domingo

JAVIER ECHEVERRÍA “LA NUBE ES LA NUEVA CAVERNA”


por Tamara Montero
¿Somos siervos de los gurús tecnológicos? ¿Nos conoce Internet mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos? Hace 20 años, el filósofo y matemático Javier Echeverría (Pamplona, 1948) alertó de la aparición de un régimen tecnofeudal. Esta semana explicó en el ciclo Pensarmos del Consello da Cultura como hemos llegado a ser vasallos. Tecnopersonas.

El título de la charla remite directamente al mito de la caverna de Platón, pero en vez de en una pared, ahora las sombras se proyectan en una pantalla.

También en una pared, porque Facebook funciona como una pared. La nube es la nueva caverna, la caverna digital. En el texto de Platón hay un pasaje que dice que detrás de los presos en la caverna hay una mampara de titiriteros, unos hombrecillos que le van proyectando a los presos sobre la pared de la cueva objetos, cosas... Y eso son las sombras del mundo perceptivo. En mi libro Entre cavernas, que publiqué hace tres o cuatro años, retomaba ese mito hablando de la caverna digital y decía que esos hombrecillos son los programadores de los lenguajes informáticos y en general toda la parafernalia tecnológica que está hecha por hombrecillos. En realidad, hoy en día, por empresas. La imagen de Facebook y su muro es perfecta. Está todo el mundo viendo el muro que él mismo construye, pero Facebook es un muro de muros. Las propias personas lanzan a la nube y por tanto al muro sus imágenes, sus emociones, lo que piensan... y eso está implementado por la empresa tecnológica. Por eso hablo de tecnopersona. Por un lado está la persona, el usuario de todos estos artefactos, pero están también los titiriteros, que son los que permiten ver las imágenes a otras personas en red.

Los titiriteros son los dueños de los gigantes tecnológicos, entonces.

Eso es. Ellos son los que mandan. Nosotros aportamos emociones, mensajes, relaciones humanas, pero ellos son los que las construyen, las construyen muy bellamente, como también los hombrecillos de Platón construyeron una naturaleza que es bellísima.

Otro de los conceptos que usa es el neofeudalismo. Ellos son los señores y nosotros los vasallos.

Hay múltiples formas de realidad, y por distinguir las tres principales está la naturaleza, la biosfera, que sigue siendo real, sigue existiendo, no cabe la menor duda. Nuestro propio cuerpo es real, somos organismos. Luego está la ciudad, la polis que es el segundo entorno, construido por los seres humanos pero real hasta tal punto que para mucha gente es la realidad por antonomasia: lo que sucede en el Estado, la política, la economía es lo real. Para cada ser humano, su realidad en el segundo entorno, en la polis, es de mayor o menor escala: hay gente cosmopolita que está preocupada por lo que sucede en Venezuela mientras que a otra gente solo le interesa lo que sucede en su barrio. Ahora, desde hace unos 15 o 20 años, ha surgido una tercera modalidad de realidad, a la cual se le llamaba antiguamente realidad virtual, pero eso no es una denominación adecuada, porque para muchas personas eso es más real que nada y la prueba es que los chicos y las chicas van completamente ensimismados en sus móviles. Esto lo dice muy bien Remedios Zafra, que dice que habitamos en las pantallas. Me parece una expresión brillante. Expresa muy bien lo que de otra manera yo llevo tiempo desarrollando. Estamos en una nueva modalidad de realidad, un tercer entorno, una tercera caverna.

En esa es en la que operan los nuevos señores feudales.

Mi idea desde el año 99 en Los señores del aire es que ese tercer entorno, como yo lo llamo, en el mundo digital, tiene una estructura neofeudal, en la que los señores feudales son Facebook, Google, Amazon, Twitter,Apple, Youtube, etc, etc. ¿Qué sucede? Que nosotros, mentalmente pertenecemos a ellos. Todo lo que subimos, por el hecho de subirlo, pasa a ser propiedad de ellos. Es propiedad compartida, pero son ellos los que gestionan. Esto es la noción de tecnopersona. La tecnopersona es aquello que la persona hace en el tercer entorno, lo sube y los señores feudales se lo apropian, y esa tecnopersona es propiedad de ellos. Ellos son los que saben manejar a la tecnopersona mientras nosotros seguimos viviendo nuestras vidas, seguimos siendo personas. La persona no desaparece, pero surge una nueva entidad, la tecnopersona, que son los señores del aire los que se la apropian. Te ponen la impronta tecnológica en la identidad de la tecnopersona. Eso da lugar a los feudos de la información y en este momento tecnofeudos.

Generamos algo así como alter ego, como un alma fabricada con nuestro conjunto de datos.

Sí, es un conjunto de datos, una tecnoalma.

Y son ellos los que la gestionan.

Y obtienen beneficios. Están manejando almas en la nube, en los cielos. No son dios, pero son como dioses para nosotros, porque nos dan órdenes, nos dicen que estás amenazado, que te han suplantado la identidad y uno está lívido, no sabe que hacer, es inerme ante estas cosas.

Han conseguido incluso dominar nuestro pensamiento. Solo hay que recordar el escándalo de Cambridge Analytica.

La situación es la que has descrito muy bien. Nosotros estamos encantados de vernos a nosotros mismos, de relacionarnos, de hacer amigos... Estamos en las nubes en el sentido literal del término. La inmensa mayoría de los seres humanos se han lanzado a este tercer entorno, a este mundo digital, y no le importa estar sometido a las normas, a los dictámenes de los señores del aire e incluso a que el señor de la nube se apropie de lo que uno aporta. Ahora son las cinco primeras empresas del mundo. Ya no es el petróleo lo que vale, ni mucho menos la metalurgia, ni la pesca ni industrias en declive por completo. En este momento son las cinco empresas con mayor capitalización del mundo en bolsa y cada vez mandan más. Desde que ha entrado la inteligencia artificial en las redes, que es a partir del 2005, el cambio es radical, porque analizan los datos y personalizan. Nuestra tecnopersona pasa ya a estar construida por ellos y nosotros ni nos enteramos. Una cosa soy yo y lo que yo mando a la red y otra cosa es el perfil que ellos construyen.

Esa tecnoalma.

Ellos son los constructores de las tecnoalmas, las juntan y con esto generan perfiles de mercado, de clientes... y personalizan la publicidad, también la política. En el tercer entorno somos despreocupados, todo lo que aportamos lo aportamos gratuitamente, entonces ellos han sabido convertirlo en mercancía y en negocio. Esa es su habilidad, y con eso se han hecho inmensamente ricos y no solo económicamente, sino también poderosos. A través luego del análisis de los datos de nuestro perfil, a veces más allá de nuestra conciencia. Hay muy poca sensibilidad con esta nueva modalidad de poder, el tecnopoder, que es superior al de los estados, claramente, y que es un poder de dominación de nuestras mentes, de forma de pensar. Una vez que te conocen mejor de lo que te conoces tú es que eres un siervo, estás a merced por completo de ellos. Manuel Castells, en su libro Comunicación y Poder dice que la noción de poder consiste en dominar la mente de los demás, no habla de poder en el sentido del más fuerte o el que posee el territorio o la riqueza. Castells habla del tecnopoder como poder mental, cognitivo: dominar la mente de los demás. Esto es lo que pueden hacer ya.

Dice que Internet no es democrático, pero hay toda una corriente...

Es muy popular y masivo, pero que haya masas de usuarios de Internet, de Facebook y de Google no significa que haya democracia. Pero sigue, sigue.

Decía que hay una corriente política que ve Internet como el último reducto de la democracia, de la participación directa.

Es que una cosa es participación directa y otra democracia, no es lo mismo. Puede hablarse de la tecnopolítica, que es un concepto distinto a la política. Lo que hay hoy en día es tecnopolítica en el tercer entorno. Ahora, en la versión clásica no hay democracia sin división de poderes. Google, Facebook, me da igual, Ahí no hay distinción entre poder ejecutivo, legislativo y judicial. Por ir a uno de los monarcas, un monarca absoluto: Zuckerberg y su equipo son el poder ejecutivo. Es el que pone las normas, o sea, el poder legislativo, y es el poder judicial. En un momento dado te echa del muro, te llama la atención, te avisa o te amenaza. Él tiene 2.000 millones de tecnosúbditos. Ahora, que haya muchísima gente no significa que haya democracia, en absoluto. No es lo mismo relacionarse que participar políticamente. ¿qué participación política hay en las redes sociales? Hay participación política con respecto al segundo entorno. Facilitan muchísimo, sin duda y hay mil ejemplos, como la primavera árabe o el movimiento del 15M, que es un ejemplo canónico de como a través de las redes se convoca para intervenir políticamente en el segundo entorno. Pero donde hay que intervenir es en el tercer entorno. Yo promuevo una huelga de usuarios un día. Bastaría con una hora en la que se lograra que mil millones de usuarios, en un momento dado durante una hora no usara Facebook. Eso sería extraordinario. Le entraría el pánico al señor Zuckerberg y a sus colegas. Sería una bofetada mortal desde el punto de vista económico. Los usuarios deberían saber que el poder está en el tercer entorno, que donde hay que actuar políticamente es en el tercer entorno, no en el segundo. Y es ahí donde no hay conciencia política. No hay conciencia al respecto. Yo entiendo que mi mensaje todavía es prematuro, porque no hay conciencia de que uno es ciudadano en el mundo digital y que tiene que exigir sus derechos.

¿Pero empezamos a ser conscientes de hasta qué punto están metidos en nuestra vida? 

Ese es el problema, hay una falta de conciencia tecnopolítica.

¿Y cómo se conciencia? Se les dice cuidado, estás entregando tu alma, entendida como el conjunto de datos...

Eso yo lo llamo tecnoalma. Hay que distinguir, porque es muy distinto si lo que nosotros pensamos lo hemos transmitido a través de las redes tecnológicas o no. Esa distinción entre persona y tecnopersona es la clave. Efectivamente, ahora empieza a preocupar que estas tecnologías, sobre todo con el big data y el deep mining, machine learning... Los robots aprenden por sí mismos y si de repente el robot se fija en ti, estás dominado y controlado completamente. La gente se pega sustos y dice, ahí va, estoy ante una modalidad de poder en la que ese poder me puede dominar a mí, porque me puede decir haz estos, haz lo otro... me puede dar órdenes, pero suaves.

Va llevando a las personas.

Te va induciendo. Es una forma de dominio suave, llevadera, amable, incluso friendly, simpática. Pero si en un momento dado cualquier empresa de estas dice, bueno, a partir de ahora estamos en guerra, que guerras en el tercer entorno va a haber seguro, dice, ahora yo a mis 2.000 millones de usuarios...

Vamos a la guerra.

Vamos a la guerra. Imaginemos una guerra de Facebook contra Google. El usuario ahora es tecnosiervo de varios señores del aire, funciona con Facebook, con Google, con todo. Pero si estalla una guerra por arriba entre ellos dirán: tú eres un traidor. O estás con uno o con otro. Y ahí van a venir los grandes dramas y eso sucederá seguro, según mis hipótesis.

¿Hay manera de salir de este círculo?

Lo que hay es ir constituyendo, como en el Medievo también, los comuneros, es decir, comunidades libres del conocimiento con gran expertice tecnológica pero gestionadas democráticamente. 

¿No existen?

Bueno, sí, hay pequeños grupos. La conciencia está, pero es minoritaria. Las masas de usuarios, el tecnopueblo, está feliz y contento. Eso sucede porque la golosina es tan jugosa, tan extraordinaria, es tan maravillosa la creación de esta nueva modalidad de realidad que todavía no se percibe como un poder y como una abominación sobre las personas a través de la construcción de estas tecnoalmas. En el momento en el cual uno se va dando cuenta de que la tecnopersona pasa a dominar a la propia persona y la tecnopersona está construida por los titiriteros,tú eres una marioneta. Lo que existe de verdad es la tecnopersona, que está manejada por el titiritero Facebook, vamos a suponer, y te dice haz esto o lo otro. Te lo dice amablamente. O no. Cuando viene un dictador del aire, un tirano del aire, cosa que puede suceder en un momento dado, te dicen ordeno y mando, porque si no te liquido como tecnopersona.

Pero, ¿se puede salir de la rueda? Porque actualmente no se puede no tener correo electrónico, por ejemplo.

Eso es, exactamente, entonces tomas conciencia de tu condición de siervo. O como dice mi doctoranda Lola Sánchez Almendros, de esclavo. Ella dice que soy muy blando, que somos ya esclavos. Ella predica ya el protegerse estrictamente, acorazarse, que criptograficamente se puede hacer. Una persona, cuando sale a la red, tiene que ir acorazada de tal manera que no ofrezca flancos débiles a todos esos algoritmos. Luego también está el hackeo, la lucha activa contra los castillos del aire. Por eso la metáfora feudal funciona tan bien.

Está llamando a algo así como una revuelta irmandiña.

Eso es, pero en este caso son los castillos del aire. [Sonríe]. Los destruyen o se los apropian. En la Bastilla estaban los prisioneros, ahora hay millones de tecnopresos y el asalto a esa Bastilla del aire es lo que hay que ir pensando.

Primero habrá que hacerle ver a la gente la situación.

Bueno, pero la lucha por la democracia siempre ha sido así. Siempre ha empezado por unas minorías. Primero tienes que conceptualizar: dónde está el poder, dónde se ejerce y cómo se ejerce. Eso es a lo que modestamente intento contribuir. No solo yo, hay mucha más gente que piensa sobre estas cuestiones. Esto lo hago simplemente para ir contribuyendo a generar conciencia. Conciencia de servidumbre.

¿Lo que ocurre estos días en Venezuela es un buen ejemplo de cómo se utiliza Internet? Todo se presenta en términos de bueno y malo, de héroe y villano.

Sí, sí, claro. Buen ejemplo. ¿Qué ocurre en Internet? Si se estudian los datos de uso, lo que hay en este momento en los feudos de la información es una fragmentación total de la ciudadanía. La gente está en su propia burbuja y solo ve la información que le da la razón a lo que él piensa. Está desapareciendo el ágora en la que se mezclaban las diferentes concepciones políticas, ideológicas... Lo grave en el tercer entorno es que no hay ágora. La había en los años 90, en los que Internet era el ágora por antonomasia y era realmente prometedor. Ahora, gente muy lista se ha dado cuenta de que se le abre un nuevo espacio y han ido a controlarlo y dominarlo. Y lo han logrado. En este momento tienen sometidos a miles de millones de ciudadanos.

Y los algoritmos nos mantienen en esa burbuja.

Eso es lo grave. Ideológicamente te viene la información de Venezuela que a ti pudiera gustarte. Pero a no ser que seas muy voluntarioso y tengas una gran conciencia, no accedes a otros discursos. Ahora, si haces eso a través de las redes, te van a detectar e inmediatamente pasas a ser un personaje peligroso. Vamos, sospechoso como mínimo porque piensas por ti mismo. En lugar de pensar como debes de pensar, porque ellos ya te han estudiado, tus simpatías y antipatías y te dan de comer mercancía ideológica en la mano, feliz y contento, porque te dan lo que te gusta.


(La Voz de Galicia / 30-1-2019)

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