por Enrique Mendoza Hernández
«La gramática no refleja necesariamente el mundo. El mundo está dividido
en dos: hombres y mujeres; la gramática no lo está, es un hecho arbitrario de
sedimentación secular y herencias milenarias», expresó a ZETA la
reconocida lingüista
Desdoblar en masculino y femenino algunas palabras, utilizar todxs, tod@s o todes,
así como separar entre lenguaje sexista y lenguaje inclusivo, ha sido una moda
promovida desde instituciones gubernamentales o asociaciones civiles, a veces
practicada por algunos sectores de la población hispanohablante.
Investigadora Emérita del Instituto de Investigaciones Filológicas en la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Miembro de Número de la
Academia Mexicana de la Lengua y de El Colegio Nacional, la lingüista
Concepción Company Company compartió con ZETA un análisis
sobre este importante tema que ocasiona reflexiones y debates.
Para empezar, reconoció:
«Hay en los últimos 10 años, fundamentalmente, propuestas desde
organismos oficiales, como la Secretaría de Gobernación, Sindicato de
Trabajadores de la Educación, organismos gubernamentales, en el sentido de que
hay que hacer una lengua desdoblada, en masculino y femenino -en aquellas zonas
donde se puede desdoblar en masculino y femenino-, para darle respeto e
igualdad a las mujeres.
«Mi planteamiento es que el respeto y la igualdad a las mujeres no se va
a lograr si decimos presidente o presidenta, juez o jueza,
sino que se va lograr cuando la mujer gane igual que un hombre y tenga las
mismas posibilidades de acceso educativo, laboral, en salud, etc. que tienen
los hombres, da igual cómo se le llame, presidente o presidenta.
Todos estos organismos gubernamentales tienen manuales del buen hablar y buen
escribir, del hablar respetuoso desdoblado, y entonces me dicen: “Igualdad es
que te llamen arquitecta”; ¡no!, igualdad es que me paguen igual si soy igual
de buena, que yo tenga las mismas oportunidades de acceder a ese puesto que un
arquitecto, o me paguen mejor si soy mejor.
«Yo reconozco, como mujer, que hay un gran problema de desigualdad entre
hombres y mujeres, un problema social, sin duda, por supuesto que lo hay; no
somos minoría biológica, pero sí se nos trata, como minoría; las mujeres,
apenas en los últimos 10 años, 20 años, estamos teniendo acceso a puestos
directivos, a lugares que hasta ahora han sido privilegio de los hombres, eso
lo reconoce cualquiera que tenga ojos, pueda leer un periódico o redes o pueda
oír radio y televisión, eso es una realidad», advirtió Company Company.
ENTRE EL “LENGUAJE INCLUSIVO” Y EL “LENGUAJE SEXISTA”
Doctora en Letras, con especialidad en Lingüística Hispánica por la
UNAM, primero se le preguntó a Concepción Company:
¿Qué opina respecto a que desde instituciones gubernamentales se
promueve el llamado “lenguaje inclusivo”?
Pues a mí me parece que están gastando energías inútilmente, es una
ridiculez. Yo soy la primera que quiero igualdad y he peleado y trabajado por
ella como mujer, pero forzar la lengua y decir: los y las mexicanas, niños
y niñas, queridos todos y queridas todas, -por cierto, ¿por qué
tienen que ir los hombres por delante?-, me parece que es absolutamente
antieconómico. Si usted dice: “El hombre es un ser racional”, no tengo ningún
problema, yo no me siento excluida de ese enunciado genérico.
«El meollo de esto es que tenemos que entender que la gramática es una
serie de convenciones seculares, incluso milenarias, sedimentadas en forma de
reglas, de hábitos y de rutinas, de muy lenta transformación, y debemos
entender, cosa sabida, que el masculino no refleja sexo, refleja una convención
indiferente al género. Si yo pregunto “¿cuántos hijos tiene?”, supongo que
piensa en hijos e hijas, en todos; pero si yo le pregunto “¿cuántas hijas
tiene?”, quedan excluidos; esa es la prueba de que el masculino es indiferente.
Mire, llevo tiempo diciéndolo, la manera gramatical de empoderarse las mujeres
y de excluir a los hombres, si así lo desean, es decir todo en femenino: estimadas
todas, así haya hombres presentes, estos automáticamente se hacen
invisibles, quedan fuera. Entones, no sé por qué tenemos que desdoblar si el
femenino es la herramienta poderosa para excluir.
«Los dueños de la lengua somos los hablantes, podemos hacer cosas como
escribir lxs, l@s; usted puede hacer lo que quiera porque el dueño de la
lengua es usted, ella, yo, todos somos dueños de la lengua, pero la lengua
funciona en tanto que es una convención social y que todos estamos de acuerdo
en que sirve y significa algo. Las iniciativas grupales no tienen éxito
gramatical.
«Usted pone una @, un signo medieval, porque ahora es la moda, hace
veinte años no hubiera puesto una @. La x, la @, la e son una convención que
está en el ambiente político, en el ambiente social hace tres o cinco años,
pero es una convención, es un acuerdo de una pequeña comunidad. Escribir con x
o con @ va en contra de la pauta de la lengua española, porque la lengua
española no tiene ninguna sílaba con tres consonantes. Entonces, decir todxs es
impronunciable, no pertenece al patrón fónico del español».
Pero quienes argumentan sobre el “lenguaje sexista”, aducen al
sistema patriarcal…
Nadie niega que en sus orígenes, las zonas que se marcan en masculino y
femenino, hayan podido reflejar un sistema patriarcal, en las sociedades
protoindoeuropeas, e incluso en la sociedad romana, hace unos 2,300 o 2000
años, claro que eran sistemas patriarcales, y a la fecha son sistemas
patriarcales; pero las comunidades de lenguas que no tienen género, como el
turco, como el árabe o como las lenguas amerindias en su mayoría, son sistemas
patriarcales, entonces, poner toda la energía en desdoblar en estimados
todos, estimadas todas es una energía inútil, porque la lengua es,
vuelvo a decirle, un repositorio de hábitos, de tradiciones, de rutinas y nunca
cambia por un decreto. Ni la Cámara de Diputados ni un grupo de feministas van
a cambiar la lengua, son los usuarios de todos los días, los hablantes de la
banqueta los que cambiamos verdaderamente la lengua; es una lentísima
transmisión de pequeñas innovaciones de padres a hijos, de abuelos a nietos,
esos somos los protagonistas.
La gramática es como si fuera un teflón a la que se le resbala todo,
sólo le hacen mella aquellas innovaciones que sirven para algo en el
funcionamiento de la gramática. Si queremos meterle correspondencia a la lengua
española con el mundo real pues tendríamos que meterle correspondencias
genéricas a unas minorías que son reales como las famosas minorías T:
travestis, transgéneros, transexuales, que son ámbitos distintos de
preferencias sexuales; o sea, es un asunto muy complejo y la gramática no da
cuenta de todas esas complejidades del mundo.
Yo lo que creo es que es una superficialidad decir que esto tiene que
ver con cómo está estructurado el español, me permito decirlo: es una
superficialidad y un desconocimiento profundísimo de la historia de la lengua
decir que esto se debe a un sistema patriarcal; hay un montón de sociedades
patriarcales cuyas lenguas no han marcado jamás un género».
¿Por qué es incorrecta la separación de “lenguaje sexista” y “lenguaje
inclusivo” que se hace desde algunas instituciones o asociaciones civiles con
el argumento de que es “para visibilizar a todos los grupos sociales”?
Yo creo que es muy válida la batalla de visibilización femenina, es muy
válida, yo la apoyo, por supuesto. Yo les pregunto después a las feministas,
sean cuales sean sus preferencias sexuales: ¿qué se hace con las minorías que
son homosexuales o que son transexuales?; eso no sé ni cómo se va a marcar en
la gramática y tienen el mismo derecho de ser representadas esas minorías
lingüísticamente, eso es lo primero. Lo segundo, si esa batalla fuera correcta
socialmente no significa que la lengua la vaya a asumir. Usted puede ponerse
con una pancarta durante 50 años diciendo todes o todxs para
ser incluyente, pero está por verse que la gramática lo vaya a sedimentar y a
incorporar.
Yo lo que creo es que es absolutamente arbitrario y convencional, además
de elitista, decir tod@s o todxs, con x es
impronunciable, ya que se elimina de la posibilidad de igualdad a todas las
sociedades que han vivido por milenios sin escritura; el 90 por ciento de las
lenguas del mundo nunca ha desarrollado escritura, supongo que tienen derecho
igual que las que sí tienen escritura, a ser iguales entre hombres y mujeres.
Escribir con @ es un elitismo, si usted no tiene un teclado o no sabe escribir,
no pasó por la escuela y sabe que ese signo medieval, @, le puede servir como
aparente inclusión, pues me parece que es elitista porque excluye a la
oralidad. El de la x excluye igualmente a la oralidad. En suma, ¿acaso las
mujeres que son hablantes de lenguas que han existido por milenios en la
oralidad, lenguas carentes de escritura, no tienen derecho a la igualdad
social?
Me parece a mí que son unas batallas con mucha energía para cero
resultados, habrá que esperarse ciento y pico años, unas cuatro generaciones
para ver si algo se logró. ¿Qué significa “se logró”?, que 500 millones de
hispanohablantes o 125 millones de mexicanos estén de acuerdo en desdoblar en
cualquier acto de habla, cuando la zona gramatical permite el desdoblamiento, y
ese acuerdo no se va a producir en unos años y no sabemos si se producirá
alguna vez».
ALGUNOS INTENTOS REGULATORIOS EN LA HISTORIA DE LA LENGUA
Autora de los libros El siglo XVIII y la identidad lingüística
de México (Academia Mexicana de la Lengua y Universidad Nacional
Autónoma de México, 2007) y Los opuestos se tocan. Indiferencias y
afectos sintácticos en la historia del español (El Colegio Nacional,
2017), entre otros, la doctora Concepción Company Company compartió con ZETA algunos
ejemplos de cómo a lo largo de la historia del español ha habido diversos
intentos regulatorios y algunas modas en el uso del idioma:
«En los dos mil años de la historia de la lengua española ha habido
intentos regulatorios y nadie les ha hecho caso; los intentos regulatorios
suelen venir desde instancias de poder, como la Corona; en el período de los
Reyes Católicos o con los borbones en el siglo XVIII, con la creación de las
academias hubo muchos decretos de buen uso de la lengua, pero con pocos o nulos
resultados en el empleo del español día a día. Por ejemplo, en el siglo XVIII
les dio -era una moda, se veía bonito- por poner dobles consonantes, grupos
cultos, se llaman: escribían proppositto, con doble pp y doble tt;
les encantaba, era algo así como complejizar, como hacer más culta la lengua; y
entonces llegó la Real Academia Española en 1743, en su primera Ortografía,
y emite la recomendación de “simplifíquense los grupos cultos”, como dobles tt,
doble bb, dobles ff, dobles ss, o ph, les encantaba, prophecía con
ph en lugar de con f. ¿Sabe quién les hizo caso?, nadie.
«Escribían con doblamiento consonántico hasta bien entrado el siglo XIX
y no fue por un decreto de la Real Academia de la Lengua, fue porque entra una
prisa comunicativa, se generalizan los periódicos en el sentido de diario, más
entra un hecho fundamental que es la revolución industrial a mediados del siglo
XIX y se incorporan grandes masas al trabajo, hombres y mujeres, de hecho el
inicio del feminismo está en la revolución industrial porque necesitan mano de
obra y tienen que entrar las mujeres a las fábricas.
«Por la prisa y la necesidad de rapidez se olvidaron de que era bonito
escribir con doble tt, doble pp, doble ff y doble ss, entonces cuál fue el
efecto, no tiene que ver con un decreto, tiene que ver con cómo funciona la
sociedad. A la fecha, hay variación interesante en grupos consonánticos en el
español; por ejemplo, en Argentina o Uruguay se escribe y dice transcripto,
con pt, pero setiembre, sin p; en México o en España, es justamente
al revés, transcrito y septiembre, esta variación,
como cualquier otra de la lengua, sólo prueba que es convencional, y prueba que
no se les hace caso a los decretos emitidos desde instancias de poder.
«Este desdoblamiento de masculino y femenino es, además, una zona muy
pequeña del español, es un cuatro o cinco por ciento de la lengua española que
se puede desdoblar, no es nada moderna, todos creemos que es un descubrimiento
darle visibilidad a las mujeres, pero en textos del siglo XVI usted se
encuentra “se presentó la declaranta”, “se presentó la testiga”, y le puedo
garantizar que no es un intento de visibilización o de inclusión.
«En la Audiencia de México, en el centro del virreinato de la Nueva
España, usted no encuentra ninguna declaranta ni ninguna testiga,
porque hay una normatividad mucho más culta; en cambio encuentra, por ejemplo,
en documentos de Oaxaca y Chiapas “fue llamada a dar su testimonio María Pérez,
se apareció la testiga ante el juez o ante el Santo Tribunal en tal ciudad de
Chiapas”; en zonas marginales de la Audiencia están las testigas y las
declarantas mucho más presentes. Este desdoblamiento se retrae porque
en el siglo XVIII hay una corriente muy culta, desde centros educativos
fuertes, como la Ciudad de México, la audiencia de la Nueva Galicia,
Guadalajara hoy, también una zona fuerte, se retraen esos desdoblamientos y
fueron sacados de nuevo hace unos años como algo innovador. ¿Qué es lo que hace
un desdoblamiento?, bueno le da visibilidad a la mujer, pero yo no quiero
visibilidad, yo quiero verdadera igualdad, que son cosas distintas».
“LA GRAMÁTICA NO TIENE SEXO”
Para concluir la entrevista con ZETA, la reconocida
lingüista argumentó por qué la gramática no es incluyente ni excluyente:
«La gramática no tiene sexo, no es ni incluyente ni excluyente, es una
herramienta que atraviesa nuestra vida y que usamos diariamente para funcionar
en la vida. La gramática es una serie de convenciones, es arbitraria. Por
ejemplo, la palabra arte en singular es el arte,
en plural son las artes, eso es una muestra de arbitrariedad, así
ha sido por siglos. Es decir, la gramática no refleja necesariamente el mundo.
El mundo está dividido en dos: hombres y mujeres; la gramática no lo está, es
un hecho arbitrario de sedimentación secular y herencias milenarias».
¿Por qué “la lengua no tiene sexo, no es ni incluyente ni excluyente”?
Ninguna lengua tiene sexo, algunas tienen género. El género es una
adscripción arbitraria, convencional, sedimentada por siglos, de que una
comunidad de hablantes marca como masculino algunos aspectos, marca como una
terminación de femenino a otros y marca neutro o como invariable otros.
En el caso del español, en una parte mínima de la lengua, el género
coincide con el sexo de los individuos; es una zona que refiere a seres
animados, por ejemplo, niño-niña, gato-gata, perro-perra, pero no
hay una relación entre sexo y género; hay muchas zonas de masculino y femenino,
desdobladas en género a través del artículo o a través de terminaciones, el
cólera-la cólera, que remiten a significados muy distintos de hombre-mujer.
Los adjetivos, por supuesto, tienen la posibilidad de alternar entre masculino
y femenino, como blanco-blanca, negro-negra, pero
también hay algunos invariables como azul, café; por lo tanto, sigue aflorando
la arbitrariedad y el carácter convencional.
La mayoría de lenguas del mundo no marca género; por ejemplo, una
propiedad característica de la gran mayoría de lenguas amerindias es que
ninguna tiene género; tampoco el finlandés tiene género, ni el turco ni el
árabe. Por ejemplo, el finlandés no tiene género; todo mundo dice: “claro, es
que Finlandia es primer mundo, por eso ha eliminado históricamente las
distinciones de género”. Tampoco tiene género el turco, ¿usted cree que la
sociedad en Turquía es igualitaria?
Tampoco tiene género la mayoría de lenguas amerindias y ¿usted cree que
la mixteca es igualitaria por carecer de género?, no; la convención matrimonial
es que compran a la mujer, normalmente, o sea, la piden a cambio, y si a la
mujer le va muy bien valdrá unas 20 cajas de cerveza y una cabra o un cordero;
y no solo eso, sino se la llevan a la casa de la suegra, ésa es la tradición y
se vuelve prácticamente sirvienta de la suegra. La lengua no tiene género, pero
esa sociedad es profundamente inequitativa para la mujer, al menos, desde
nuestro punto de vista de mujeres de otra sociedad.
Tampoco tiene género el persa. ¿Usted cree que la sociedad en Irán es
igualitaria? Bueno, no solo no hay visibilidad de la mujer, sino que las tapan;
y carece de género, jamás ha tenido ninguna marca parecida a blanco-blanca, negro-negra, presidente-presidenta,
jamás.
Entonces, hay lenguas con dos géneros como el español, con algunos
residuos de neutro; hay lenguas con tres géneros: masculino, femenino, neutro,
como el latín; hay lenguas con cuatro o más géneros que marcan masculino, femenino,
neutro, masculinos animados, femeninos animados, como el polaco; o sea, es
totalmente arbitrario, no tiene que ver con la distinción de sexos ni con
igualdad entre sexos.
(ZETA / 5-4-2019)
(ZETA / 5-4-2019)
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