martes

GARDEL: EL ALMA QUE CANTA (16) - HUGO GARCÍA ROBLES


La creación del tango cantado (3)


“Madame Ivonne” es otra perla que merece detenerse para un examen rápido de la manera con la cual la aborda Gardel. Desde el comienzo la voz del cantor es evocadora, nostálgica, se escucha claramente que alude a un tiempo pasado. Siempre articulando sobre las consonantes, la “p” en papusa y la “b” y la “l” en las palabras “Barrio Latino”, frasea con vigor sereno y alusión al tiempo evocado a partir de “la cruz del sur fue como un signo”. Dice en todo momento “madama”, con la “a” final claramente expresada.

Con el regreso del tema inicial, sobre la estrofa “Han pasado diez años que zarpó de Francia” estamos en tiempo presente y el énfasis gana la voz en “ya no es la papusa del Barrio Latino / ya no es la mistonga florcita de lis”.

En el final, curiosamente cuando canta “tu pena es de nieve / madame Ivonne” dice “madam”, pronunciando la palabra con la fonética francesa, sin la “a” final que agregaba antes. Cabe anotar que “madama” es el nombre que se adjudica a una mujer mayor y antigua prostituta retirada, encargada de la dirección del local y de las pupilas. ¿Es posible especular que esa es la razón que mueve a Gardel a las dos versiones de la misma palabra? Una, “madama” prostibularia y otra “madame” respetada, por su dolor, en los versos citados que aluden la pena.

El tango de Charlo titulado “Rencor” es una obra maestra por la música y la letra, tan empapada en psicología: ese amor que se confunde con el rencor es todo un hallazgo de sabiduría. Gardel lo canta magistralmente.

Es importante observar en esta interpretación el empleo de los acentos, marcando los tiempos tónicos del compás y, al mismo tiempo, el recurso de la dinámica, es decir, el volumen “forte”, “piano” o “diminuendo” que, Gardel lo hace a menudo, coloca el caudal de su voz como instrumento expresivo. “Rencor” lo canta con ese marcado que se advierte en pasajes como “no ves que no puedo más” donde “ves” recibe la mayor presión rítmica. Luego en pasajes dramáticos de este magistral tango como “me amarga la vida”, “yo quiero volver a ser lo que fui” o “yo quiero vivir” se palpa la expresa intención de subrayarlos. Lo mismo sucede con el pasaje que contiene las palabras “que me inunda el pecho de rabia y rencor”, que encuentra en la acentuación de la “r” de rabia la traducción cantada de ese sentimiento. Otro instante revelador es el desprecio que colma el tono del cantor cuando dice “Dios quiera que un día la encuentre en la vida / llorando vencida”, que está subrayado por el fonema “m”, consonante que apenas se asoma y permite una mínima pausa en el fluir de la letra que tiene el efecto de enfatizar el deseo de ver a la mujer aludida derrotada, sin fuerzas. Por último, cuando Gardel retoma en los compases finales, las palabras del comienzo: “Rencor, mi viejo rencor” lo hace en un tempo demorado y con el nivel dinámico “piano”, como si la conciencia del amor que subyace el aparente rencor debilitara el caudal de su voz, traduciéndolo.

Celedonio Flores logra en “Pan” uno de los pocos tangos cuya letra es de cabo a rabo un ardiente alegato social. Gardel lo canta con el dramatismo que el texto posee. Obsérvese el volumen “fortíssimo” sobre la palabra Satán, que se prolonga como un grito en el verso “si Jesús no ayuda que ayude Satán”. Contrastando con el “diminuendo” que cierra el tanto “un hombre que llora y un cacho de pan”.

El tango “Almagro”, música de Vicente San Lorenzo y letra de Iván Diez, origina una de las interpretaciones más esplendorosas de Gardel. En pocas palabras hay que señalar que la primera y la tercera (última) estrofa mueven la voz del cantor a un tono amable, evocador que se desliza en los versos finales hacia el patetismo cuando dice “¡Qué triste es recordar! / Me duele el corazón… / Almagro mío, / ¡qué enfermo que estoy!”.

Pero la estrofa central que cambia hacia un diálogo con el barrio, recurso que individualiza a Almagro como persona, levanta la voz de Gardel hacia acentos que marcan con énfasis la sílaba “ma” (de Almagro) y articula sobre restantes consonantes un fraseo que sugiere fuerza, acción, la historia vivida que se recuerda con el tono alto de la memoria vívida. Solamente se atenúa en un “diminuendo” el pasaje que dice “mi cabeza la nieve cubrió / ya se fue mi alegría / como un rayo de sol”. La estrofa final arranca otros recursos al cantor que atienden al paso del tiempo que “dobló mi espalda” hasta la invocación que vibra intensa con “donde he nacido / he de morir”.

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