1º edición WEB:
elMontevideano Laboratorio de Artes / 2018
DEL BARRIO 3
¿Por qué mierda de le habrá ocurrido a Morales traicionarlo así? Ponerse a
vender una botellita en pleno desfile. Es la ambición. Darío le había dado
todo: un trabajo, un nombre, el miedo de los que lo rodeaban. Todo. Es la
ambición. Tiene que haber sido eso. Y ahora había que ponerse a pensar quién
iba a manejar la limusina. No se le podía pedir al enfermo del Mancuerna porque
iban a terminar reventados contra el primer árbol que encontrara.
No sabe que el viejo ridículo que se viste de Payaso anda buscando algún
trabajito extra. Capaz que a él le interesa. Claro que no tiene la imponencia
física que tenia Morales. Hijo de puta. ¿Por qué lo habrá traicionado? El
Mancuerna le había dicho todo a Darío: Morales estaba vendiendo en pleno
desfile. Morales no consume y su mentira era demasiado evidente (hasta para el
Mancuerna). Lo iban a matar cuando terminara la tregua del desfile pero el
policía les ganó de mano. Ojalá ya esté ardiendo en el infierno.
El poderoso distribuidor de droga estaba sentado en su amplio y
ridículamente adornado living. Se pasaba despreocupado la mano por el pelo
cromado mientras leía una tabla inmensa llena de números verdes y rojos. El
Mancuerna se perseguía con el dedo índice los ríos azul eléctrico que le empezaban
en la yema del pulgar y llegaban hasta la base del codo.
Sin siquiera tocar la puerta, el Payaso Carcajada se metió al living como
si ese fuera el rincón de la plaza donde dormía. El Mancuerna dio un salto al
verlo pero Darío apenas levantó una pupila para sacarla de la planilla de
datos.
-Vengo a ofrecer mis condolencias por el compañero caído.
-Muchas gracias, Payaso. Mancuerna, traele algo fuerte a este buen hombre.
-Agradezco su hospitalidad.
-Siéntese. Supongo que no habrá venido sólo a eso.
-En realidad no. También vengo a ponerme a su disposición en caso de que
necesite cualquier ayudita.
-Bueno, ahora que lo menciona, como ya sabe, no tengo quién maneje la
limusina ni quién asesine a mis molestias.
-Siempre que usted lo pida, yo puedo ir a matar a-
-Ya sé, Mancuerna. Ya sé. Dejame seguir hablando con este buen hombre. Como
le decía, señor Payaso, necesito cuanto antes reemplazar a mi colaborador caído.
-Si usted lo requiere yo podría empezar ahora mismo.
-Me encanta su actitud. Queda a prueba por una semana.
-Gracias, señor. Mil gracias.
-Además de manejar la limusina todos los días vamos a necesitar que haga
algunos trabajitos extra.
-Cosas cortitas.
-Sí, ya veo, Mancuerna. Cortitas como parpadeo de chino.
-Jajajajaja. Me encanta este tipo.
-Bueno, ya que te encanta tanto andá a darle un arma y explicale los
detalles para matar al juez Cortez.
-Por supuesto, señor. Vení, Payaso.
-Gracias nuevamente, señor Darío.
Las dos pupilas incendiadas de Darío volvieron a sumergirse en la planilla
inmensa. Mientras tanto, el Payaso y el Mancuerna se iban para el segundo
inmenso y ridículamente adornado living. Seguían siendo observados por la luz
imperceptiblemente roja de la cámara escondida en el gorro del Payaso.
-No tenés por qué tener miedo, el jefe parece malo pero es buen tipo. Si no
te hacés el loco no te mata.
Interrupción de maganates
-Ahora sí que te tengo, amigo. Darío contrató a otras de mis piezas para
matarte al rey. Mi reina asesina y el policía también andan queriendo matar al
juez. Ya estoy sintiendo el perfume de la flor que te voy a ganar.
-Tranquilo viejito. Está todo bajo control. Mientras vos das vueltas yo
estoy haciendo mi jugada. Aparte ese payaso haraposo no puede matar a nadie.
¿No ves que tiene estudios como nosotros?
-¿Cómo nosotros? No me hagas reír que tengo los dientes nuevos. Apenas si
terminó una cerrera de letras en la universidad pública.
-Sí, puede ser. Pero no va a matar a nadie. Vas a ver.
-Dejá de leerle los datos. No importa qué vida tuvo. Todos matan llegado el
momento. Más en este barrio de mierda.
-Todavía no puedo creer cómo apretando acá al lado de cada persona aparecen
todos estos datos: nombre, dónde vive, con quién habla y hasta con qué mano se
masturba.
-Es que le compré una base de datos a una de esas empresas de internet.
-¿Compraste un millón de datos sólo para nuestra partida? Vos sí que estás
comprometido con el ajedrez, viejito.
-Compré mucho más que un millón de datos y los uso para mucho más que
nuestra partida.
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