El reputado físico teórico norteamericano Michio Kaku, famoso por formular la revolucionaria teoría de las cuerdas (modelo fundamental de la física que asume que las partículas materiales aparentemente puntuales son, en realidad, “estados vibracionales”), causó recientemente un pequeño remezón en la comunidad científica luego que afirmara haber encontrado pruebas de la existencia de una fuerza inteligente y desconocida por el hombre que gobierna la naturaleza, es decir, algo bastante parecido al concepto que muchos tienen de Dios como ente creador y rector del Universo.
Para llegar a esta conclusión Michio Kaku utilizó una
inédita tecnología creada el año 2005 que le permitió analizar el
comportamiento de la materia a escala subatómica, valiéndose para ello de un
“semi-radio primitivo de taquiones”. Los taquiones, por cierto, son
todas aquellas partículas hipotéticas capaz de moverse a velocidades
superlumínicas, es decir, son partículas teóricas capaces de “despegar” la
materia del universo o el contacto de vacío con ella, dejando así a esta
materia en estado puro, totalmente libre de las influencias del universo que
las rodea.
Según el físico, al observar el comportamiento de estos taquiones en
varios experimentos, llegó a la conclusión que los seres humanos
vivíamos en una especie de “Matrix, vale decir, un mundo regido por leyes y
principios concebidos por una especie de gran arquitecto inteligente. “He
llegado a la conclusión de que estamos en un mundo hecho por reglas creadas por
una inteligencia, no muy diferente de un juego de ordenador favorito, pero, por
supuesto, más complejo e impensable”, aseguró el científico.
Michio Kaku agregó que “analizando el comportamiento de la materia a
escala subatómica, afectada por el semi radio primitivo de taquiones, por
primera vez en la historia, un diminuto punto en el espacio, totalmente libre
de cualquier influencia del universo, materia, fuerza o ley, se percibe de una
forma inédita el caos absoluto. Así, todo lo que llamamos azar ya
no tiene más sentido, porque estamos en un plano regido por reglas creadas y no
determinado por azares universales. Esto quiere decir que, con toda
probabilidad, existe una fuerza desconocida que lo gobierna todo”, dijo el
científico.
Michio Kaku agregó que “alguien le hizo una vez a Einstein la
gran pregunta: ¿Hay un Dios? A lo que contestó que creía en un Dios
representado por el orden, la armonía, la belleza, la simplicidad y la
elegancia, el Dios de Spinoza. El universo podía ser caótico y feo, pero en
cambio es bello, simple y regido por reglas matemáticas sencillas”.
La teoría de las
cuerdas y la música de Dios
Con respecto a la formulación de la famosa “String Field Theory”, o
teoría de las cuerdas, modelo fundamental de la física que asume que las partículas
materiales aparentemente puntuales son, en realidad, “estados
vibracionales” de un objeto extendido más básico llamado “cuerda” o
“filamento”, lo que convertiría a un electrón, por ejemplo, no en un “punto”
sin estructura interna y de dimensión cero, sino que un amasijo de cuerdas
minúsculas que vibran en un espacio-tiempo de más de cuatro dimensiones.
Kaku afirmó que “desde hace mucho tiempo trabajo en esta teoría, que se
basa en la música o pequeñas cuerdas vibrantes que nos dan las partículas que
vemos en la naturaleza. Las leyes de la química con las que hemos tenido
problemas en la escuela secundaria serían las melodías que se pueden ejecutar
en estas cuerdas vibrantes. El Universo, así, sería una sinfonía de estas
cuerdas vibrantes y la mente de Dios, sobre la que Einstein escribió
ampliamente, sería música cósmica resonando a través de este nirvana a través
de las 11 dimensiones hiper espaciales”.
El físico norteamericano de origen japonés concluyó que “los físicos son
los únicos científicos que puede decir la palabra “Dios” y no sonrojarse. El
hecho esencial es que se trata de preguntas cósmicas de existencia y
significado. Thomas Huxley, el gran biólogo del siglo pasado, dijo que la
cuestión de todas las preguntas de la ciencia y la religión es determinar
nuestro lugar y nuestro verdadero rol en el Universo. Por tanto, la ciencia
y la religión se tratan de la misma pregunta. Sin embargo, ha habido
esencialmente un divorcio en el último siglo, más o menos, entre la ciencia
y el humanismo, y creo que es muy triste que no hablemos ya el mismo
idioma”.
(La Revolución Pacífica / 1-2017)
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