¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más
profundo centro;
pues ya no eres equiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este
dulce encuentro!
DECLARACIÓN (3)
7 /
Esto es, que con tu ardor tiernamente me tocas. Que, por cuanto esta llama es
llama de vida divina, hirere al alma con ternura de vida de Dios, y tanto y tan
entrañablemdente la hiere y enternece, que la derrite en amor, porque se cumpla
en ella lo que con la esposa de los Cantares, que se enterneció tanto, que se
derritió, y así dice ella allí: Luego que el Esposo habló, se derritió mi
alma (5,6); porque la habla de Dios es el efecto que hace en el alma.
8 /
Mas ¿cómo se puede decir que la hiere, pues en el alma no hay ya cosa por
herir, estando ya el alma toda cauterizada con el fuego del amor? Es cosa maravillosa
que, como el amor nunca está ocioso, sino en continuo movimiento como la llama,
está echando siempre llamaradas acá y allá; y el amor, cuyo oficio es herir
para enamorar y deleitar, como en la tal alma está en viva llama, estale
arrojando sus heridas como llamaradas tiernísimas de delicado amor, ejercitando
jocunda y festivalmente las artes y juegos del amor, como en el palacio de sus
bodas, como Asuero con su esposa Ester (2,17ss), mostrando allí sus gracias,
descubriéndola allí sus riquezas y la gloria de su grandeza, por que se cumpla
en esta alma lo que él dijo en los Proverbios, diciendo: Deleitábame yo por
todos los días, jugando delante de él todo el tiempo, jugando en la redondez de
las tierras, y mi deleite es estar con los hijos de los hombres (8,30-31);
es, a saber, dándoselos a ellos. Por lo cual estas heridas -que son sus juegos-
son llamadas tiernos toques, que al alma tocan por momentos de parte del fuego
de amor, que no está ocioso. Las cuales, dice, acaecen y hieren
de mi alma en el más
profundo centro.
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