Pocos físicos podrían presumir de haber dejado una huella en la cultura popular. La del físico Werner Heisenberg (1901–1976), en cambio, es una huella doble. La segunda parte, más reciente e inesperada, le viene a través de la serie de televisión “Breaking Bad”, cuyo protagonista, el químico Walter White, escogió el apodo de Heisenberg para sus actividades criminales. Apenas puede encontrarse un paralelismo entre el personaje de ficción y el científico ganador de un Nobel: ambos eran unos simples profesores cuando lograron sus mayores éxitos.
Hasta que “Breaking Bad” recuperó el nombre de Heisenberg para el gran
público, al científico alemán se le reconocía sobre todo por su principio de
incertidumbre. Una especie de guinda de la teoría cuántica que,
simplificando, establece que la posición y la velocidad de una partícula (como
un electrón que gira en un átomo) solo pueden medirse al mismo tiempo con una
precisión limitada. La fórmula del principio de incertidumbre de
Heisenberg implica que cuanto mayor es la precisión con la que se
conoce la posición de una partícula, con menos precisión podemos saber su
velocidad; y viceversa.
Pero si el principio de incertidumbre de Heisenberg es una de
las fórmulas más malinterpretadas de la historia, es por sus
supuestas implicaciones filosóficas. Se la ha utilizado como prueba
tanto del libre albedrío como del azar del
destino (o incluso como recurso para justificar la telepatía o la
parapsicología). Lo cierto es que el propio Heisenberg abrió la vía de la filosofíaindeterminista de su principio. En el artículo con el que lo
dio a conocer en 1927, afirmó que:
«En la formulación fuerte de la ley causal “Si conocemos exactamente el
presente, podemos predecir el futuro”, no es la conclusión, sino más bien la
premisa la que es falsa. No podemos conocer, por cuestiones de principio, el
presente en todos sus detalles».
Haciendo una reinterpretación libre de su principio de incertidumbre y
tratando a Heisenberg como si fuera una partícula cuántica, podríamos decir que
cuanto más nos centremos en su impacto en la cultura popular, menos conoceremos
de su verdadera importancia como científico.
Werner Heisenberg recibió el premio Nobel de Física en 1932 «por
la creación de la mecánica cuántica». Así de contundente es su gran
mérito, menos conocido que su principio de incertidumbre. Hasta que llegó
Heisenberg, la teoría cuántica del átomo tenía una base de mecánica clásica,
parcheada con nuevas fórmulas cuánticas. Y poco después de terminar su
doctorado, Heinsenberg se propuso ordenar y pulir toda la cuántica que le
habían enseñado sus maestros Bohr y Sommerfeld, partir de cero para darle una
formulación matemática adecuada. A eso dedicó el primer semestre del curso
1924–25 y, con tan solo 24 años de edad desarrolló la mecánica de
matrices, que fue la primera definición completa y correcta de la mecánica
cuántica.
“SOLO FALTAN
DETALLES TÉCNICOS”
Además de eso, Heisenberg realizó grandes contribuciones a la
física teórica en campos muy diferentes, que supusieron un salto en el
conocimiento de los rayos cósmicos, el ferromagnetismo, la
superconductividad, el núcleo atómico o las partículas subatómicas. También
jugó un papel fundamental en la puesta en marcha del primer reactor nuclear
alemán en 1957, pero mucho menos clara está su aportación durante la II
Guerra Mundial al programa de armas nucleares de los nazis, que antes
lo habían atacado por considerarlo un representante de la “ciencia judía”
(relatividad y cuántica). Fuera como fuera, aquella etapa oscura de su carrera
científica terminó con Heisenberg capturado en 1945 por las fuerzas aliadas en
Alemania y encarcelado en Inglaterra dentro de la operación Épsilon,
junto con otros grandes científicos implicados en el proyecto nuclear
alemán.
En los últimos años de su carrera Werner Heisenberg se centró en
la teoría del campo unificado, una especie de “teoría del todo”
para explicar las fuerzas fundamentales y las partículas elementales. Hoy en
día esa teoría sigue siendo el santo grial de la física de partículas,
pero en 1958 Heisenberg creyó haberlo encontrado junto con Wolfgang Pauli y
anunció en un programa de radio que solo les faltaban unos «detalles técnicos».
Pauli se enfureció por el anuncio prematuro de Heisenberg y se burló de él en una carta al físico
George Gamow: «Esto es para demostrar al mundo que puedo pintar como Tiziano.
Solo faltan los detalles técnicos», escribió Pauli bajo un recuadro en blanco.
(OpenMind / 5-12-2015)
(OpenMind / 5-12-2015)
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