por Ricardo Olave
Desde la percepción
del científico chileno, la sexualidad es un aspecto esencial en la convivencia
entre seres humanos, la cual se manifiesta en la expansión de la sensualidad y
la ternura como pilares del bienestar.
Esta entrevista,
perteneciente a la extinguida revista APSI del año 1991, estuvo enmarcada en un especial
relacionado al erotismo y la sexualidad. Es en este contexto que el Premio
Nacional de Ciencias tuvo palabras para analizar a los chilenos, quien desde la
emoción, desprende el lenguaje de la biología del amor.
¿Usted considera que la monogamia es el orden natural del ser humano?
No. Los seres humanos somos moderadamente polígamos. La monogamia nos
puede durar toda la vida o no. Una cosa no niega la otra. Pero si usted me
pregunta cuáles son los pilares de una familia larga, permanentemente, yo
pienso que es la ternura. Porque la sexualidad, es un modo de ternura. Cuando
uno habla de sexualidad, escucha solamente el acto sexual. Y éste es solo un
momento en esta relación sensual hombre-mujer. Donde están la caricia, la
atención, el cuidado, el juego: todo lo que es encontrarse con el otro en su
legitimidad. En la convivencia, son el control y la exigencia los que generan
la angustia: mi impresión es que mientras más se controla la monogamia, más se destruye.
El problema es la exigencia y el control. Si la pareja vive en la ternura y la
sensualidad, y por lo tanto en la armonía sexual, ni siquiera se tiene que
preguntar por la fidelidad. La fidelidad surge como pregunta cuando se perdió
la sensualidad y la ternura.
Usted ha dicho que la felicidad está en la armonía del presente. ¿Cuál
es la relación que usted ve entre sexualidad y felicidad?
El problema con las exigencias es que siempre interfieren con lo que
exigen. Se fundan en que no está lo que se exige: usted exige cooperación y no
la tiene, porque para que haya cooperación tiene que darse un fundamento
distinto, que es la aceptación y el respeto, y el deseo común. Empieza a exigir
cuando estas condiciones fundamentales no existen…
La armonía sexual
Parece ser que estamos mal educados para convivir.
Yo creo que sí estamos mal educados, porque pertenecemos a una cultura
que piensa o que actúa como si la armonía y el orden surgiesen de la exigencia
y el control. La armonía no surge de la exigencia, sino de la coincidencia de
propósitos, de la coincidencia de deseos; lo que yo llamo la ‘con-inspiración’
en el vivir.
Humberto Maturana
acota que él se ha preocupado de estos temas desde un camino distinto de la
psicología y la filosofía: desde la biología. “Mis preguntas han sido en
general sobre las condiciones constitutivas que le dan origen a las
experiencias, más que lo que pasa con ellas”.
¿Pero es una biología integrada a la ética?
Yo nunca me interesé por la ética hasta que la biología me la mostró.
¿Hay ética en la naturaleza?
No, pero en el ser humano sí. Y surge del amor. La ética tiene que ver
con la preocupación por el otro. Con tratar al otro como legítimo otro en la
convivencia. Pero la preocupación ética nunca va más allá que el dominio social
en que surge…
En Chile en estos momentos, mientras más se “ve” la gente, se siente con
mayor status. Y esto, asociado a una sexualidad lo más reprimida, posible, ¿no?
Yo creo que todos los seres humanos necesitan vivir una vida que tenga
sentido. Una vida en la cual su quehacer sea armónico y congruente con un
espacio más amplio que su vida individual, y ese sentido históricamente se daba
desde lo místico. Eso se ha ido perdiendo. Ahora la religión propone un espacio
de integración social. Y usted se va a encontrar con que los que viven en
conciencia social, los que sienten su quehacer como parte de la comunidad,
están menos amarrados a lo religioso. La religión está -demasiado, para mí
gusto- centrada en las exigencias y en las normas. Pero lo que la persona busca
es esa integración. Quiere que su quehacer tenga sentido y a veces lo confunde
con las normas, que es lo que usted señala cuando dice status: si cumplo tales
y tales reglas, pertenezco a una comunidad, soy acogido por ella.
Hay una inseguridad “típica” o básica de los chilenos que explicaría,
entre otras cosas, algunas formas distorsionadas de vivir la sensualidad y la
sexualidad.
Claro, pero la inseguridad nace de una mala integración a la comunidad a
la que uno pertenece.
Y también hay un malestar con el cuerpo…
Bueno, pero todo eso va junto. Por qué tengo yo incomodidad con mi
cuerpo, si no es porque estoy mal integrado a la comunidad a la cual
pertenezco. Y por qué estoy mal integrado a la comunidad si no me conecto con
ella adecuadamente en ser aceptado, en aceptar, en que mi quehacer tenga
sentido en ella y que ella me acoja en mi quehacer.
Usted comentaba que los seres felices son los que han sido aceptados por
la madre, ¿será que los chilenos no han sido muy acogidos por sus madres, si es
que podemos generalizar?
No podemos generalizar. Yo creo que debe haber muchos chilenos felices
(se ríe). Pero creo que tenemos problemas con el futuro. Nuestra cultura se
hace cada vez más exigente en el competir, en el éxito. Y la mamá piensa que
tiene que estar preocupada por el éxito de su hijo o de su hija en el futuro.
Entonces no se encuentra con el niño o la niña. No lo ve. Le regala un
juguete porque lo prepara para el futuro, no un juguete que tenga relación con
el jugar solamente. Lo manda al colegio para que se prepare para el futuro y
para el mercado profesional y no se escucha la queja del niño o de la niña en
relación a cómo está viviendo su vida cotidiana en el colegio. Eso crea una
tensión y una distancia, y por lo tanto una inseguridad en el niño. Porque el
niño está en el presente, no en el futuro. A mí no me importa si el colegio en
el que estuve era el mejor o el peor, lo único que me importa es si mi relación
con mi mamá y con mis compañeros era armónica.
La muerte no es una novedad
Cabe destacar que a
inicios de los años 90, Chile era un país desinformado respecto a las
consecuencias del VIH, siendo un tema tabú y una enfermedad marcada por
los prejuicios. El profesor Maturana, encontró palabras para
comprender este fenómeno desde la contemplación. En ese sentido, si bien
los tratamientos actuales permiten mantener una vida tranquila controlando el
virus, Maturana tuvo visión para pensar que esta enfermedad tendría cura en
tiempos en que el miedo no permitía encontrar una respuesta.
Hay una realidad que cambia, para los niños de hoy, la película del
futuro: el sida…
La película cambia hasta que haya un remedio contra el sida. Optar por
vivir el presente no significa no hacerse cargo del futuro. La revolución
sexual fue en realidad una revolución contra la hipocresía adulta. Surge con el
movimiento hippie en Estados Unidos, como una reacción contra la guerra de
Vietnam. Y contra la vida adulta que es mentirosa. Y entre otros aspectos de la
vida adulta, contra la restricción de la sexualidad. Pero la gente tendrá que
llegar a vivir su sexualidad como polisexual o como monógamo, no en contra de
la restricción, sino en la armonía de su vivir.
O sea que todo no se ha perdido, a pesar del sida.
Por supuesto que todo no se ha perdido: el sida es una interferencia
seria, y muy grave para mucha gente, pero se encontrará el remedio; si es como
la sífilis. Mientras no se tenía el remedio contra la sífilis, era igual el
sida…Antes la gente se moría de tuberculosis. Esto de estar cercano a la muerte
no es una cosa nueva. Lo que pasa es que el sida tiene que ver con la
sexualidad. Entonces uno tiene que preocuparse de su pareja: se puede ser
monógamo o polígamo ordenado.
Pero la cultura impone a las enfermedades una carga simbólica,
metafórica, dice Susan Sontag. Se buscan “culpables”.
Las enfermedades son pasares de la vida. Si el sida contiene una
manipulación, usted no tiene por qué vivir esa manipulación. Es que toda la
historia evolutiva del hombre tiene que ver con la sensualidad y la ternura.
Por eso su negación es tan distorsionante.
Usted dice que ser monógamo o polígamo son dos opciones legítimas. El
problema es que la sociedad solo acepta una posibilidad como legítima.
Esta sociedad, pero no todas. Hay otras culturas en las cuales no es
así. Note usted que si las enfermedades venéreas y el sida se propagan como se
propagan es porque no somos monógamos. Eso tampoco quiere decir que tengamos
una estructura de gente perversa. Los seres humanos no somos monógamos. O no lo
somos toda la vida. A lo mejor somos polígamos, y esa poligamia tampoco
significa necesariamente promiscuidad.
El derecho a cambiar de opinión
“Es interesante lo
que usted ha escrito sobre los errores”, mencionaba la periodista Mili
Rodríguez, a lo que Maturana responde: “Para darnos cuenta de que comentemos
errores, el error tiene que ser legítimo. Si el error no es legítimo, no lo
podemos ver ni superar”.
Es aquí, donde la
periodista de Apsi nota que el biólogo cuenta con una copia de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, documento en el que tiene anotado
bajo los 30 artículos de la Carta Fundamental, tres acotaciones: 31: Derecho a
cometer errores, 32: Derecho a irse y 33: derecho a cambiar de opinión.
"Son artículos fundamentales. Si el error no es legítimo no puede ser
comprendido ni superado. El derecho a cometer errores y el derecho a cambiar de
opinión los agregué yo. El derecho a irse, lo pusieron mis alumnos".
El amor es fundamentalmente ‘ver’ al otro. Es decir, que bajo su
concepto, el amor no es ciego registró revista Apsi.
(La Tercera / Culto / 29-1-2019)
(La Tercera / Culto / 29-1-2019)
No hay comentarios:
Publicar un comentario