A sus 94 años,Jonas Mekas sigue alumbrando nuestro tiempo. El viejo cineasta apátrida, el
hombre nacido en 1922 en un pueblito de Lituania que llegó a finales de los
años cuarenta a Nueva York huyendo de la
Europa devastada por el nazismo para
convertirse desde allí en voz y bandera de varias generaciones de cineastas
independientes y experimentales, mantiene su formidable cabeza lúcida y
brillante. Fiel a su chaqueta azul, a su sombrero y a su cámara de
bolsillo, Mekas ha
llegado a Madrid acompañado de su hijo Sebastian tras recalar en Atenas y
Kassel, donde ha participado en la Documenta 14. En la capital española, como
parte de la programación del Festival
Filmadrid, el jueves presentará su libro Cuadernos de los Sesenta (Caja
Negra) y este miércoles se inaugura en La Neomudéjar la
exposición I Sing And I Celebrate (Canto
y celebro).
Efectivamente,
Mekas sigue cantando. Su fe en la humanidad no conoce obstáculos. Incluso
ahora, cuando ve el mundo peor que nunca: “Estamos en un callejón sin salida,
no solo nos destruimos los unos a los otros sino que estamos acabando con el
planeta. Estoy seguro de que vamos hacia el abismo pero paradójicamente por eso
mismo soy optimista: en ese abismo estará nuestra salvación. Porque al final
del callejón no nos quedará más remedio que reaccionar y tendremos un nuevo
comienzo. Sí, soy optimista, la humanidad renacerá, estoy convencido de ello. Y
ese momento está cerca”.
Mekas participa en
una Documenta centrada en
los refugiados y en ese sentimiento de urgencia que recorre el planeta. “Me
pidieron mi trabajo fotográfico sobre el campo de trabajo en el que estuve
prisionero cinco años, que casualmente estaba en los suburbios de Kassel;
entonces totalmente destruida. También querían proyectar Reminiscencias de un viaje a Lituania”, explica
sobre la película que realizó al llegar como refugiado a Estados Unidos, quizá
su obra más conmovedora y fundamental. “Éramos desplazados, pero Naciones
Unidas cuidó de nosotros. Tuvimos mucha suerte. Eso ya no ocurre. Hoy es una
tragedia. En 1945 había un acuerdo universal, pero ahora todo da igual, los
países se han vuelto necios y egoístas”.
En una conversación
con Pier Paolo Pasolini recogida en Cuadernos de los Sesenta, Mekas
ya predecía un futuro marcado por cámaras e imágenes. “Le quitaremos el cine a
la industria y se lo daremos a los hogares. Ese es el verdadero sentido de lo
que llamamos cine underground”, le dijo Mekas al
director de Teorema. Acertó en su visión, pero
al recordárselo, abre sus achinados ojos y responde: “Sí, yo dije eso. Sin
embargo, Pasolini respondió algo mejor: ‘Todos los hogares tienen una máquina
de escribir y eso no significa que escriban más y mejor’. Las cámaras son como
un bolígrafo en nuestro bolsillo, una herramienta más para comunicarnos pero no
necesariamente mejor”.
“Ahora la gente solo habla de pan y trabajo,
hemos olvidado todo lo demás”, continúa. “La economía ha enterrado todo. Pero
el pan y el trabajo no lo son todo en la vida. No soy un hombre religioso pero
creo en la espiritualidad del hombre, en esa cualidad sutil, misteriosa y
profunda”. Mekas cita entonces al Quijote y a Sigismunda, explica que lleva
tiempo obsesionado con los dos personajes de Cervantes. “Lo cierto es que para
mí es difícil encontrar una película que supere al Quijote. ¿Existe alguna que se pueda comparar a Lorca o
Cervantes? Lo dudo. Leí El Quijote en
la escuela pero no lo entendí del todo, me saltaba algunos pasajes. El año
pasado volví a leerlo entero y ahora estoy leyendo el resto de obras de
Cervantes. Es mi año Cervantes. El Quijote me
impresiona, el retrato de la época, y esas mujeres tan fuertes, es todo muy
interesante. Don Quijote es un idealista, un soñador extremo y eso es algo que
necesitan todas las épocas. Aunque fracasen, lo que necesitamos son soñadores.
Y ahora más que nunca. ¿Sabe? Mientras se cierran las bibliotecas y las
iglesias yo estoy construyendo una biblioteca en Nueva York”.
Mekas explica que
se trata de un proyecto hermano a su Anthology Film Archives (institución única
que cataloga, preserva y exhibe películas de todo tipo y que atesora entre
40.000 y 50.000 copias) para el que necesita nueve millones de dólares.
“Estamos reuniendo el dinero y es curioso, la mayoría nos está llegando de artistas
y no de gente del cine, que en su mayoría nos ignora. Hemos hecho ya varias
subastas para recaudar fondos y creadores como Richard Serra, Cindy Sherman o
Christo nos ha regalado obras suyas. Curiosamente no hay un solo productor de
cine que nos apoye, y solo Martin Scorsese y George Lucas parecen preocupados
por nuestro trabajo. La biblioteca reunirá y digitalizará todos los libros,
colecciones de revistas y publicaciones que hemos reunido. De hecho, mi viaje a
Europa tiene mucho que ver con este proyecto, busco financiación por todo el
mundo. También en Madrid. En realidad no puedo pensar en otra cosa. Yo no hago
esto por mí, lo hago por el cine, para que todo el mundo tenga acceso a
nuestros enormes fondos documentales, que se remontan a los años veinte”.
No cree en las
grandes misiones individuales, sino en responder a las necesidades de la
comunidad. “Hay cosas que hacemos solo porque tenemos que hacerlas. Cuando hay
una necesidad hay que darle una respuesta, sin más. Por ejemplo, en los años sesenta
en Europa existían Cahiers du Cinéma o Sight & Sound, pero en Estados Unidos no había nada
ni parecido y mis amigos necesitaban un medio donde expresarse. Por eso mi
hermano y yo montamos Film Culture. Las
necesidades están ahí, siempre, también ahora. La humanidad está sedienta,
aunque no lo sepa. Y hay que luchar. Pero haciendo cosas no protestando. No me
interesan ni las pancartas ni las manifestaciones, lo único que cambia el mundo
es buscar alternativas y hacer cosas”, dice. Y entonces saca la cámara de su
bolsillo, graba unos segundos mirando hacia la ventana, se ríe y repite: “Hay
que hacer cosas”.
(El País / 14-6-2017)
No hay comentarios:
Publicar un comentario