miércoles

LLEGÓ LA HORA DE NORAH, MUCHO MÁS QUE LA HERMANA DE BORGES


por Mercedes Pérez Bergliaffa

Chicas de ojos grandes y rostros a pura pupila, jardines antiguos acriollados, quintas arboladas y casonas coloniales, más grupos de jóvenes silenciosos contemplándose entre sí (siempre las bocas cerradas, los labios en forma de pez), libros, más libros y pequeños dibujos como pensamientos al vuelo crean el delicado clima de las obras de la artista Leonor Fanny Borges Acevedo, también conocida como Norah Borges (Buenos Aires, 1901-1998).

Ilustradora, dibujante, grabadora y pintora, Leonor-Norah mantuvo siempre un perfil discreto, a pesar de haber sido la hermana de uno de los escritores más famosos del mundo, Jorge Luis Borges​. Fue él, quien la apodó “Norah”; todos la conocieron así desde entonces. Ahora una exhaustiva muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) trae a la creadora al primer plano, con toda la intención de hacer justicia: el curador de la exposición, el coleccionista y diplomático Sergio Baur -quien ya había realizado una exhibición anterior de Norah Borges en 2006- manifiesta su objetivo: “Norah vale por su propia obra y no por ser 'la hermana de'. Esta muestra lo fundamenta: sus trabajos pesan por sí mismos”. Baur también comenta que el hermano de la artista escribió un texto acerca de los trabajos de Norah muy tardíamente, a pesar del cariño y de la proximidad que los unía.

Dividida en nueve núcleos, la exposición comienza con una serie de bellos retratos fotográficos en blanco y negro de Norah, entre los que se encuentran los tomados por Anatole Saderman y Grete Stern. Más tarde, durante el recorrido por la muestra (que es casi una línea de tiempo, se desarrolla cronológicamente) será posible observar un área de xilografías monocromáticas, con imágenes y gestos influidos por el expresionismo alemán y el cubismo (la artista había conocido las vanguardias en Europa, donde vivió junto a sus padres y hermano desde 1914 hasta 1921). Pero entre esta primera sección y la segunda -dedicada a las revistas y publicaciones literarias-, una vitrina exhibe algunas joyitas, como el diminuto libro inventado por Norah cuando aún era una niña. En el mismo espacio, la foto familiar de los Borges muestra al padre de los artistas, Jorge Guillermo Borges, su mujer y madre de los niños, Leonor Acevedo Suárez, y a dos pequeños Norah y Jorge, mirando hacia la lente de la cámara.

El núcleo siguiente de la muestra contiene las ilustraciones de la artista para las revistas vanguardistas Proa, Prisma, Martín Fierro y para el Movimiento Ultraísta, surgido de la revista Ultra. Aquí una bella y liliputense xilografía en rojo está dedicada a ella.

Pero, observando en panorámica las nueve áreas de la exposición, es posible notar detalles que se repiten: uno es que en las obras de Norah no existe el mundo adulto. Prácticamente todos los personajes son adolescentes, niños, jóvenes: la artista parecería haber preferido habitar, siempre, el país de la infancia, de los sueños posibles, de las horas lentas, eternas, frescas. Un territorio en donde no existe la urgencia.

Por eso también, por haber querido inventar estos climas utópicos, metafísicos, de tiempos juveniles de transición, los contrastes son tenues; las paletas, discretas y de tonos altos; y muchas de las obras son témperas. El uso de esta técnica para crear sus trabajos no sólo otorga un cuerpo y una opacidad específicos, propios de ese material sino que le permiten a la creadora remarcar detalles agudos en algunas de sus pinturas, especialmente en los retratos y los paisajes. Por ejemplo, en la témpera de 1929 donde aparece Guillermo de Torre (su marido) leyendo un libro en el departamento que compartían sobre la calle Paraguay. La cajita celeste de cigarros (“Cigarettes”, se lee); el lomo texturado de los gruesos libros en la biblioteca; la pipa ubicada de costado; la mariposa de alas azules enmarcada; la cortina plissee… La témpera y el contraste leve de esta pintura otorgan un aire de recogimiento y alegría a la escena.

Puñal de Orión (una bella serie de acuarelas de 1925) muestra perritos de pelaje negro y ojos blancos; cazadores portando cajas de arroz y un poster sobre la pared sostenido por cuatro chinches. Pero la densidad de estos trabajos es leve, acuosa; y los colores, brillantes. Cerca de estas obras, dos retratos a lápiz negro (no demasiado blando) llaman la atención: son los que Norah hizo de Xul Solar, el célebre artista, astrólogo y traductor. Con penetrantes ojos de pupilas inmensas, y perfilando bien su nariz -tan característica-, los retratos de Xul se ubican, a la vez, cerca de la carta astral que el artista y astrólogo dedicó a Norah. El vínculo es conocido e interesante: tanto Norah como su hermano escritor admiraban y frecuentaban a Xul, su mujer y su casa.

¿Pero qué decir de la lenta, calurosa, verde serie de paisajes de quintas arboladas, con mujeres alargadas reposando serenamente y sobre sus regazos, siempre un libro…? ¿Cómo describir el grupo de mapas de territorios a medias certeros, a medias imaginarios, definiendo los límites de Turkestán, el Tibet y el Golfo de Bengala, en leves tonos de acuarela…?

La sección más curiosa es la sala dedicada a los textos de Norah en su papel de crítica de arte, escritos bajo un seudónimo masculino: Manuel Pinedo. Aparecieron en los Anales de Buenos Aires entre 1946 y 1947. Elogiosa con Cándido Portinari y Raquel Forner, sin embargo se mostró dura con La urpila, obra emblemática del exquisito santiagueño Ramón Gómez Cornet.

Las tapas e ilustraciones de “Adrogué”, libro de su hermano; de “Platero y yo”, de Juan Ramón Jiménez; de “Los invitados” y “Amarillo celeste”, de Silvina Ocampo, entra tantísimas otras, más el retrato a tinta de Elvira de Alvear (de 1924), y un pequeño dibujo a lápiz de dos enamorados fechado en París en 1923 (probablemente la misma Norah junto a su pareja) terminan de definir tanto una exposición como una biografía: el derrotero de una mujer creadora hasta ahora eclipsada, quizás, por la importante figura de su hermano escritor.

Los trabajos de Norah Borges reaparecen como estrellas pequeñas: originales, personales, cálidos.

(Clarín / 17-12-2019)

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