CANCIÓN SEGUNDA (6)
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh
toque delicado.
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, vida en muerte
la has trocado.
DECLARACIÓN (6)
10
/ Y en este íntimo punto de la herida, que parece
que da en la mitad del corazón del espíritu, que es donde se siente lo fino del
deleite, ¿quién podrá hablar como conviene? Porque siente el alma allí como un
grano de mostaza muy mínimo, vivisísimo y encendidísimo, el cual de sí envía en
la circunferencia un vivo y encendido fuego de amor. El cual fuego, naciendo de
la sustancia y virtud de aquel punto vivo donde está la sustancia y virtud de
la yerba, se siente infundir sutilmente por todas las espirituales y
sustanciales venas del alma según su potencia y fuerza, en lo cual siente ella
convalecer y crecer tanto el ardor, y en se ardor aificionarse tanto el amor,
que parecen en ella mares de fuego amoroso que llega a lo alto y bajo de las
máquinas, llenándolo todo el amor. En lo cual parece al alma que todo el
universo es un mar de amor en que ella está engolfada, no echando de ver término
ni fin donde se acaba ese amor, sintiendo en sí, como habemos dicho, el vivo
punto y centro del amor.
11
/ Y lo que aquí goza el alma no hay más que decir
sino que allí siente cuán bien comparado está en el Evangelio el reino de
los cielos al grano de mostaza que, por su gran calor, aunque tan
pequeño, crece en árbol grande (Mt. 13,31; pues que el alma se ve hecha
como un inmenso fuego de amor que nace de aquel punto encendido del corazón de
los cielos.
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