por
Gaby Loyo
Lo
que empezó como un regalo para su hijo se convirtió en un pasatiempo para el
artista, pues su colección creció hasta incluir 50 piezas
Todas
las cosas que un artista debe ser: poeta, explorador de la naturaleza y
filósofo
Paul
Klee
Todo
artista conjura un universo, tanto personal como colectivo. Paul Klee sin duda
alguna fue uno de ellos. Pintor alemán con un estilo que varía entre el
surrealismo, el expresionismo y la abstracción, tal vez algunos lo conocen más
por la vida que el artista pasó debido a la Primera Guerra Mundial. Lo cierto
es que Klee estudió arte en Múnich junto a Heinrich Knirr y Franz von Stuck. Su
arte alude mucho a la poesía, la música y los sueños que tenía. Se inspiraba
fácilmente con cualquier cosa que lo rodeara, tal vez una de las razones por
las que usaba tantos colores. Al término de la Primera Guerra Mundial, Klee
enseñó en la Escuela de la Bauhaus y años después en la Academia de Bellas
Artes de Düsseldorf, todo esto antes de ser acusado por los nazis de crear arte
degenerado.
Pero
a pesar de todo, logró formar una familia, lo que quizá sería el detonante de
otra forma de arte que pondría en práctica. En el cumpleaños número 9 de su
hijo Félix decidió hacer ocho títeres de los personajes Kasperl y Gretl
(versión alemana de Punch y Judy, de la tradición de historias de títeres
inglesa). Además de los títeres, Klee creó un pequeño marco para hacer
presentaciones bajo el marco de la puerta del apartamento donde la familia
vivía. El pequeño Félix Klee fue tan feliz con aquel regalo que el artista
siguió haciéndolos por mera diversión y así acabó con 50 títeres en un lapso de
nuevo años. Estas creaciones constituían a figuras políticas y hasta una
versión del propio Paul Klee, todos con un toque "dadaísta".
Cuando
Félix cumplió 17 años y salió al mundo real, no dudó ni dos segundos en empacar
a sus títeres favoritos hechos especialmente para él. El resto, sin embargo,
quedaría a cargo de Klee, quien decidió exponer algunos de su colección en la
facultad de la Bauhaus. Desgraciadamente, algunos títeres fueron destruidos
tras un bombardeo en Wurzburgo, en el apogeo de la Segunda Guerra Mundial.
Solamente un extraño personaje, irónicamente llamado "Dr. Death",
salió ileso del incidente.
El
amor que un padre le tiene a su hijo rebasa cualquier obstáculo. Aunque Klee se
desempeñaba en otras ramas del arte en las que destacó, se ve que el amor hizo
que se saliera de su zona de confort e hiciera estos títeres por mera
curiosidad y ocio. Aunque para muchos puede no parecer lo mejor del arte del
creador alemán, su aspecto tenebroso son resultado del detalle y el tiempo que
el pintor le dedicó a hacer una cosa completamente diferente a lo que estaba
acostumbrado a hacer.
El
pasatiempo del artista hacía que se transportara a los tiempos en los que no
tenía preocupación alguna, a su infancia, cuando los únicos problemas que tenía
eran cosas simples como el tiempo en el que iba a jugar con sus juguetes y con
quién iba a jugar. Los títeres del fallecido pintor nos enseñan los recuerdos
de nuestra niñez.
“Destacar
sólo lo hermoso me parece como un sistema matemático que sólo se ocupa de los
números positivos"
El
amor no tiene obstáculos y mucho menos los tiene el amor de un padre hacia su
hijo. Como regalo, sea de padre a hijo, o de alguien especial a la humanidad
entera, el arte tiene mucho impacto en nuestra vida.
https://culturacolectiva.com
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