CANCIÓN
35
ESPOSA
Y
luego a las subidas
cavernas
de la piedra nos iremos,
que
están bien escondidas,
y
allí nos entraremos,
y
el mosto de granadas gustaremos.
DECLARACIÓN
(1)
1
/
Una de las causas que más mueven al alma a desear entrar en esta espesura de
sabiduría de Dios y conocer de padecer muy adentro en sus juicios (como habemos
dicho) es por poder de allí venir a unir su entendimiento y conocer en los
altos misterios de la Encarnación de el Verbo como a más alta y sabrosa
sabiduría para ella; a cuya noticia clara no se viene sino habiendo primero
entrado en la espesura que habemos dicho de sabiduría y experiencia de
trabajos. Y así, dice la esposa en esta canción que, después de haber entrado
más adentro en estas sabiduría y trabajos, irán a conocer los subidos misterios
de Dios y hombre, que están más subidos en sabiduría, escondidos en Dios, y que
allí se entrarán, engolfándose el alma e infundiéndose en ellos, y gozarán y
gustarán ella y el Esposo el sabor que causa el conocimiento de ellos y de las
virtudes y atributos de Dios que por ellos se descubren en Dios, como son
justicia, misericordia, sabiduría, etc.
Y
luego a las subidas
cavernas
de la piedra nos iremos,
2
/
La “piedra” que aquí dice es Cristo, según San Pablo lo dice a los corintios (1
Cor. 10.4): “Petra autem erat Christus”. Las “subidas cavernas” son los subidos
y altos misterios y profundos en sabiduría de Dios que hay en Cristo, sobre la
unión hipostática de la naturaleza humana con el Verbo divino, y la
respondencia que hay de la unión de los nombres de Dios a esta, y en las
conveniencias que hay de justicia y misericordia de Dios sobre la salud de el
género humano en manifestación de sus juicios. Los cuales, por ser tan altos y
tan profundos, bien propiamente se llaman “subidas cavernas”; “subidas”, por la
alteza de misterios; “cavernas”, por la hondura y profundidad de la sabiduría
de ellos: porque, así como las cavernas son profundas y de muchos senos, así
cada misterio de los que hay en Cristo es profundísimo en sabiduría, y tiene muchos
senos de juicios suyos ocultos de predestinación y presencia en los hijos de
los hombres. Por lo cual dice luego
que
están bien escondidas.
3
/
Tanto, que por más misterios y maravillas que han descubierto los santos
doctores y entendido las santas almas en ese estado de vida, les quedó todo lo
más por decir, y aun por entender, y así mucho que ahondar en Cristo, porque es
como una abundante mina con muchos senos de tesoros, que, por más que ahonden,
nunca les hallan fin ni término, antes van en cada seno hallando nuevas venas
de nuevas riquezas acá y allá. Que por eso dijo San Pablo de el mesmo Cristo,
diciendo: “In quo sunt omnes sapientiae et scientiae Dei absconditi”; que
quiere decir: “En Cristo moran todos los tesoros y sabiduría de Dios escondidos”
(Col. 2,3). En los cuales el alma no puede entrar ni puede llegar a ellos, si
(como habemos dicho) no pasa primero y entra en la espesura de el padecer
exterior e interiormente, y después de haberla Dios hecho muchas otras mercedes
intelectuales y sensitivas, y habiendo precedido en ella mucho ejercicio
espiritual; porque todas estas cosas más bajas y disposiciones para venir a las
subidas cavernas de el conocimiento de los misterios de Cristo, que es la más alta
sabiduría que en esta vida se puede alcanzar. De donde pidiendo Moisés a Dios
que le mostrase su gloria, le respondió que no podría verla en esta vida, mas
que Él le mostraría todo el bien, es a saber, que en esta vida se puede; y fue
que, metiéndole en el agujero de la piedra, que es Cristo (como habemos dicho),
le mostró sus espaldas, que fue darle conocimiento de sus misterios de las
obras suyas, mayormente los de la Encarnación de su Hijo (Ex. 33,18-23).
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