martes

IRMA HOESLI - MOZART: LAS CARTAS DE UN GENIO DE LA MÚSICA (55)


AUTOPRESERVACIÓN (17)

En el viaje de regreso de París, en Mannheim, Mozart debe afrontar nuevos sufrimientos. Aloysia Weber rechaza su amor. Su total desconsuelo se refleja en una carta al padre:

¡Mon trés che père!

Le escribo desde la casa del señor Becckè. Llegué gracias a Dios sano y salvo el 25, pero hasta ahora me fue imposible escribirle. Me reservo las noticias para cuando tenga el placer y la suerte de poder hacerlo oralmente, aunque hoy no puedo hacer otra cosa que llorar, tengo un corazón demasiado sensible…

Tengo por naturaleza mala letra, lo sabe usted, pues nunca aprendí a escribir, pero nunca he escrito peor que esta vez. ¡No puedo, mi corazón está demasiado predispuesto al llanto! Espero que usted me escriba pronto y me consuele. Creo que lo mejor será que me escriba a poste restante así podré retirar yo mismo la carta. Vivo en lo de Weber. Pero, mejor sería, sí, lo mejor sería que dirigiera usted sus cartas a nuestro buen amigo Becckè. Escribiré aquí una misa (entre nosotros, es el mayor secreto), todos los amigos me lo aconsejan, no puedo describirle qué amigos son Cannabich y Raaff para mí. ¡Hasta pronto, querido, amado padre!, escríbame pronto, le beso mil veces las manos y a mi querida hermana la abrazo de todo corazón y soy suyo hasta la muerte
                 
                                                                                               Suyo

¡Muy feliz año nuevo, no me sale otra cosa hoy!
                                                                                           su obediente hijo
                                                                            
                                                                           Wolfgang Amadè Mozt. (1)

En esta carta se muestra muy cariñoso e implora consuelo como un niño desamparado. Ya no se siente capaz de escribir, él, que sostiene que escribir cartas es un remedio para superar ataques de melancolía. No nos puede sorprender que después de este fracaso de su autodefensa admita que su viaje a París no ha agregado gran cosa a su obra.

…allá hubiera podido disponer de tiempo para componer, pero no hubiera sido capaz de escribir una nota, (2)

…no le traigo muchas novedades de mi música, pues no he hecho mucho; (3)

Estas dos, las más extrañas de entre todas las cartas de Mozart, fueron escritas en un momento de peligrosa crisis en su vida. La forma quebrada, la forzada contención y la conclusión desalentadora testimonian la supremacía del sentimiento sobre la fortaleza espiritual. La debilidad es pasajera. En su última y miserable época vienesa ni en las peores circunstancias se nota alguna pérdida de dominio. Deben exceptuarse las siguientes líneas llenas de desolación:

…no puedo explicarte lo que siento, es un cierto vacío que me duele, es un ansia que no puede ser satisfecha y por lo tanto no termina nunca -siempre sigue estando y hasta crece día a día-. Cuando pienso qué alegres e infantiles éramos cuando estábamos juntos en Baden y qué tristes horas estoy viviendo aquí -tampoco me interesa mi trabajo, pues estaba acostumbrado a descansar a ratos y a conversar algunas palabras contigo y ello me es imposible ahora- voy al piano y canto algo de la ópera, pero en seguida tengo que dejar, pues me causa demasiadas emociones. (4)


Notas

(1) A su padre, Munich, 29-XII-1778, I, 570.
(2) A su padre, París, 31-VII-1778, I, 502.
(3) A su padre, Nancy, 3-X-1778, I, 544.
(4) A su esposa, Viena, 7-VII-1791, II, 285.

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