiente y el sol ardiente, sobrepasando todas las medidas y difícil de contemplar. Tú eres el Supremo Apoyo del Universo, Tú eres el Inmortal Guardián de la Ley Eterna; Tú eres, por lo que creo, el Ser Primario.’”

Esta visión se le presentó a Arjuna en un campo de batalla justamente antes de que el toque de la primera trompeta llamara a combate. Con el dios como cochero, el gran príncipe atravesó el campo entre los dos ejércitos listos para la batalla. Su propio ejército se había reunido contra el de su primo el usurpador, y ahora, en las huestes del enemigo, el príncipe vio una multitud de hombres que conocía y amaba. El ánimo lo traicionó: “¡Ay -le dijo al divino cochero-, estamos resueltos a cometer un gran pecado, pues nos preparamos a asesinar a nuestros allegados para satisfacer nuestra ambición por el placer de un reinado! Mucho mejor sería para mí que los hijos de Dhritarashtra, arma en mano, me mataran en batalla, y yo estuviera pacífico y desarmado. No lucharé.” Pero fue entonces cuando el dios sabio le devolvió el valor y le infundió la sabiduría del Señor, y finalmente le concedió esta visión. El príncipe contempló, enmudecido, no sólo a su amigo transformado en la personificación viva del Apoyo del Universo, sino a loa héroes de los dos ejércitos que desaparecían como el viento en las innumerables y terribles bocas de la deidad. Exclamó lleno de terror:

“¡Cuando veo Tu forma relampagueante alcanzar los cielos y brillar con muchos colores, cuando Te veo con la boca completamente abierta y con Tus grandes ojos relucientes, lo más escondido de mi alma tiembla de terror, y no encuentro ni paz ni valor, oh Vishnú! Cuando contemplo tus bocas, que causan terror con sus defensas, como el fuego del Tiempo que todo lo consume, me siento desorientado y no encuentro paz. ¡Sé misericordioso, oh Señor de los Dioses, oh Firmamento del Universo! Todos estos hijos del Dhritarashtra, así como las huestes de monarcas, y Bhishma, Drona y Karna, y los jefes guerreros de mi partido, entran precipitadamente en tus terrible bocas ramadas de colmillos espeluznantes a la vista. Puede verse cómo algunos caen entre tus dientes, y sus cabezas son convertidas en polvo. Como los torrentes de muchos ríos corren hacia el océano, así caen los héroes del mundo mortal en Tus fieras y llameantes bocas. Como las mariposas vuelan alocadas para desaparecer en el ardiente fuego, así corren estas creaturas a su destrucción dentro de Tus bocas. Te relames y devoras todos los lados de todos los mundos con Tus bocas llameantes. Tus feroces rayos llenan todo el universo con su irradiación y lo queman, ¡Oh Vishnú! Dime quién eres, que tomas esta forma terrorífica, ¡A Ti te saludo, oh Dios Supremo! Ten misericordia. Deseo conocerte, a Ti que eres el Primero, pues no entiendo Tu propósito.”

El Señor dijo: “Soy el Tiempo poderoso y destructor del mundo, y ahora me ocupo en asesinar a estos hombres. Aun sin ti, todos estos guerreros que forman ejércitos contrarios no habrán de vivir. Por lo tanto levántate y gana la gloria; derrota a tus enemigos y disfruta de un opulento reinado. Por Mí y no por otros han sido muertos; sé sólo mi instrumento, oh Arjuna. Mata a Drona y a Bhrisma y a Jayadratha y a Karna y también a los otros grandes guerreros que ya han sido muertos por Mí. No te dejes vencer por el temor. Lucha y habrás de vencer a tus enemigos en la “batalla.”

Habiendo escuchado estas palabras de Krishna, Arjuna tembló, dobló sus manos en adoración y se inclinó. Sobrecogido de temor, saludó a Khrisna y luego se dirigió a Él de nuevo, con la voz vacilante: “…Eres el primero de los dioses, el Alma antigua; eres el supremo lugar de Apoyo del Universo; eres el Conocedor y Aquello que ha de ser conocido y la última Meta. Y de Ti el mundo está transido, oh Tú el de la forma infinita. Tú eres el Viento y la Muerte y el Fuego y la Luna y el Señor del Agua. Eres el Primer Hombre y el Gran Gran Señor. ¡A ti te saludo!... Me regocijo de haber visto lo que nunca antes se vio; pero mi mente también se halla confusa de temor. Muéstrame la otra forma de Tu ser. Sé misericordioso, oh Señor de los Dioses, oh Firmamento del Universo. Quisiera verte como antes, con Tu corona y Tu maza y el disco en Tu mano. Asume de nuevo tu forma de los cuatro brazos, oh Tú el de los mil brazos y las formas sin fin.”

El Señor dijo: “Por Mi gracia y por Mi propio poder yoga, oh Arjuna, te he mostrado esta suprema forma, resplandeciente. Universal, infinita y primitiva, que nadie más que tú ha visto… No temas, no te asombres al ver esta terrible forma mía, libre de temor y alegre de corazón, contempla de nuevo Mi otra forma.”

Habiéndose dirigido así a Arjuna, Khrisna asumió una forma llena de gracia y confortó al aterrorizado Pandava. (30)


Notas

(10) Bhagavad Gita, 11; 1;45-46, 2:9. De la traducción de Swami Nikhilananda (Nueva York, 2944).

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