martes

JOSEPH CAMPBELL EL HÉROE DE LAS MIL CARAS (82)


6 / LA GRACIA ÚLTIMA (9)


Esa fuente de vida es el corazón del individuo y dentro de sí mismo ha de encontrarla, si puede romper las capas que la cubren. La divinidad germánica pagana Odin (Wotan) dio un ojo para ver el velo de la luz hasta el conocimiento de esta infinita oscuridad y luego sufrió por ella la pasión de una crucifixión.

Pensé que colgaba de un árbol en el viento,
que colgaba ahí por noches nueve;
Con una lanza estaba herido, y me había ofrecido
a Odin, mi persona a mí mismo,
En el árbol del que nadie sabrá
Por encima de qué raíz crece. (169)

La victoria del Buddha bajo el Árbol Bo es el clásico ejemplo oriental de este hecho. Con la espada de su mente rompió la burbuja del universo y la convirtió en nada. El mundo entero de la experiencia natural, así como los continentes, los cielos y los infiernos de las creencias tradicionales religiosas, estalló con sus dioses y sus demonios. Pero el milagro de los milagros fue que aunque todo reventó, todo fue sin embargo renovado, revivificado y glorificado con el brillo del verdadero ser. Los dioses de los cielos redimidos levantaron sus voces y aclamaron armoniosamente al hombre-héroe que había penetrado por encima de ellos al vacío que era su vida y su fuente: “Banderas y pendones fueron erigidos en el filo del este del mundo y flotaron hasta el borde del oeste del mundo; de la misma manera notaron los que estaban en borde del oeste hasta el filo del este; y aquellos erigidos en el borde del norte del mundo flotaron hasta el filo del sur del mundo, mientras que aquellos que estaban en el borde del sur llegaron hasta el filo del norte; mientras que aquellos que estaban al nivel de la tierra flotaron hasta alcanzar el mundo de Brahma, y los que estaban en el mundo de Brahma colgaron hasta llegar al nivel de la tierra. A través de los diez mil mundos los árboles florecieron; los árboles frutales se inclinaron bajo el peso de sus frutos; lotos florecieron en los troncos de los árboles; y lotos en las ramas de los árboles; lotos en las enredaderas; lotos colgaban de los cielos, y plantas de loto salieron de las rocas en grupos de siete. El sistema de los diez mil mundos era como un ramo de flores que giraba por el aire, o como una gruesa alfombra de flores; en los espacios entre los mundos, los infiernos de ocho mil leguas, que no habían podido ser iluminados antes ni siquiera por la luz de siete soles, estaban ahora inundados de fulgor; el océano de ochenta y cuatro mil leguas de profundidad se volvió dulce al gusto; los ríos detuvieron sus corrientes, los ciegos de nacimiento recibieron la vista; los sordos de nacimiento el don del oído; los inválidos de nacimiento el uso de sus miembros; y las cadenas y los grilletes de los cautivos se rompieron y cayeron al suelo.” (170)


Notas

(169) Edda poética, “Hovamol”, 139 (traducción de Henry Adams Bellows; The American-Scandinavian Foundation, Nueva York, 1923).

(170) Jataka, introducción, i, p. 175 (reproducido del libro de Henry Clarke Warren, Buddhism in Translations; Harvard Oriental Series, 3; Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1896, pp. 82-83).

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