Estas teorías empobrecedoras que fundamentan la
creación cultural mediante la negación de su lugar único, de su contraposición a
los otros, que parten de la iniciación en una conciencia unitaria, de la
solidaridad e incluso de la fusión con ella, todas estas teorías, y ante todo
la teoría expresiva en la estética, se explican por el gnoseologismo de toda la
cultura filosófica de los siglos XIX y XX; la teoría del conocimiento llegó a
ser modelo para las demás áreas de la cultura: la ética, o la teoría del acto,
se sustituye por una epistemología de los actos ya cometidos, la estética, o la
teoría de la actividad estética, se sustituye por una epistemología de la
actividad estética ya realizada, es decir, no hace objeto de estudio el acto
directo de una realización estética, sino su posible transcripción teórica, su
concientización; por eso la unidad de realización del acontecimiento se
sustituye por la unidad de conciencia, comprensión del acontecimiento, y el
sujeto como participante del acontecimiento se convierte en sujeto de un
conocimiento indiferente y puramente teórico del acontecimiento. La conciencia
gnoseológica, la conciencia de la ciencia es una conciencia única y unitaria;
todo aquello que es tocado por esta conciencia debe ser definido por ella
misma, y toda determinación debe ser su determinación activa: toda
definición del objeto ha de ser definición de la conciencia. En este sentido,
la conciencia gnoseológica no puede tener fuera de sí otra conciencia, no puede
establecer una relación con la otra conciencia; que es autónoma y no se funde
con ella. Toda unidad es su unidad y no puede existir la existencia de otra
unidad independiente a su lado (unidad de la naturaleza, unidad de la otra conciencia),
que es una unidad soberana que se le opone con su destino no definido por esta
conciencia. Esta conciencia única crea y forma su objeto sólo como tal, pero no
como sujeto, y el sujeto mismo viene a ser para ella solamente un objeto más.
El sujeto se comprende y se conoce sólo en tanto que objeto, y solamente una
valoración lo puede convertir en sujeto portador de su vida con sus propias
leyes que viva su propio destino. Mientras tanto, la conciencia estética, la
conciencia que ama y que establece el valor, es conciencia de la conciencia, conciencia
del autor como yo de la conciencia del héroe como otro; en un
acontecimiento estético estamos de dos conciencia fundamentalmente
inconfundibles, y la conciencia del autor se refiere a la conciencia del héroe
no desde el punto de vista de su composición objetual, de su importancia
objetiva, sino desde el punto de vista de su unidad vital subjetiva, y esta
conciencia del héroe se localiza concretamente (claro que el grado de
concretización puede ser distinto), se personifica y se concluye amorosamente.
Pero la conciencia del autor, así como la conciencia gnoseológica, no puede ser
conclusa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario